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Hace unas semanas salió en la prensa nacional mi apoyo al proyecto de informe de lucha contra el terrorismo del que es responsable el eurodiputado popular Luís de Grandes. En la sesión, el zar antiterrorista de la Unión Europea, el belga Gilles de Kerchove, defendió la utilidad del proyecto para facilitar una mayor armonización de las legislaciones antiterroristas europeas.
El informe se refiere a la modificación de la Decisión marco del Consejo. Se incluyen, en ese texto en trámite parlamentario, la tipificación de la "inducción pública a la comisión de delitos de terrorismo", el "reclutamiento de terroristas" y el "adiestramiento de terroristas".
Algunos diputados se mostraron preocupados porque, a su entender, la "inducción pública a la comisión de delitos de terrorismo" puede constituir una cortapisa a la libertad de expresión. En España, tenemos experiencia: la "apología" del terrorismo está ya penada. La propuesta, por otro lado, establece tan sólo la definición de tipos penales, nuevos para algunos países europeos, que deberán ser adaptados en cada estado miembro. La ley es necesaria. La jurisprudencia, bien asentada al respecto, establece criterios claros. Así, se ha de ver el impacto potencial de la publicación pues no es lo mismo una defensa del terrorismo en un medio de reducida circulación que en uno de masas. También sirve para examinar la intención asesina el tipo de texto, pues el periodístico suele tener mayor influencia social que otro, aunque violento, meramente literario. El marco coactivo está extraordinariamente descrito en la película “Todos estamos invitados” de Gutiérrez Aragón, imprescindible para percatarnos mejor de lo que se sufre en Euskadi sin ir más lejos.