Con motivo de la intervención de cuerpos especiales de acción rápida contra los incendios gallegos, ha aparecido la noticia de unas plazas de la Administración española en las que se valora la lengua francesa. Estimar para un concurso público el francés, sin duda razonable por la experiencia del país vecino en la materia, resulta insólito, pues pierde enteros cada día. Hace años, Mitterrand obligó a sus embajadores a utilizar su idioma y a imponer de nuevo intérpretes en organismos que habían adoptado rutinariamente el inglés. Aquí, en Bruselas, entre parlamentarios, predomina el inglés en los pasillos; incluso lo usan frecuentemente en sus discursos diversos diputados de otra lengua materna (malteses, bálticos, escandinavos, chipriotas, griegos, holandeses, portugueses...). Un portavoz húngaro opta por el francés, excepción que resulta notable. Los belgas flamencos, por despecho hacia los valones, se manifiestan en inglés antes que en la lengua cooficial de su país, lo mismo que les ocurre a sus electores en la vida cotidiana y comercial.
Los diputados españoles de PP, PSOE, IU y PNV -no así el de CIU y menos aún el de ERC- utilizamos, en comisión, grupo político o plenario, el castellano, reivindicando que haya siempre cabina española de interpretación.
No deberíamos perder jamás nuestra lengua como forma de expresión genuina aunque, pronto será insostenible recibir simultáneamente interpretación en los veintidós idiomas oficiales. El problema para el español comunitario es, a medio plazo, de interpretación. Resultará gasto insoportable. Habría que fijar una fecha para que todos los europarlamentarios entendieran varios idiomas. El peligro evidente está en la traducción, es decir, en la versión escrita de los documentos. Ahí no se puede ceder, pues afecta a la seguridad jurídica y al conocimiento de los propios electores afectados. Vengo insistiendo en ello a raíz de la crisis generada por la publicidad de las sentencias del Tribunal Europeo que solo se difunden en la lengua de las partes y del ponente, aunque esa jurisprudencia influye en el ordenamiento jurídico patrio.
Ya sé que los procesos europeos son excesivamente largos y costosos. Nuestro país, sin embargo, debería volcar ahí su afán, que entiendo prioritario a la interpretación simultánea y a la comprensible manifestación de las lenguas de nacionalidades españolas.
sábado, 26 de agosto de 2006
viernes, 11 de agosto de 2006
Degaña
Hace varios años J.M.Cuervo, Arturo Terán, Huerta, García Queipo y otros adelantados expusieron en un acto memorable de la Casa del Pueblo de Oviedo la imperiosa necesidad de que la autovía, apenas proyectada a Grao, se extendiera a Cangas del Narcea a través de la Espina. Ha transcurrido tiempo de debate y búsqueda de soluciones hasta que aquella notable reivindicación está muy próxima a conseguirse. Pero ya no es solamente a Cangas sino una nueva salida de Asturias que el equilibrio regional se merecía. Ha sido el gran éxito compensador asturiano en el lógico descenso de la financiación comunitaria para el próximo periodo, como hemos visto en el magnífico curso sobre Europa de la Cámara de Comercio en La Granda.
Degaña y Cerredo son, sin duda, desconocidos para una mayoría de los asturianos. La nueva infraestructura, que contará con fondos europeos, colocará esta tierra tan occidental, fronteriza con el Norte de León, a un paso del llamado ocho central.
En la economía de esa zona hay un claro predominio de la antracita, incluso su Alcalde es minero. Tampoco es desdeñable la ganadería y la madera. Están pensando también en las cabras por las que han apostado en Taramundi; fáciles de llevar: se alimentan de cualquier cosa, no hay cuota limitativa europea y no paren por las noches como las vacas.
Con la carretera saldrá adelante un nuevo turismo, en el que tendrá un papel predominante los parques naturales que van a atraer y maravillar. Es ya un doble acierto, municipal y del gobierno regional, que una etapa de la Vuelta Ciclista a España atraviese el Concejo el próximo setiembre,
Hay quien dice que las nuevas comunicaciones acercarán más a León que a Oviedo. Es una polémica mil veces falsa. Lo importante ahora es que Ibias, Tineo, Cangas y Degaña estén bien comunicadas por todas partes, luego lo demás lo hace el dinamismo probado de sus gentes, que en todos esos casos me consta.
Aquí, en Bruselas, me tienen a su servicio.
Degaña y Cerredo son, sin duda, desconocidos para una mayoría de los asturianos. La nueva infraestructura, que contará con fondos europeos, colocará esta tierra tan occidental, fronteriza con el Norte de León, a un paso del llamado ocho central.
