Ruidoso el eco de la Diada, excesivo, para lo que Europa y
España deberían integrar saludable y fiscalmente, en momentos de otras
protestas más legítimas.
Insistiendo en la confusión, dos eurodiputados
catalanes se declaran independentistas, cuando sus jefes de filas, liberal y
ecologista, se pronuncian, en el hemiciclo, contra el nacionalismo/localismo/ populismo a la
búsqueda de una Europa federal.
En mis mismas filas Raimon Obiols, gran amigo,
entrañable sabio, tiene para la estampa sus memorias, que pienso devorar aun
sin hablar yo catalán en la intimidad, como aseguraba hasta la caricatura el
alto asesor español de Murdoch, magnate de la prensa/basura. Raimon y Mercedes,
su mujer, usan español entre ellos, en su acogedor apartamento bruselense. La
opresión no es lingüística. Lo fue, sin duda, en tiempos en que Franco impuso
como Director de La Vanguardia a un tal Luis de Galinsoga, empeñado en que no
hubiera misas en lengua vernácula ni tampoco saliese el resto del Concilio
Vaticano II, ensombrecido allí por ese abrupto conflicto idiomático.
Si los tiempos son otros, hay que cuidar gestos.
Nadie debería subestimar la manifestación, como nuestro paisano, Julio Somoano,
al que valoro, y que yo creía ingenuamente iba a ser prudente con los delicados
instrumentos de la radiotelevisión pública, donde no entiendo cómo ha despedido
a José Ramón Lucas o a Ana Pastor, entre otros. Que "ABC" haya
omitido la Diada durante horas de su web, no es comparable con que hagan
parecido los obligados a la neutralidad activa. A Mas y algún otro se les ve la
oreja cuando priorizan asuntos relegando la situación social con la tinta del
calamar.
En Cataluña hay quien porfía con la pregunta que
prepara Cameron para Escocia. En Edimburgo, el nacionalismo pretende la
reposición institucional escocesa (devolution) del siglo XVIII o un mayor
grado de autonomía, lo que ya no es el caso para algunos que se calientan la
boca en nuestra misma latitud y quieren romper con una España en la que siempre
estuvieron, menos, claro, cuando tributaron al Califa de Córdoba.
Hay muchos europeos que no quieren oír nada de
consultas refrendarias, tras el resultado que le dio a Hitler y a otros populistas,
incluido al iluminado de El Pardo. Tampoco cabe, en nuestra Constitución, que
un Parlamento Autonómico declare unilateralmente independencia alguna.
Referendum fue la Constitución europea, aprobada
mayoritariamente en Cataluña, en la que, como ha resaltado uno de sus
redactores, Carlos Carnero, la "independencia unilateral es
imposible".Luego en el Tratado, la U.E. veda cualquier posibilidad de
adhesión comunitaria sin unanimidad de los Estados miembros que no cabe, por su
misma naturaleza, en secesión, es decir contra un Estado miembro. Por si fuera
poco, Tremosa, colega parlamentario de CíU, consciente del problema insalvable,
ha intentado colar estos días, en la Comisión de Asuntos Internacionales, una
corrección de menor rango para esperar la cacareada adhesión de Cataluña como
Estado ("14 bis. Pide a la Comisión que prepare una hoja de ruta para la
adhesión de posibles nuevos Estados miembros que puedan surgir dentro de la
UE"); semejante despropósito fue abrumadoramente rechazado.
No obstante, me gustaría que no jugáramos con el
hambre del pueblo ("Hambre y austeridad en España" titula The New
York Times) ni se obstaculice el único debate trascendente y unitario: la
espiral crisis/ paro. Hay mucho de treta política para olvidar hasta corruptelas,
por ejemplo de Pujol Jr., secretario general convergente. De otro lado, la
respuesta centralista ("Gibraltar español") viene bien a quiénes
polarizan la polémica territorial desviando lo que ocurre. El nacionalismo es
perverso en su ensimismado egoísmo. Lo prueba su oportunidad insolidaria,
localista, antisocial...
Es mucho, demasiado incluso, lo que angustia a
nuestros ciudadanos sin precisarse falsos y costosos objetivos.
Ja parlarem!