Riego en Cádiz, de nuevo

Tiempo ha, Pepe Abando, actual Conde de Santa Bárbara de Lugones, me regaló dos de los tomos del Conde de Toreno, minuciosamente conservados por la familia Tartière Lenegre, sobre la Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución Española, en la que el autor jugó un papel tan representativo.

Ahora se siguen conmemorando los doscientos años de la Constitución, llamada de Cádiz, o la Pepa. La Junta General del Principado ha tenido el acierto de trasladarse por una jornada a Figueras (Castropol), donde se constituyó en varias intensas sesiones sucesivas por aquel histórico entonces. Su archivera, Josefina Velasco, hizo cumplida recopilación documental, que el Presidente Pedro Sanjurjo, nacido en ese mismo borde asturgalaico, supo realzar, junto a la Mesa de la Cámara, sus portavoces, diputados nacionales y europeos, el Letrado mayor y alcaldes de los municipios levantados contra el invasor francés. A iniciativa de "Amigos de la Historia de Figueras", quedó reflejada la efemérides en la Plaza  de San Feliz; en Cádiz, también hay placa homenaje, desde hace un siglo, a los diputados asturianos (Argüelles, Toreno, Inguanzo, Vega, Sierra, Calello, Cañedo, Vázquez).

Y, como no podía ser menos, una amplia representación del Parlamento Europeo se ha trasladado a Cádiz, a reunirse con los Parlamentos de Latinoamérica, como prolegómeno de la Cumbre Iberoamericana, saludando la Constitución liberal que tanto influiría en las hoy fraternas Repúblicas independientes; en varios casos, ejemplares países llamados emergentes.

Gracias al buen tino de Luis Yáñez y Willy Meyer, mis compañeros de escaño, se ha unido el bicentenario gaditano a un obligado homenaje al General Riego, tinetense de Tuña, que proclamó la Constitución en Las Cabezas de San Juan; alzado, nuestro héroe asturiano, también se pronunció, simultáneamente, contra el embarque de las tropas a América.

Ya había intervenido yo en otro significativo homenaje a Riego que me cupo organizar. Fue en la misma Tuña el 7 de Noviembre de 1977. Era ocasión pintiparada para traer a Asturias a Don José Maldonado, que acababa de dar fin, como Presidente, a las instituciones republicanas. Con el recién llegado de un largo exilio y yo mismo tomaron la palabra, Luis Gómez Llorente, tan brillante orador, de triste fallecimiento reciente, Pepe Rosales, inolvidable notario de Laviana, y Paloma Uría, que sería luego diputada en la Junta. En Tuña, estuvieron también, entre muchos, Vicente Álvarez Areces, Cheni Uría, Claudio Hermosilla, Jorge F. León, que diseñó cartel, Macrino Suárez, Juan Benito Argüelles, Laso, el enseguida muy buen escritor Mariano Arias, Molín de Cibuyo, mi suegro, con su inseparable Joaquín Cachón, y un notorio grupo de históricos republicanos valencianos, que se habían desplazado emotivamente al efecto...Maldonado había intervenido, allí mismo, como Alcalde de Tineo, en otro homenaje evocador de Riego, al advenimiento de la II República.

En Cádiz, el pasado 10 tuvimos un acto, para mí igualmente entrañable, con José Esteban, autor de la novela "El himno de Riego",la diputada hondureña Gloria Oqueli, copresidenta de Eurolat, y el magistrado colombiano Víctor Hernando. Como dijeron el copresidente de Eurolat, Salafranca, y el ya citado Meyer todo era de un simbolismo imprescindible.

Horas antes, en el oratorio de San Felipe Neri, donde se firmó la Constitución, me embargó la emoción de pensar que nos sentábamos probablemente en los mismos, o muy cercanos, asientos de aquellos constituyentes. Estábamos María Muñiz, Enrique Iglesias, nacido en Arancedo, concejo de El Franco, factótum de todas y cada una de las Cumbres, y yo, tres asturianos de hoy, deudores, manifiestos e institucionales, de aquellos campeones de la libertad y la independencia.

Y aún mayor sentido de ruptura con los males ancestrales de España fue que la sesión estuviera presidida por S.A.R. Don Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias, cuyo sexto abuelo, Fernando VII, es el gran enemigo de la Constitución, de Riego y de la Libertad.

De la fidelidad constitucional y de la Historia debiera aprender algo un tal Artur Mas, otrora oportunista de aluvión, verdadera amenaza hogaño contra el bien de la nación y la prosperidad de nuestros pueblos, que padecen una crisis que poco parece importarle, salvo para confundir y beneficiarse, al Presidente de la Generalitat.