En la economía de esa zona hay un claro predominio de la antracita, incluso su Alcalde es minero. Tampoco es desdeñable la ganadería y la madera. Están pensando también en las cabras por las que han apostado en Taramundi; fáciles de llevar: se alimentan de cualquier cosa, no hay cuota limitativa europea y no paren por las noches como las vacas.
Con la carretera saldrá adelante un nuevo turismo, en el que tendrá un papel predominante los parques naturales que van a atraer y maravillar. Es ya un doble acierto, municipal y del gobierno regional, que una etapa de la Vuelta Ciclista a España atraviese el Concejo el próximo setiembre,
Hay quien dice que las nuevas comunicaciones acercarán más a León que a Oviedo. Es una polémica mil veces falsa. Lo importante ahora es que Ibias, Tineo, Cangas y Degaña estén bien comunicadas por todas partes, luego lo demás lo hace el dinamismo probado de sus gentes, que en todos esos casos me consta.
Aquí, en Bruselas, me tienen a su servicio.
miércoles, 9 de agosto de 2006
El reloj de la catedral
En las páginas de este periódico, nos hemos enterado de una pequeña pero significativa historia. El Ayuntamiento se acaba de desinteresar de una devoción asumida durante los últimos cuatro o cinco lustros: dar cuerda al reloj de la Catedral. Un empresario sevillano, que fabrica una bebida que levanta el ánimo, informado de que solamente costaba 1.200 euros anuales, se comprometió a restablecer lo que la desidia municipal había abandonado. La noticia, relatada con detalle erudito y enorme cariño a la ciudad por Ernesto Conde, coincidió con que, en el partido de la oposición, se tomó la decisión de poner también su reloj en marcha con una candidata a la que no parece le llegue jamás a suceder eso de que se le pare ni la Casa Consistorial ni la del Pueblo, en las que algunos siguen empeñados en viejas polémicas de campanario.
Recuerdo perfectamente los problemas de campanas y relojes catedralicios. En «Oviedo al fondo» y en «Desde mi ventana» evoqué cómo el relojero José Alonso, olvidado ahora por la Alcaldía, me hizo ante unos amigos la diferenciación de los sones ovetenses que describieron Clarín, Rubén Darío y Gómez de la Serna y que para el Nobel Miguel Ángel Asturias es «el bronce líquido y sonoro de una ciudad siempre nueva». De la colaboración que se fraguó por entonces con el cabildo se sentó en seguida la participación en varias tradiciones recuperadas: responso por Alfonso II, el alcalde-rey, la izada de banderas septembrinas, la iluminación de las fachadas y de las diversas capillas, el Museo Diocesano, la presentación de la restauración de la sillería coral a cargo de los esposos KrausÉ En ese clima se recuperó la tradición de acompañar el juramento de la Constitución por el Príncipe de Asturias con el repique generalizado de campanas y, lo que fue más trascendente, se evitó el primitivo plan del Vaticano de marginar Oviedo en el inolvidable viaje de Juan Pablo II en agosto de 1989.
Ni qué decir tiene que me ha entristecido mucho el que el Ayuntamiento haya enviado un mensajero a quebrantar algunos rasgos ovetenses que pasan por nuestro primer templo. Me anima, no obstante, saber que el relojero sigue ahí y que esta ciudad tiene cuerda para rato. Nuevos tiempos municipales traerán una renovación próxima, a la vuelta de la esquina, marcando horas de modernidad y eficacia mientras se mantienen y compatibilizan los ritmos y los sones antiguos y sagrados de nuestras mejores tradiciones
Recuerdo perfectamente los problemas de campanas y relojes catedralicios. En «Oviedo al fondo» y en «Desde mi ventana» evoqué cómo el relojero José Alonso, olvidado ahora por la Alcaldía, me hizo ante unos amigos la diferenciación de los sones ovetenses que describieron Clarín, Rubén Darío y Gómez de la Serna y que para el Nobel Miguel Ángel Asturias es «el bronce líquido y sonoro de una ciudad siempre nueva». De la colaboración que se fraguó por entonces con el cabildo se sentó en seguida la participación en varias tradiciones recuperadas: responso por Alfonso II, el alcalde-rey, la izada de banderas septembrinas, la iluminación de las fachadas y de las diversas capillas, el Museo Diocesano, la presentación de la restauración de la sillería coral a cargo de los esposos KrausÉ En ese clima se recuperó la tradición de acompañar el juramento de la Constitución por el Príncipe de Asturias con el repique generalizado de campanas y, lo que fue más trascendente, se evitó el primitivo plan del Vaticano de marginar Oviedo en el inolvidable viaje de Juan Pablo II en agosto de 1989.
