Los
tres ponentes, Baldasare, Rapkay y Lehne, nos convocaron para informar del
avance habido con el Consejo esa misma mañana, de lo que dio cuenta el
embajador chipriota y el Comisario Barnier, para el que, descafeinado, sin
embargo, consideraba que el acuerdo institucional es inminente en la Cumbre de
Diciembre.
Las
posturas parlamentarias, no obstante, siguen innamovibles.
Como
quiera que Barnier alabase la tenacidad de los ponentes, a lo que se sumó
Karim, aproveché para decir que no menos tenaces, y leales institucionalmente,
seguíamos siendo los que nos oponíamos a relegar nuestra lengua, o que otras
tengan mayor arraigo. No todo debía ser tenacidad sino también debía
salpimentarse con una flexibilidad imprescindible para que el acuerdo alcanzado
por 25, lo sea pronto con España e Italia. Solicité que, puesto que había
modificaciones esenciales, debía abrirse trámite de audiencia y enmiendas, a lo
que, con gran cabreo de Rapkay, se sumaron Licttenberg, Castex y López Istúriz,
que estuvieron muy bien. Luigi Berlinguer,por el contrario, insistió en que
pese a la postura oficial del gobierno de su país y el prestigio "de la
lengua de Dante", los parlamentarios italianos seguían sosteniendo a los
ponentes, dando, según él, "prueba de no moverse por meros intereses de su
país sino de la industria europea".
Como no
era reunión decisoria se verá de nuevo en JURI,si bien Lehne, muy de acuerdo
antes con Rapkay, pareció aceptar que pudiera producirse vicio de nulidad si no
hubiese trámite para enmiendas.
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