La Nueva España 27/ 5/ 2013
J.
MORÁN Hace
ahora 40 años, en los meses centrales de 1973, la familia Masip protagonizó una
quíntuple fuga en medio del franquismo. Mari Carmen Masip Hidalgo y su marido,
Santiago Ibáñez Ruiz -militantes clandestinos del Partido Comunista
Internacional (PCI), escisión del Partido Comunista (PC)-, atravesaron la
frontera francesa ante una previsible condena del Tribunal de Orden Público
(TOP) por delitos políticos; pero no fue una huida cualquiera: Mari Carmen era
hija de Carmen Hidalgo y Valentín Masip, que había sido alcalde de Oviedo de
1957 a 1963, año de su fallecimiento. La familia Masip al completo, empezando
por Carmen Hidalgo y siguiendo por los otros tres hijos, Antonio, Jaime y Emma,
dieron cobertura a la fuga.
Pero la evasión de Mari Carmen fue sólo una parte de la
saga/fuga de los Masip. Hubo otras cuatro fugas. La primera de ellas, en forma
de deserción moderada en apariencia y profunda en privado, venía de atrás. El
alcalde Masip -según testimonio de su esposa en las «Memorias» recientemente
publicadas por LA NUEVA ESPAÑA- vivió el régimen de Franco con cierto
alejamiento del brazo político del Movimiento, la Falange, y también
«desencantado» con un sistema que se perpetuaba. Sus hijos «no vivieron con su
padre un ambiente favorable a Franco», comentaba Carmen Hidalgo.
La segunda fuga consistió en un escape imprevisto en la
maquinaria del triste y célebre TOP, un error judicial por el que Santiago
Ibáñez quedó en libertad, circunstancia que dirigió hacia la pareja Masip todas
las miradas del Oviedo clandestino, y también del Oviedo visible. Su salida
posterior a Francia fue, asimismo, la fuga de una ciudad entonces «pequeña y
chismosa», una «Vetusta» vigente, como la calificó años más tarde Antonio
Masip, hermano mayor de Mari Carmen, abogado, y después político del PSOE que
llegó también a la Alcaldía ovetense (1983-1991). Por último, fue el propio
Antonio Masip el que hubo de huir, o zafarse, de una acusación difundida por el
PC: su familia había obtenido favores en aquella circunstancia mediante
contactos con la esposa de Franco, la ovetense Carmen Polo, o con Camilo Alonso
Vega (ex ministro de la Gobernación, fallecido en 1971).
Los hechos arrancan cuando Santiago Ibáñez fue detenido con
otros activistas en su vivienda familiar, propiedad de Mari Carmen Masip y
ubicada, precisamente, en la avenida de Valentín Masip. «Yo estaba dando clases
en un instituto, en el nocturno, y por eso no me detuvieron», explica Mari
Carmen Masip a LA NUEVA ESPAÑA. «Llegué a casa y la encontré revuelta; después,
me refugié en el colegio mayor de una amiga; estaba buscándome la Policía y al
final fui a casa de mi madre». Mari Carmen Masip decide entonces entregarse y
acude a la Comisaría de Oviedo acompañada por su madre. «Era la brigada de
Claudio Ramos y me interrogó un tal Garrido». Tras el interrogatorio queda en
libertad provisional, lo que suponía ser «la única del aquel grupo de detenidos
que no fue a la cárcel». La excepción movería los primeros comentarios de
sospecha en los grupos opositores al régimen, pero el motivo de que no fuera a
prisión era otro: «Estaba embarazada».
Antonio Masip reconstruyó aquellos hechos en un capítulo de su
libro «Desde mi ventana» (2001), que ahora actualiza con otros recuerdos.