Ni qué decir tiene que me ha entristecido mucho el que el Ayuntamiento haya enviado un mensajero a quebrantar algunos rasgos ovetenses que pasan por nuestro primer templo. Me anima, no obstante, saber que el relojero sigue ahí y que esta ciudad tiene cuerda para rato. Nuevos tiempos municipales traerán una renovación próxima, a la vuelta de la esquina, marcando horas de modernidad y eficacia mientras se mantienen y compatibilizan los ritmos y los sones antiguos y sagrados de nuestras mejores tradiciones
jueves, 3 de agosto de 2006
Guerra justa
La guerra justa ha sido obsesión discursiva de clásicos medievales. Norberto Álvarez, belmontino de San Martín en la Universidad de Alcalá, escribió hace ya tiempo su tesis sobre este tema al que llevaba dando vueltas varios años.
Encontré casualmente estos días veraniegos a Norbertín, como le llamaba con entrañable afecto el P.Pedro López en el Colegio de los Dominicos, y me vinieron al recuerdo sus apasionados razonamientos con Don Ignacio De la Concha, con el Deán Don Rafael Somoano, cuya trayectoria Benedicto XVI acaba de premiar, con Ramón Maciá, Ruiz Jiménez, Luis G- San Miguel, Jaime Alberti y otros conspicuos pensadores de la época.
Al cinismo de la frase latina de “si quieres la paz, prepárate para la guerra”, se había opuesto el mensaje de Pablo VI, asumido por todos los pacifistas: “si quieres la paz, trabaja por la Justicia”
Si hay una guerra injusta y desproporcionada es la que ha reiniciado Israel contra todos sus vecinos. Se practica la ley del “veinte por uno”, como ha denunciado Erkki Tuomioja, Ministro de Asuntos Exteriores de Finlandia, Presidente en ejercicio del Consejo europeo. La brillante periodista Sol Gallego-Díaz viene acusando, sin embargo, a las instituciones de la UE en general de escandaloso autismo. Mis buenos amigos los diputados Menéndez del Valle, Carnero, Luisa Morgantini, Veronique De Keyser y algunos más, compartían esa opinión desde el mismo corazón de Bruselas.
A la comunidad no le cupo más remedio que reaccionar. Una resolución del Parlamento, a través de su Comisión de Presidentes, ha sido, por fin, tajante. “Hay un antes y un después del crimen masivo de Qaná”, declaró el Presidente Borrell. Resulta esperpéntico que, a la vez, se tache de antisemita a cualquier partidario del alto al fuego.
El subjetivo concepto de guerra justa con el que tanto peroraba el Profesor Álvarez debería seguir desmenuzándose hasta sus últimas y fatales consecuencias. Desde luego si el secuestro de dos soldados israelíes- por supuesto intolerable- se admite que sea respondido con un millar de muertos civiles, nos encontraremos que un día no lejano la réplica y la dúplica serán las armas atómicas. Además de la necesaria intervención humanitaria deberíamos reflexionar sobre el prólogo y la justificación para la guerra supuestamente justa y santa que un día sufriremos a escala imparable por la cerrazón israelí, el fundamentalismo musulmán y la tibieza occidental de hoy.
Encontré casualmente estos días veraniegos a Norbertín, como le llamaba con entrañable afecto el P.Pedro López en el Colegio de los Dominicos, y me vinieron al recuerdo sus apasionados razonamientos con Don Ignacio De la Concha, con el Deán Don Rafael Somoano, cuya trayectoria Benedicto XVI acaba de premiar, con Ramón Maciá, Ruiz Jiménez, Luis G- San Miguel, Jaime Alberti y otros conspicuos pensadores de la época.
Al cinismo de la frase latina de “si quieres la paz, prepárate para la guerra”, se había opuesto el mensaje de Pablo VI, asumido por todos los pacifistas: “si quieres la paz, trabaja por la Justicia”
Si hay una guerra injusta y desproporcionada es la que ha reiniciado Israel contra todos sus vecinos. Se practica la ley del “veinte por uno”, como ha denunciado Erkki Tuomioja, Ministro de Asuntos Exteriores de Finlandia, Presidente en ejercicio del Consejo europeo. La brillante periodista Sol Gallego-Díaz viene acusando, sin embargo, a las instituciones de la UE en general de escandaloso autismo. Mis buenos amigos los diputados Menéndez del Valle, Carnero, Luisa Morgantini, Veronique De Keyser y algunos más, compartían esa opinión desde el mismo corazón de Bruselas.
