El regreso de Antonio MasipEl europarlamentario socialista recibe el alta médica y se incorpora a la vida laboral tras sufrir un derrame cerebralOviedo, Nacho M. DEL CAMPO
Antonio Masip ha vuelto a Oviedo y al Parlamento europeo. Sus lugares de regreso son vasos comunicantes. Tras haber afrontado el final de un largo período de rehabilitación en una prestigiosa clínica de Barcelona, el ex alcalde y europarlamentario socialista asegura que, en estos cinco meses (el 8 de octubre sufrió un grave derrame cerebral), ha tenido dos grandes satisfacciones, «volver a aprender a andar y regresar a Oviedo, con los míos». Sentirse en casa le ha dado fuerzas para reincorporarse a su actividad profesional y la semana pasada ya se trasladó varios días a trabajar en su despacho de Bruselas. La conversación, en el parque de San Francisco, se ve interrumpida en varias ocasiones por las muchas personas que se acercan a saludar al político ovetense y a felicitarlo por su recuperación. Su estampa, abrigada con un gabán oscuro y un sombrero de tipo fedora, no pasa fácilmente desapercibida pese a lo discreto del lugar, en un banco de la trasera d El Escorialín: «Qué sorna la de los ovetenses, llamar así a esta casetuca sólo porque tardó tiempo en construirse», destaca, con sonrisa de medio lado. Y avanza, despacio, apoyado en las muletas. El mejor síntoma de su recuperación es que no ha perdido sus costumbres. Es capaz de mantener dos conversaciones a la vez, recuerda los nombres -y detalla una leve biografía- de todos a los que saluda o le saludan, regala abrazos amigables y trufa sus frases de «¿eh?», manteniendo alerta a su interlocutor. Lo ha pasado mal, «muy mal», pero hace semanas que dice que decidió «no llorar más». «Durante un tiempo me emocionaba con cualquier cosa, con unas palabras o al ver a un amigo, pero he decidido que para rehabilitarme por completo debo superar la emoción». Ni siquiera el homenaje que sus compañeros del Parlamento europeo le tributaron la semana pasada, a su regreso a la Eurocámara, le humedeció los ojos. «Estaban todos, socialistas, verdes, de IU y del PP. Fueron muy cariñosos conmigo, pero aguanté la emoción», se enorgullece. Masip ya había sufrido otro derrame en junio de 2002, en aquel caso fue cerebeloso, no cerebral, y las secuelas, mucho más leves. Éste le ha dejado insensible toda la parte izquierda y le ha obligado a aprender a andar de nuevo. Se mueve en silla de ruedas, aunque es capaz de caminar, con ayuda de muletas, algunos metros. «Compenso con la vista la falta de sensibilidad, sobre todo al andar. Tardaré al menos un año en recuperarme del todo. Me cuesta, pero estoy muy dispuesto a salir adelante. La gente que se retrotrae y no se sobrepone se queda para atrás», afirma. Él no se ha quedado atrás en ningún momento. Asegura que cuando estaba en la uvi del Hospital Central de Asturias («donde me trataron de maravilla», subraya) escribió una novela mentalmente. «Me falta pasarla al papel, pero la tengo clarísima. Escribía un capítulo en la cabeza y luego lo repasaba. Así con el primero, el segundo, el tercero... tengo hasta ocho pensados». Cree que la falta de rigor en las comidas, motivada por su intensa actividad como europarlamentario (en los últimos meses había viajado a Colombia y Palestina, entre otros destinos), y, sobre todo, el estrés le provocaron el derrame. «Tengo que tomarme la vida con más tranquilidad, pero no por ello voy a dejar de cumplir con mis obligaciones». La demostración de que esta frase no está vacía de contenido es que Masip se sentará hoy mismo en un estrado del Palacio de Justicia de Oviedo para representar a una de las clientes de su despacho de abogados. Ha ido dejando esa actividad en favor de la de parlamentario, pero seguirá con los casos que había empezado. Hace unas semanas remató el capítulo que le habían pedido para un libro con el que se conmemoran los 50 años de la UE y en el que lamenta la pérdida de ayudas europeas de Asturias, contesta «a todos los e-mails que puedo» y mantiene su columna semanal de opinión en LA NUEVA ESPAÑA. No quiere ni hablar de dejar su actividad en Bruselas. «Estoy orgulloso de representar a Asturias, creo que para la región es importante y estoy dispuesto a seguir. ¿Para el futuro? Lo que quiero es ponerme bueno completamente y, cuando lo esté, mis compañeros, los electores y mi familia decidirán por mí», afirma. Cuando se vio obligado a circular por una ciudad en una silla de ruedas recordó la insistencia de una de sus concejalas cuando era alcalde, Begoña Fernández, que le insistió para empezar a eliminar las barreras arquitectónicas de la ciudad. «Nos vamos sensibilizando con estas cosas, pero hay que vivirlo como un minusválido para darse cuenta». En Barcelona, visitó una exposición en Montjuic y luego no encontró un taxi que quisiese subir hasta allí a buscarlo. «Parece mentira, en la gran ciudad paralímpica, pero prometí a mis compañeros de rehabilitación en Barcelona que lo contaría». Regresará a Bruselas en dos semanas para tomar posesión de su cargo en la comisión jurídica. «Es duro ir al Parlamento, pero la gente que se retrotrae se queda atrás, y yo no lo haré», repite.