«Obtuvo la libertad provisional con un valiente certificado médico de Emilio
Rodríguez-Vigil, el gran pediatra, en un gesto de hondo y positivo significado,
tanto hipocrático como democrático». Compañero de «tertulia en el Rialto,
Emilio, contrario al régimen, salió a un quiosco, compró un certificado de 100
pesetas, lo rellenó y el fiscal jefe de la Audiencia, Rafael Fernández, lo
aceptó». Mari Carmen Masip visita en la Cárcel Modelo de Oviedo a su marido, en
prisión provisional sin fianza, con el consiguiente «follón en la sociedad
ovetense». Por el otro lado, «me llevaba muy bien con los compañeros del PCI,
que después fue el Partido del Trabajo de España; incluso se planeó crear una
asociación de familiares de presos». El día 17 de marzo, sábado, llega a la
prisión un telegrama de difícil interpretación. «La mujer de un funcionario, a
la que mi cuñado avisó, me llamó por teléfono al Banco Herrero, del que era
abogado», evoca Masip, que también llevaba «treinta y tantos casos del TOP en
el despacho compartido con Marcelino Arbesú».
El telegrama procedía del Juzgado número 2 de orden público
(Madrid), y comunicaba que Ibáñez podía obtener la libertad bajo fianza de
5.000 pesetas por un tercer delito político que se le imputaba, además de los
dos ya conocidos de asociación ilegal y propaganda. Es decir, el documento «era
incomprensible: se le otorgaba la libertad provisional por uno de los cargos
sin tener en cuenta los otros dos delitos, pero había que aprovechar aquel
error», explica Masip.
En efecto, el juez de guardia en Oviedo, Federico Campuzano,
«condescendiente en asuntos de orden público, hizo una interpretación amplia
del telegrama, frente a la que solía ser restrictiva y miserable por parte del
TOP de Madrid». Masip depositó «los mil duros en el Juzgado, que actuaba por
delegación; mi cuñado podía dormir esa noche en casa». Con la orden de libertad
en la mano, «el director de la cárcel iba a proceder en consecuencia, pero un
jefe de servicio, duro funcionario, repuso que la libertad era por un delito y
no por los tres». En esa discusión, Masip rechaza esperar por «una aclaración
del TOP hasta el martes siguiente, ya que el lunes era fiesta de San José».
Mientras, «Campuzano se había ido al cine, pero había dejado aviso al ujier
Fanjul de dónde estaba». Masip recuerda que «atónitos, el director y el
funcionario me vieron telefonear a la taquillera del cine Aramo, en la calle
Uría, y Campuzano les dijo que no estaba el juez de guardia del TOP y que su
interpretación personal era clara: ese muchacho no puede perder el fin de
semana con su mujer». Masip apostilla: «Le debo agradecimiento eterno».
Sin embargo, «la cosa se complica, porque el fiscal admite la
libertad provisional, pero en su calificación pide 14 años para Santiago y tres
para Mari Carmen, y también sabemos que tras el juicio ingresarían ambos en
prisión». Es entonces cuando la familia Masip considera «que no había más
remedio que preparar la escapada», señala Antonio. «Mi embarazo estaba
avanzado, pero era preferible atravesar la frontera en ese estado que con una
criatura recién nacida», evoca Mari Carmen Masip. El operativo involucra a los
todos los propios, incluida «Eloína Fernández, con quien acababa de casarme»,
recuerda Antonio Masip.
Mediante contactos en Cataluña, «mi cuñado pasó a Francia por el
Pirineo, porque tenía retirado el pasaporte». Era el verano de 1973 y a los
ocho meses de embarazo, «como yo sí tenía pasaporte, paso la frontera en coche
con mi hermano Jaime, ingeniero naval que vino desde Cádiz y se jugó el puesto
de trabajo, porque no podía dar explicaciones», relata Mari Carmen. «Pasaron la
frontera como si fueran un matrimonio», explica Antonio Masip. Al mismo tiempo,
la hermana pequeña, Emma, y su madre, Carmen Hidalgo, viajan en autocar a Irún
y en tren hasta Burdeos, donde se encuentran con Mari Carmen. Después, Carmen
Hidalgo vuelve a Oviedo, «porque había ópera y nunca faltaba; llegué a casa, me
puse el vestido, un mantón y una flor en el pelo y me fui al Campoamor como si
no hubiera pasado nada. Era mi coartada», explicaba la madre de los Masip en
sus «Memorias».
«El asunto de mi hermana y mi cuñado era comentario constante en
Oviedo, y optamos por el silencio absoluto o por versiones de distracción»,
precisa Antonio Masip, quien, sin embargo, tendría que iniciar una maniobra de
huida con respecto al PC. Antes, «el periódico "Región" había
titulado una primera página con la palabra "Masip", y habló de los
detenidos en Valentín Masip, por si todavía quedaba algún ovetense sin
saberlo».