A la comunidad no le cupo más remedio que reaccionar. Una resolución del Parlamento, a través de su Comisión de Presidentes, ha sido, por fin, tajante. “Hay un antes y un después del crimen masivo de Qaná”, declaró el Presidente Borrell. Resulta esperpéntico que, a la vez, se tache de antisemita a cualquier partidario del alto al fuego.
El subjetivo concepto de guerra justa con el que tanto peroraba el Profesor Álvarez debería seguir desmenuzándose hasta sus últimas y fatales consecuencias. Desde luego si el secuestro de dos soldados israelíes- por supuesto intolerable- se admite que sea respondido con un millar de muertos civiles, nos encontraremos que un día no lejano la réplica y la dúplica serán las armas atómicas. Además de la necesaria intervención humanitaria deberíamos reflexionar sobre el prólogo y la justificación para la guerra supuestamente justa y santa que un día sufriremos a escala imparable por la cerrazón israelí, el fundamentalismo musulmán y la tibieza occidental de hoy.
martes, 1 de agosto de 2006
Zidane
Aquí, en Bruselas, un diputado del Frente Nacional de Le Pen, con indudable cinismo, insinuó su preferencia por la derrota de su país en el Mundial de fútbol, «dada la formación del equipo por negros y árabes». Fue un pensamiento fugaz y minoritario, pues la mayoría de los diputados franceses obviamente ha cerrado filas a favor de los tricolores («les bleus»), que dieron una fresca lección de buen juego. Incluso, muchos políticos de otras nacionalidades se mostraron durante todo el campeonato a favor de Zidane, un astro, idolatrado desde el Mundial 98 y cuya imagen ha hecho mucho por la integración de los emigrantes en Europa.
En un mundo tan globalizado, han corrido luego ríos de tinta con el cabezazo provocado y sufrido por Materazzi en la final berlinesa. Hasta ese momento, Zidane concitaba todas las alabanzas de calidad deportiva y humana. Aún después se ha justificado su actitud por lo que hubo de oír de su madre y de su hermana. En cualquier caso, el árbitro cumplió con su deber, pues no cabe la agresión física como respuesta a la verbal.
Antes, otros delanteros se conocieron por el juego genial de la testa. Al húngaro del legendario Honved de Budapest y del Barcelona Kocsis se le llamaba «cabeza de oro». A Zarra, que acaba de morir, se le atribuía una doble frente que le permitía un remate certero y controlado por muy fuerte que viniese el esférico. Con Janos Kalmar, famoso entrenador magiar, en sus tiempos de jugador los aficionados aplaudían premonitoriamente ante un córner, pues de cada dos balones recibidos de esa posición marcaba seguro un gol de cabeza.
El de Zidane amenaza con ser un testarazo famoso para siempre. El Frente lepenista, el único partido político que no está con las virtudes y las expiaciones de Zidane, sigue amenazando en campos mucho más graves y preocupantes. Para ganarle -y también a otras formaciones de extrema derecha racista- hacen falta, en efecto, delanteros, pero también buenos guardametas para los tiempos que corren, sin la fisura del juego sucio y con la buena utilización de la cabeza.
En un mundo tan globalizado, han corrido luego ríos de tinta con el cabezazo provocado y sufrido por Materazzi en la final berlinesa. Hasta ese momento, Zidane concitaba todas las alabanzas de calidad deportiva y humana. Aún después se ha justificado su actitud por lo que hubo de oír de su madre y de su hermana. En cualquier caso, el árbitro cumplió con su deber, pues no cabe la agresión física como respuesta a la verbal.
Antes, otros delanteros se conocieron por el juego genial de la testa. Al húngaro del legendario Honved de Budapest y del Barcelona Kocsis se le llamaba «cabeza de oro». A Zarra, que acaba de morir, se le atribuía una doble frente que le permitía un remate certero y controlado por muy fuerte que viniese el esférico. Con Janos Kalmar, famoso entrenador magiar, en sus tiempos de jugador los aficionados aplaudían premonitoriamente ante un córner, pues de cada dos balones recibidos de esa posición marcaba seguro un gol de cabeza.
El de Zidane amenaza con ser un testarazo famoso para siempre. El Frente lepenista, el único partido político que no está con las virtudes y las expiaciones de Zidane, sigue amenazando en campos mucho más graves y preocupantes. Para ganarle -y también a otras formaciones de extrema derecha racista- hacen falta, en efecto, delanteros, pero también buenos guardametas para los tiempos que corren, sin la fisura del juego sucio y con la buena utilización de la cabeza.
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