Un analista tan solvente como Pedro Silva ha comparado la situación electoral del PSOE con una desgracia natural, tsunami incluso.
Acabo de terminar un modesto trabajo para el Boletín de la entrañable “Fundación Emilio Barbón”. Al perorar sobre una inédita fotografía de Julián Besterio ante
Mi partido tuvo a bien proponerme el honor de intervenir en apoyo de Esther Díaz, en Riaño (Langreo), de Juanjo Álvarez, en Villanueva de Santo Adriano, y de Víctor Luis Pérez, en Cerredo de Degaña. Por cierto, en este último acto conocí a Silvia Brugos, encantadora persona, víctima luego de la tragedia de un desalmado machista y asesino que nos ha dejado consternados para siempre. Su familia y, también, Jaime, alcalde saliente, y Víctor, entrante, tienen mi afecto incondicional.
En la jornada electoral asistí como interventor a la mesa del RIDEA. Mi larga experiencia como candidato, como miembro de
El tsunami que padecemos es, en efecto, muy fuerte. Un personaje de Faulkner, no sé si el novelista mismo, sostenía que era imposible beber si estás cabeza abajo suspendido de las piernas. La glotis no bombea líquido ni sólido al resto del cuerpo. Todo es imposible en esa postura. Conozco a dos amigos, Manuel Medina, antiguo parlamentario y maestro en Brubru, y Fernando Mansito, embajador de España y excompañero de Deusto, a los que cogió el penúltimo de los tsunamis naturales. Ambos sobrevivieron, Manolo saliendo del mar y corriendo luego; Mansito nadando a duras penas. Es lo que cabe. Lo único históricamente imperdonable es el entreguismo, pues hay que luchar, incluso en un tsunami, identificar el sentido del viento y de las olas gigantes, incorporarse como tan duro le parecería al personaje del Nóbel americano. De la herencia de Besteiro, de Kant y de tantos otros no deduzco otra cosa.