JESUS NEIRA

Recuerdo bien cómo conocí al filólogo Jesús Neira Martínez, hace muchísimos años. Estábamos en la tertulia del Café Rialto, heredera de los “Puritanos” que había oficiado en el legendario Peñalba. Jesús no era habitual, solo disfrutábamos de su palabra y de su talento algunas exquisitas veces que traía hasta nosotros Emilio Rodríguez Vigil, también oriundo de Lena. Aquella tarde, Jesús, “Chus”, nos leyó el increíble poema de un tal Zetta que se había colado al censor del periódico “Región” y a la segunda lectura de la Delegación de Información y Turismo (*). Se trataba de un ataque frontal contra la brigadilla de la guardia civil que habría torturado a unos mineros de la cuenca. Esos versos, cuya insólita publicación, motivaron una durísima persecución al autor, fueron recogidos, ya en democracia, por Albino Suárez, un antólogo al que Asturias, y en particular el Alto Nalón, deben tanto.

Jesús es un sabio y la mayor autoridad viva sobre las hablas asturianas. Acaba de aparecer su nuevo libro de la editorial Laria, en cuya recopilación de trabajos han intervenido Rosario Piñeiro, su mujer, y los hijos de ambos, los también magníficos escritores Rosario y Chus. Asistí a esa presentación en el Paraninfo de la Universidad la semana pasada.

Allí estaba Josefina Martínez, viuda de Emilio Alarcos, tan unido a Neira, que, como él, recibió en su día los ataques exacerbados de algunos “bablistas”, que otros filólogos han alimentado de violencia y estupidez. Esos mismos maltrataron, en el propio Paraninfo, hasta suspender su conferencia, al venerable Paco Ayala, recientemente fallecido, sin que les hayamos escuchado todavía arrepentimiento por sus actos de habitual cobardía.

Si la presencia de Josefina refleja siempre la nostalgia que sentimos aún de Emilio, tuve también, por mi parte, un pensamiento para Ángel González que tanto admiraba a Chus y al que éste no dejó luego de referirse en un parlamento impresionante, desde sus 93 años, que me emocionó. Pensé que en el Parnaso, al poeta le gustaría que sus amigos Juan Benito, Lola, la citada Josefina, yo mismo… estuviéramos en un acto necesario en el que es de agradecer, y mucho, que el Rector, con su declarada militancia química, se haya sumado. En palabras muy justas, Nacho Ruiz de la Peña, director del RIDEA, Eduardo García, editor, y el académico Salvador Gutiérrez, su discípulo, resaltaron el excelso asturianismo de Neira, su rigor científico y su calidad humana.

Su libro lo sigue confirmando brillantemente.

(*) Animo a Gracia Noriega, J.M. Ponte Mittelbrum, Juan Cueto, Juan de Lillo, Faustino F. Alvarez, Carlos Rodríguez, Orlando Sáenz y/o Pepe Colubi a publicar algún día un anecdotario de la censura en Asturias y de las consignas que se recibían en “clave”.