Todos los meses
paso una semana en Estrasburgo. Es el tiempo de los plenos parlamentarios con
votaciones electrónicas a mediodía (12 horas, o excepcionalmente a las 11) de
los martes, miércoles y jueves en las que no suele haber ausencias de
diputados. Sí las hay, como en todos los parlamentos del mundo, en los meros
debates que apenas siguen en directo los diputados concernidos, pues, además,
hay la alternativa de seguir la sesión por la red o por el circuito cerrado,
desde el propio despacho.
En esas semanas estrasburguesas se reúne también varias veces el pleno de los
grupos políticos (lunes, martes y miércoles), los de las delegaciones
nacionales(la española, lunes noche), comisiones, asuntos urgentes de
conculcación de derechos humanos, fiscalización de las Cumbres de gobierno
europeo y reuniones transversales...Este tipo de semana suele estar, al menos
para mí, más ocupada de lo que puedo asistir y hay que organizarse bien para
seguirlo todo, preparar intervenciones, recibir visitas, administrar suplencias
y no confundirse en las, en ocasiones, complejas votaciones, en las que cuento
con una guía orientativa de mi grupo que suelo seguir casi siempre. En mi blog
y en la web del PE se puede seguir lo que he dicho en sede parlamentaria, la
última sobre los errores reconocidos del austericidio del FMI, (una diputada
portuguesa me anuncia la adopción de ese término) según oportunamente me
sugirió, Manuel Francisco Menéndez, de la encomiable FAMPA, o lo que le puse al
Primer Ministro irlandés en su inicio de presidencia semestral, con un leve
guiño al supuesto "celtismo astur", o, aún, declaraciones a 24 horas
de televisión española, cuyo corte referido a la corrupción también colgué en
mi blog, lo mismo que las declaraciones a Radio Parpayuela sobre el carbón.
Poco tiempo para el asueto y la relajación, lo que pienso puede explicar que en
ocho años largos que llevo de eurodiputado no había jamás escuchado una
conversación en lengua vernácula alsaciana como me ha ocurrido por pura
casualidad esta misma semana. En Bélgica sí constato mucho la presencia del
flamenco, pero no así, insisto, del alsaciano en la co-sede francesa, aunque no
ignoro que J. Daul, portavoz del PPE, es precisamente de esa lengua materna.
Tras mi respetuosa escucha del diálogo en la incomprensible jerigonza
interrogué a uno de los hablantes que me dijo en resumen: "Aquí lo
hablamos casi el 90 por ciento de los alsacianos y la mitad de la región de
Lorena. Es lengua germánica, con alguna influencia francófona. Sin embargo los
alemanes no nos comprenden. No hay problema alguno de secesión por razón
lingüística ni ninguna otra. Nos hemos convencido de que Alsacia fue durante
mucho tiempo campo de disputa territorial y hemos encontrado la ansiada paz
perpetua a que aspiraron nuestros mayores. Tenemos reconocidos algunos derechos
que nos identifican y distinguen, por ejemplo en materia como la seguridad
social en la que hay caja diferenciada y un copago menor que el que sufre el
resto de Francia; también tenemos reconocidos dos días festivos singulares (el
26 de Diciembre y el penúltimo viernes de Cuaresma) desde hace siglo y medio.
Tampoco tenemos lío alguno con el estudio académico del alsaciano".
En fin...En el mundo hay cinco mil lenguas y apenas doscientos estados. Desde
luego, algún colega hispano-catalán debería profundizar un poco para evitar
empobrecer a nuestro pueblo con reivindicaciones nacional-estatistas
imprudentes y de todo punto de vista inoportunas. Debería también leer las
charlas que el nobel Thomas Mann dirigiera a sus compatriotas desde la BBC de
Londres: "Hace tiempo que lo nacional se ha convertido en algo
provinciano, cuando se preludia la disolución de las naciones y la unificación
del mundo".
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