ACERCA DE LA FUGAZ SEGUNDA TORRE CATEDRALICIA A Juan Manuel Rodríguez de la Rúa, mateín de la SOF 1988, ovetense de la doliente diáspora, al que debo el descubrimiento de este detalle virtual e inolvidable. ¿Cuántas veces habremos oído hablar de la torre gemela que supuestamente falta a la Catedral? De forma, seguramente apócrifa, se atribuye a un munícipe, que nadaba en la abundancia de anteriores buenas tesorerías, la voluntad de llevarla a cabo aunque fuera, con el anacronismo de varios siglos.Lo cierto y verdad, no obstante, es que en la misma Plaza de la Catedral hubo la imagen de laSancta Ovetensis con dos torres iguales de factura perfecta.Oviedo ciudad, pese a que como concejo definía sus antiguos lindes de Nora a Nora, carece de río. La Catedral, a diferencia de otras muchas del ancho mundo, no se refleja en lámina de agua fluvial en la que inspirarse y completar su "poema romántico de piedra", que diría el gran Clarín. En Salamanca, es un auténtico espectáculo el espejismo, diurno y nocturno, en el Tormes. El río Nora está, en efecto, lejos, y la negritud de su curso, en cualquier caso, pese a los ingentes esfuerzos depuradores, no permitiría el reflejo de la silueta de la torre que define, como un emblema, casi la marca de nuestra ciudad. Pocos de mis convecinos ovetenses, tendrán todavía mi mismo vago recuerdo de ese Nora que admitía, a su paso por Lugones, baños veraniegos, tal y como cuenta Palacio Valdés en El Maestrante, donde hay quienes, al decir novelístico, se afanaban en emular ¡los Juegos Olímpicos!No hay segunda torre gótica, ni aún antes románica doble, pese a la maravillosa convivencia de tantos estilos diferentes de nuestro conjunto catedralicio, ni aguas benditas que la retengan plasmada. Pero sí hubo, hasta hace muy poco, el impresionante y curioso efecto de dos torres en el majestuoso ventanal del palacete de Santa Cruz de Marcenado, el único edificio civil que resistió el devastador incendio de la Nochebuena de 1521.Por supuesto, no en esa época tan pretérita en que a saber cómo serían los cristales, o alabastros traslúcidos, que conformasen la curiosa y bellísima ventana en forma de cruz griega, dintelada, o irregular ajimez, de la fachada, simbólica, quizá posterior al edificio o fortaleza originaria, pero sí somos muchos los que pudimos contemplar , las dos torres reproducidas de forma mágica y perfecta, desde la esquina de Rúa con la actual Plaza de Alfonso II, a la altura del edificio que fue obra de Laguardia, propiedad de la familia Martínez Noriega, y, hogaño, es Museo de Bellas Artes, junto a otras contiguas construcciones desbaratadas en Cimadevilla, por encima de la poco agraciada estatua evocadora de la Regenta. Ese efecto óptico de diplopia reparadora de una arquitectura que pudo ser y no fue, se ha perdido ahora con la última rehabilitación del edificio y la limpieza de la fachada medieval de Santa Cruz, Rúa,15, lo que sienten los propietarios que no lo sabían en absoluto cuando acometieron la obra reciente, tras la extinción del inquilinato de la familia que la ocupaba, Agustín García-Conde/Pilar Bolarque. Y no hallo constancia gráfica que se conserve. No consta, al menos en el Archivo de los periódicos La Nueva España, La Voz de Asturias, El Comercio u Oviedo/Asturias Diario ni en el Archivo Provincial, ni en el Municipal del Ayuntamiento de Oviedo, que con tanto mimo profesional cuida Ana Herrero, digna sucesora de Palmira Villa, ni ha sido publicada por JuanSantana (Juan Fernández de la Llana) en sus tomos de fotos antiguas, ni por José Vélez Abascal en sus libros de foto-periodista irrepetible, ni por el que fuera concejal Pedro Blanco Álvarez en su "Oviedo Contraste de un siglo"(Gofer.1986), ni figura en los legados de Armán o Ruiz-Tilve, ni Don Serafín Rodríguez (LM Editor.2012), admirable hermano marista, lo da en su importante obra de casas emblemáticas, pendiente de una esperada segunda parte. Ernesto Conde, que suele saberlo casi todo de la ciudad moderna, carece de noticia de que alguien haya captado para la posteridad esa ventana con la Catedral ideal y virtualmente completa en dos torres. Me temo que Alonso (José Antonio Sánchez García), Alonsín, que mucho fotografió detalles sobresalientes ovetenses, tampoco la haya dejado en su estudio de lacalle Fruela, 6 o en su legado al Museo de Bellas Artes. Yo mismo tuve una inexplicable omisión al no mencionar el curioso fenómeno óptico en mi conferencia "Detalles que no mencionan las guías..." que leí ante el Rotary Club