Es terrible la masacre de Palestina.
La postura europea tibia, como casi siempre.
Sin duda que hay provocaciones desde Gaza, pero, como se pregunta
Emilio Menéndez del Valle, que acaba de regresar de Amman, donde fue embajador,
¿llamaban los aliados provocación los actos de violencia liberadora de
franceses y belgas contra los ocupantes nazis, que siempre respondían con actos
de represalia?
Israel debe replegarse a las fronteras de 1967; mientras esto no
suceda la palabra provocación carece de credibilidad en su propaganda, máxime
cuando se une a la escalada diplomática contra el reconocimiento de Palestina
en la Asamblea General de la ONU.
También tuve ocasión de oír a mi experto amigo sobre la investigación
que llevan científicos suizos del polonio 210 en las ropas y enseres de Arafat.
Con motivo de la encomiable exposición de Madame Curie, en Tapia de
Casariego, del pasado verano, se hizo referencia al compuesto letal del polonio
sobre el que interrogué luego a las comisarias,
Belén Yuste y Sonia Rivas:
-Si es, como dicen, 210 es más agresivo.
Bien me gustaría que se aclarase si Arafat fue asesinado y por quién
exactamente.
En una de mis primeras misiones de diputado fui requerido para
trasladarme a Ramala en una tarea discreta; fue suspendida cuando los
comisionados estábamos ya en el aeropuerto, por la enfermedad del líder
palestino que enseguida sería conducido a París.
Mucho antes le había conocido yo en La Habana de la Cumbre de Países
No Alineados-1979 donde mantuvo una agria polémica con Butros Ghali, luego
secretario general de la ONU y entonces ministro de Asuntos Exteriores, acerca
del plan de paz Israel-Egipto que costaría la vida, poco después, al Presidente
Anuar Sadat.
De aquel viaje al Caribe, Yasser Arafat hizo una polémica escala en
Madrid donde se encontró con el presidente Adolfo Suárez, ya muy criticado en
Occidente por haber enviado a Carlos Robles Piquer, Secretario de Estado, como
embajador especial a la Cumbre habanera.
Años después, presidía yo la sociedad propietaria del Hotel de La
Reconquista el día que debían alojarse, previa merienda, Arafat y Rabin,
Premios Príncipes de Asturias, galardones predecesores, como otras veces, del
Nobel. Aquella tarde se tomaron en Oviedo extremas medidas de seguridad pero
resultó una extraña intoxicación de algunos invitados, entre los que recuerdo
al novelista-ovetense, en su juventud, del barrio de Santullano, del periódico
El Carbayón y del Ateneo- Torrente Ballester que hubo de ingresar en el HUCA.
Afortunadamente Rabin y Arafat no habían probado bocado.
El primer ministro israelí fue asesinado luego por un fanático
fundamentalista.
Lo del polonio con el que, por cierto, se mató a Litvinenko, el
oficial y espía ruso, debería aclararse si también sirvió para la desaparición
del carismático y controvertido líder palestino, resultase o no simpática su
personalidad.
1 comentario:
Me encanta tu actividad periodístico-literaria.
Un abrazo desde Buenos Aires,
Emilio.
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