Guernika, siempre Guernika

La primera vez que conmemoré el aniversario del cruel bombardeo de Guernika fue el 26 de abril de 1964, domingo, en las calles de la histórica ciudad. Recuerdo que un amigo de la Universidad, en Bilbao, nos había deslizado la idea de que habría una concentración masiva de persona en Guernika, sin manifestación expresa, solamente un encuentro por la calle, paseando, entre los ciudadanos de la legendaria capital vasca y los que nos acercáramos ese mediodía.
Entonces apenas sabía yo de lo ocurrido en 1937. El cuadro de Picasso, que vi en Nueva York, en 1966, no era tan popular como ahora y las publicaciones sobre Guernika en el franquismo procuraban desviar la atención. No hubo incidentes que yo recuerde en aquella presencia silenciosa y paseante, pero era un acto muy significativo. Tampoco hubo "saltos" como después presencié en muchas manifestaciones a partir sobre todo del histórico 1 de mayo de ese mismo año en la Gran Vía de Bilbao.
Enseguida se difundieron las referencias a Guernika en Hugh Thomas y en Herbert Southword, entre otros historiadores hispanistas de calidad. Guernika y su terrible jornada del bombardeo hispano-alemán de la Guerra Civil es una lección muy importante que las nuevas generaciones de europeos deberían siempre conocer.