y que publicaría, en 1994, el Ayuntamiento (Num.26 de Pliegos Ovetenses).Me cabe, no obstante, la recóndita esperanza de que el que fuera Magistral Don Emilio Olábarri, Ramón Cavanilles, Presidente que fue de "Amigos de la Catedral", o la profesora Dolores Mateos, que se detuvieron varias veces ante esa extraña imagen virtual, u otro ovetense, o turista, anónimo haya tirado placas que terminen apareciendo. Cuando celebrábamos el centenario de La Regenta, Manuel F. Avello, cronista oficial, y yo, como Alcalde, participamos en la Biblioteca Real de Estocolmo, a iniciativa de un ovetense fabuloso, Ignacio Quintana, Subsecretario del Ministerio de Cultura, en la presentación de la traducción sueca. En la escala danesa de aquel viaje, el traductor, Peter Landelius, diplomático en Madrid, se interesaba, muy desconcertado, por cómo Anita Ozores llegaba hasta la Catedral en una configuración de calles que no podían ser las mismas y en cómo la descripción de la Basílica, y en especial la posición del Coro de los Canónigos, no coincidía con lo que él acababa de traducir de Clarín. Manolo y yo sonreímos coincidentemente, Landelius no parecía informado de la radical reforma que en 1928 se procedió a la actual Plaza con el proyecto que ejecutó el arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo, al que tuve la dicha de conocer, autor del edificio llamado de "estilo montañés" o Monte de Piedad. Con esa construcción se pretendía sufragar el derribo del barrio de casas viejas y callejas angostas que había en el actual centro exento de la plaza (*). Son magníficos, y de un testimonio impagable, los cuadros de Paulino Vicente de la antigua plaza con soportales, y antes también los de Parcerisa y Telesforo Cuevas; arcos que para Tolivar Faes hay que imaginar viendo los que permanecen en Arco de los Zapatos de El Fontán. Y aún sonreímos de nuevo explicando al buen hispanista escandinavo que el coro había cambiado de sitio con la reforma interior, en 1909, del obispo dominico Fray Ramón Martínez Vigil, buscando el mejor seguimiento de la feligresía para el oficio religioso. Una parte muy importante de la sillería gótica de ese coro ha sido, como es bien conocido, recuperada y restaurada por los esposos americanos Kraus, Dorothy y Henry, en cuya ceremonia de presentación participé, y relato en mi libro "Oviedo al fondo", con posterioridad a la sabrosa conversación de Copenhagen con Landelius. Si bien los edificios antiguos del centro de la actual plaza, es decir los anteriores a 1928, podían no dificultar el sorprendente reflejo vitral de doble torre, tengo para mí, que ese efecto es posterior y, desde luego, no estuvo al alcance del catalejo del Magistral, Fermín de Pas, al que no se le hubiera escapado en su escudriño de la ciudad a la hora de la siesta. Y aunque no pudieran apreciarse con catalejo dos torres desde lo alto de la real, de haberse visto desde abajo, Clarín lo habría contado.Si el palacete de Rúa, rehecho a lo largo de siglos, es o no la Casa de la Regenta de la gran novela es cuestión controvertida que no ha sido zanjada definitivamente. A juicio de la mayoría de estudiosos y publicistas apenas se duda, si bien hay quién sostiene otros emplazamientos, como el mencionado Ernesto Conde, que se inclina por la casona que estuvo en lo que luego fue Café Español, hoy dependencias municipales de Cimadevilla,3, y que en la época se llamó "Casa del Regente", y Señas Encinas que mencionaba el suelo que yo conocí como sede de los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción y antes de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) en la Plaza Consistorial, actual número 7/9 . La figura, como ya señalo arriba, de Ana Ozores no me convence en tanto aportación al arte, en una ciudad que, salvo alguna excepción- tal la de Huguet (El Manolo le denominaba el relato de Josep Pla), en la calle San Francisco- está sufriendo una reciente inflación de esculturas rayanas en el horror. Me disgusta que muchas guías y visitantes tengan ahora a esa Regenta muñecona por imagen próxima a la concepción clariniana de su creador literario, Leopoldo Alas; cuando por pura lealtad con la novela, Ana se parecía a la "Virgen de la Silla de Rafael", cuadro que debía ser muy conocido en sus reproducciones. Esa Regenta en talla saliendo de su casa hacia la Basílica, fue una vieja idea, que confieso hice mía, en el centenario, pero que no resultó luego lograda ni bien situada, y con la que, en definitiva, no me atreví. La iconografía de Ana