Lo que vino después, prosigue Masip, fue «la reacción del PC,
que tenía la revista "Noticias", coordinada por el periodista Javier
Ramos, que nada tuvo que ver con lo que sucedería, y fue el primer sorprendido
con aquella manipulación». En efecto, el propio Ramos explica a LA NUEVA ESPAÑA
que «lo sucedido entonces escapó a mi control, porque alguien metió una
historia en la que no intervine; me consideraba responsable de lo que yo hacía,
pero otros metían baza». El caso es que «Noticias» publica un texto en el que
decía: «Por otra parte, recientemente salió en libertad provisional el grupo
detenido en la calle de Valentín Masip; según algunas fuentes, esta libertad
fue obtenida por intercesión de Carmen Polo de Franco».
Levantar aquella sospecha podía interpretarse como un ataque del
PC al PCI, pero, sobre todo, dejaba en mal lugar a los Masip. A Mari Carmen la
veían los franquistas como una comunista, y los comunistas como una franquista
amparada por personas del régimen. Antonio Masip, que hoy tiene presente «la
reciente biografía de Carrillo publicada por Preston», dice haber conocido «el
grado de sectarismo vergonzoso del partido mayoritario en la clandestinidad,
dicho sea con sumo respeto a los militantes que han pertenecido al PC». Pero la
acusación del Partido, por antonomasia, fue de una «maestría vesánica, aunque
yo no me paré». El abogado abre entonces dos frentes. Habla con «Emilio Barbón,
abogado y líder moral todavía hoy del PSOE». También lo hace con «Eduardo
Prieto, cenetista entrañable y serio»; con «José Luis García Rúa, filósofo y
humanamente admirable», y con otros representantes de formaciones políticas
clandestinas.
De esos grupos obtiene una declaración en la que censuran «las
informaciones aparecidas en el órgano clandestino "Noticias"», y
advierten de que dichos comentarios «favorecen a nuestros comunes enemigos y
potencian la represión».
El otro movimiento de Masip fue convocar en el Molino Viejo de
Gijón «a abogados que llevaban causas del TOP, como Herrero Merediz, Juan Luis
Rodríguez-Vigil y Luis Fernández Ardavín, entre otros». En aquella reunión
defiende el honor de su familia y rechaza cualquier petición de favor. «Camilo
Alonso Vega ya había muerto y no hubo nada con su esposa o con Carmen Polo»,
rechaza hoy Antonio Masip. Por su parte, Mari Carmen explica que «yo estaba en
Francio y no supe lo que sucedía en Oviedo, pero, desde luego, sobre mí pesaba
orden de caza y captura cursada a Francia, como averigüé por documentos
confidenciales que conseguí años después; y los dos fuimos juzgados en
rebeldía, porque el TOP era igual para todos».
Respecto a la actividad pública de Masip y su cadena de
encuentros para contrarrestar las acusaciones, ¿supusieron su eclosión política
y la decisión de pasar de una postura liberal-progresista (se le llamaba el
«joven Kennedy») a una militancia de izquierdas? «Yo ya me había radicalizado
en Bilbao cuando estudiaba Derecho, porque la persecución de la Policía era
brutal», matiza Masip, que sí reconoce cómo en aquel tiempo de fugas «descubrí
el humanismo del PSOE y de la CNT, a los que siempre vi después con afecto».
Defendido por el abogado Carlos Botas, en contacto con Antonio,
el matrimonio Masip se acoge a la amnistía del 21 de junio de 1976, repasa Mari
Carmen Masip, después catedrática del Instituto Isabel la Católica de Madrid.
«Regresamos en octubre de ese año y como en la frontera no lo tenían claro nos
detienen y nos quitan a nuestra hija, a la que le dicen que sus padres eran
personas malas». María Ibáñez Masip tenía tres años recién cumplidos.
«Fue muy duro, pero salió bien y el pasado predemocrático está
perdonado», concluye Antonio. Había sido la saga/fuga de los Masip hace 40
años.