”Con sayal de amarguras(...)
topé, tras luenga andanza, con la paz de un sendero”
Ramón Pérez de Ayala
En Asturias, pese a la desbordante agenda sociopolítica, se respira aún natural frustración por el resultado de la capitalidad cultural. Ya expresé algunos de mis sentimientos. Ahora leo sabias opiniones de Sagi y Marina para aprovechar el impulso conseguido de los afanes musicales. Por mi parte, tampoco quiero eludir aportación testimonial. El proyecto incidió en el concepto de Camino: Camino de Europa, Camino histórico de Santiago… “La cultura y Oviedo son el Camino”, había escrito una espabilada chiquilla de La Gesta.
No dudo de la imparcialidad de un Jurado de alta cualificación, aunque lamente que el examen no fuera público, como ocurriera a la excelencia de nuestra Universidad. Tampoco entro en si era mejor una candidatura regional: yo acepté de buen grado la que había.
En cualquier caso, es llegado el momento de convencer que el camino europeo pasa por Oviedo. Hemos insistido, pero no hasta la saciedad, en la chanson francesa del siglo XI: “El que va a Santiago…”. La argumentación nos salió bien, en 1988-1989, al romper el muro que el Padre Tucci, S.J., el Nuncio y la Embajada ante la Santa Sede, levantaron contra que Juan Pablo II visitara Oviedo.
Sacamos de nuevo a Alfonso II y a toda la Historia contra la pretensión de que la autovía fuera exclusivamente costera como con tanto ingenio, digno de mejor causa, defendían el inolvidable Paco Carantoña y unos cuantos más.
Vicente José González, estudioso de los orígenes de la ciudad, me recuerda siempre la lucha que llevaba mi padre por apuntar Oviedo cuando Fraga impulsó el Camino sin el Salvador. Una tarde, mi gran amigo Manuel Díaz Ron telefoneó para advertir de la magna exposición de París que no mencionaba Oviedo. A las pocas horas me presenté en el Centro Pompidou, donde casi me caen lágrimas rabiadas constatando, en efecto, que, en un plano enorme, con trazo grueso, de Roncesvalles se iba a León y Santiago. ¡Oviedo y Asturias carecían de etapa y nombre!
Después, Rolland Dumas, Ministro galo de Exteriores, que pasa por erudito medievalista, propuso celebrar la Cumbre España-Francia en León. La vecina capital de Ordoño II sufría, en aquellas calendas, crisis institucional con cese del Alcalde, que pasaba a ser el edil número nueve. Confieso que intenté aprovechar la oportunidad para introducir Oviedo cuando un concejal leonés, que no había captado la pronunciación, aseguró en las ondas:”La Cumbre no es en León sino en Lyon”. Anécdotas aparte, cada año xacobeo se resiente, herida, la piel de Oviedo, aunque este, que vivimos aún, son muchos peregrinos y visitantes que paran.
Muchos pero, naturalmente, no los dos millones que, con toda propiedad, un asesor municipal, defendió para la capitalidad cultural en el Museo Reina Sofía el pasado 28.
El bueno de Rodrigo Grossi (q.e.p.d.) y otros preclaros mantenedores estuvieron siempre obsesionados, siguiendo a Don Juan Uría, en marcar el auténtico Camino. Hace meses, habíamos ya concertado para 2011 una visita a las instituciones europeas de José María Casielles y los Amigos del Camino genuino.
Se impone, pese a los revolcones, seguir en el empeño, mostrando que Oviedo y la Cultura son el Camino. De mayúscula y de abierta polisemia. No es preciso gastar sumas que harían antipático el objetivo, pero sí mantener la estela, que se volvió a sembrar con Oviedo-2016, y antes, a otro nivel, con Oviedo-2008.