Ozores es diversa y ciertamente no guarda la relación rafaeliana pretendida por la novela. Durante años era difícil deshacerse de la impronta de Emma Penella a la que Gonzalo Suárez dirigió. Probablemente el cineasta ovetense no hubiera aprobado a Emma en un casting pero la actriz era la esposa de Emiliano Piedra, el productor, que, sin embargo, estuvo mejor, por ejemplo, no condicionando el rodaje cuando financió al gran Orson Welles en "Campanadas de Medianoche"/Falstaff. La identidad de Emma/Ana nos la borró definitivamente Fernando Méndez Leite con el acierto de optar por Aitana Sánchez Gijón para la serie televisiva que da mejor, a mi juicio, ese rol. Varios editores quisieron representar a Ana en las portadas de sus libros con imágenes contemporáneas del XIX, así la de Carolina Coronado, en la edición sueca, que lamentaba especialmente Manolo Avello, o en la portuguesa, A Corregedora, con "Senhora de Negro" de Henrique Pousao, o en la de Penguin con una figura de Mariano Fortuny del British Museum, o la edición checa con un rostro impresionista o la española de Libsa-LA...;ni siquiera la magnífica edición italiana, con ilustraciones de Sorolla y portada de Ramón Casas, de Einaudi, La Presidentessa, que tanto me alabó el admirado clarinista Emilio Alarcos, tomó esa referenciarafaeliana que, reconozco, es anacrónica para bien mediado el diecinueve y no dejaba de ser la estimación ficcional de bullangueras, las denominaba Galdós, ciudadanas/beatas vetustenses, amigas/enemigas de la entrañable Anita. En cuanto a la estricta soledad de Ana sí puede ser un acierto en medio de Vetusta y del desamor. Una soledad que a juicio del crítico José Luis García Martín "no está al alcance de cualquiera"...Ana es, en cualquier caso, una lectora empedernida que, como el Quijote, y mucho después el personaje de Luis Sepúlveda para “Un viejo que leía novelas de amor” enloquece con la lectura y la superación libresca de la soledad. En aquellas edificaciones, definidas como muy pobres y hacinadas en el capítulo I de la novela, desaparecidas en la actual plaza, no se han borrado por completo del magín colectivo, a la vista de la propuesta de debate para una hipotética recuperación parcial que pretendió con inusitada audacia un arquitecto de campanillas, con raíces en la ciudad, Francisco, Paco, Pol, cuando le encargamos, en mi segundo mandato municipal, un anteproyecto de rehabilitación de algunas plazas del casco antiguo, que, en cuanto al espacio catedralicio, no seguimos, y que fue aprobada luego en el Plan Especial por la Corporación siguiente(**).La historiadora del arte,Pilar García Cuetos,la autoridad más clarividente de hoy,ha lamentado la modificación de la Plaza como un desastre urbanístico que llega a impedir la original modernidad de "flecha" de la que denomina "Señora del horizonte".La iniciativa polémica de Pol, rebajada, pero refrendada, cuando la mayoría consistorial conformaba entonces un pacto de coalición PP-CDS, buscaba el mayor encanto a la Plaza, la actuación sobre el pavimento, y la visión histórica, muy de cerca, de los templos góticos(***). Se hacía muy difícil imaginar, no obstante, una reconstrucción, aún mínima y de apenas señalización de linderos, de un barrio que, fieles a Clarín y al "Oviedo" de Canella, carecía de tiendas o comercios, que serían las escasas construcciones no permanentes que imaginaba Pol. A la vista está que no se consideró oportuno ni tan sabio siquiera la apertura del debate decidido como ya corporaciones anteriores desecharon de alguna manera, rectificándose, un aberrante parking de coches en superficie. Entre 1952 y 55, con anclajes que pretendían continuidad, se instaló para las fiestas un entoldado (El Entoldado) bajo el que hubo representaciones teatrales, cinematográficas, de marionetas y exhibiciones deportivas, en especial de hockey sobre patines, que pasarían luego al llamado Hospicio, actual Hotel de La Reconquista, del lado de la hoy calle, y sus primeros inmuebles, de Arquitecto Reguera. Ese centro de la Plaza de la Catedral fue utilizado como escenario cinematográfico por Rafael Gil para "Cariño mío" y por Méndez Leite para la llegada a Vetusta, en coche de punto, del personaje de la Ministra, una amante de Álvaro Mesía, que en la novela arribaba en ferrocarril a la Estación del Norte. En ese fotograma de la serie televisiva había una algarabía que debió añorar Pol en su heterodoxa concepción del espacio y su infatigable búsqueda de superación para la supuesta frialdad actual. La