sábado, 26 de enero de 2013

En el microbabel alsaciano


Todos los meses paso una semana en Estrasburgo. Es el tiempo de los plenos parlamentarios con votaciones electrónicas a mediodía (12 horas, o excepcionalmente a las 11) de los martes, miércoles y jueves en las que no suele haber ausencias de diputados. Sí las hay, como en todos los parlamentos del mundo, en los meros debates que apenas siguen en directo los diputados concernidos, pues, además, hay la alternativa de seguir la sesión por la red o por el circuito cerrado, desde el propio despacho.

En esas semanas estrasburguesas se reúne también varias veces el pleno de los grupos políticos (lunes, martes y miércoles), los de las delegaciones nacionales(la española, lunes noche), comisiones, asuntos urgentes de conculcación de derechos humanos, fiscalización de las Cumbres de gobierno europeo y reuniones transversales...Este tipo de semana suele estar, al menos para mí, más ocupada de lo que puedo asistir y hay que organizarse bien para seguirlo todo, preparar intervenciones, recibir visitas, administrar suplencias y no confundirse en las, en ocasiones, complejas votaciones, en las que cuento con una guía orientativa de mi grupo que suelo seguir casi siempre. En mi blog y en la web del PE se puede seguir lo que he dicho en sede parlamentaria, la última sobre los errores reconocidos del austericidio del FMI, (una diputada portuguesa me anuncia la adopción de ese término) según oportunamente me sugirió, Manuel Francisco Menéndez, de la encomiable FAMPA, o lo que le puse al Primer Ministro irlandés en su inicio de presidencia semestral, con un leve guiño al supuesto "celtismo astur", o, aún, declaraciones a 24 horas de televisión española, cuyo corte referido a la corrupción también colgué en mi blog, lo mismo que las declaraciones a Radio Parpayuela sobre el carbón.

Poco tiempo para el asueto y la relajación, lo que pienso puede explicar que en ocho años largos que llevo de eurodiputado no había jamás escuchado una conversación en lengua vernácula alsaciana como me ha ocurrido por pura casualidad esta misma semana. En Bélgica sí constato mucho la presencia del flamenco, pero no así, insisto, del alsaciano en la co-sede francesa, aunque no ignoro que J. Daul, portavoz del PPE, es precisamente de esa lengua materna.

Tras mi respetuosa escucha del diálogo en la incomprensible jerigonza interrogué a uno de los hablantes que me dijo en resumen: "Aquí lo hablamos casi el 90 por ciento de los alsacianos y la mitad de la región de Lorena. Es lengua germánica, con alguna influencia francófona. Sin embargo los alemanes no nos comprenden. No hay problema alguno de secesión por razón lingüística ni ninguna otra. Nos hemos convencido de que Alsacia fue durante mucho tiempo campo de disputa territorial y hemos encontrado la ansiada paz perpetua a que aspiraron nuestros mayores. Tenemos reconocidos algunos derechos que nos identifican y distinguen, por ejemplo en materia como la seguridad social en la que hay caja diferenciada y un copago menor que el que sufre el resto de Francia; también tenemos reconocidos dos días festivos singulares (el 26 de Diciembre y el penúltimo viernes de Cuaresma) desde hace siglo y medio. Tampoco tenemos lío alguno con el estudio académico del alsaciano".

En fin...En el mundo hay cinco mil lenguas y apenas doscientos estados. Desde luego, algún colega hispano-catalán debería profundizar un poco para evitar empobrecer a nuestro pueblo con reivindicaciones nacional-estatistas imprudentes y de todo punto de vista inoportunas. Debería también leer las charlas que el nobel Thomas Mann dirigiera a sus compatriotas desde la BBC de Londres: "Hace tiempo que lo nacional se ha convertido en algo provinciano, cuando se preludia la disolución de las naciones y la unificación del mundo".

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