ocupación provisional de la Plaza se hizo con cierto éxito en la llamada "Quincena del Agua", en Mayo/Junio de 1986, a cargo del edil Enrique Pañeda, incluida la lámina de un efímero lago artificial, que mereció el encomio entusiasta del poeta y académico Ángel González. El reflejo de la Catedral en el agua quedó plasmada en una imagen pop del malogrado artista José Vivancos, impulsada por el inolvidable diseñador y gran innovador Chus Quirós, en una postal que me sigue pareciendo impresionante. Excesiva ha sido la ocupación, en especial la contaminación acústica, con los grandes conciertos musicales mateínos que se vienen dando desde 1983. Más pacífica resulta la del Belén y la Adoración de los Reyes que, con gusto estético discutible, se instalan por Navidades. Y totalmente absurda el verano pasado la exposición, bajo toldos y armatostes, del Santo Sudario y otras referencias catedralicias; tenderetes, tachados de cutre, entre otros, por Alberto Polledo y Miguel Muñoz en artículos de prensa. En todo tiempo, en cualquier caso, hubo Juras militares de Bandera, mítines políticos, salida y llegada de acontecimientos deportivos, exhibición de flores y de mercado medieval, títeres y funambulescas, concursos de leñadores, Foguera de la noche del solsticio de San Juan... IILa frágil figurita de Ana Ozores se ve de espalda, un poco de perfil, desde el ventanal de la evaporada segunda torre. Se pretende que va de casa hacia la Catedral de sus erráticas confesiones. Es su aspecto, melancólico y solitario, que podría caminar flotando, apenas sin pisar el suelo en volandas del viento, que para Clarín, en la segunda frase de La Regenta, es un cálido y pegajoso sureño; "vendaval" le dicen en Asturias, real pero infrecuente en la terca metereología de su ciudad, que debió asolar aquel día trágico del incendio en el siglo dieciséis. Desde los postigos, Ana estatua es ahora más visible que hace siglo y medio pero en las contraventanas ya no hacen guardia, punzantes sus lenguas, quiénes antaño veían, aburridos,un Fidias, una Venus de Milo o de Médicis o incluso un Praxiteles. La Regenta sin atisbo que pueda confundirse con semejantes cumbres de la escultura clásica se dirige a la Basílica pero también puede hacerlo, calle Platería/Rúa abajo, donde debió estar la Plazuela de la Balesquida. Puede ir, pues, al atrio catedral como al magnífico Palacio barroco de Valdecarzana/Heredia que cobijaba en aquellas calendas de la ficción el Casino de Vetusta/Lancia que nuestra generación conoció como bar restaurante Casa Noriega, de tantas tertulias ovetenses, y luego la Biblioteca y Sala de Togas del Colegio de Abogados.Ana es virtual en un cuerpo sin huesos, en su color y en sus pasos, no menos evanescentes que el barrio desaparecido que ya no va a atravesar. Si llegase, en todo caso, hasta la catedral a encontrarse con el Magistral, con el pintoresco erudito Bermúdez, que no sale en el tomo segundo, o, finalmente, con el viscoso beso del sapo, también encontraría el Coro de los Sres Canónigos esfumado, o missing, tal el anglicismo de tanto éxito popular.No solo hubo fugacidad en la segunda torre y en la ficción.Bruselas, 23 de Enero 2014 Antonio Masip, eurodiputado. (*)Para ese derribo el Municipio contó también con el legado testamentario de D. Luis Muñiz Miranda, fallecido en 1927, al que se refiere Tolivar Faes en "Nombres y cosas de las calles de Oviedo". El que fuera cronista oficial de Asturias, Joaquín Manzanares, llegó a proponerme la demolición del edificio montañés, antes de la construcción del remate de la manzana por la Constructora Los Álamos, a cargo del arquitecto José Benito Díaz Prieto, conocido como Águila,1, por el mayor protagonismo nominal de esa fachada de la ubicación del portal.Manzanares, que desvalorizaba el edificio de Bustelo y recelaba, como varios otros, entre ellos Manuel F. Avello, cronista municipal, y Emilio Marcos, Codirector del Museo, de la modernidad vanguardista de José Benito, me razonaba amistosamente in situ que, con la demolición, casi se alinearía esa parte de la plaza para permitir, con una construcción retranqueada, la vista del Jardín de los Reyes Caudillos desde la esquina de San Juan con la calle Eusebio González Abascal y aún desde Porlier. Tampoco le convencía el Palacio de Valdecarzana. Curiosamente, la Memoria presentada por Pol al Ayuntamiento, valoraba el Valdecarzana/Heredia y criticaba la solución que, en su día, se había hecho con la aportación incoherente del tal Jardín de los Caudillos, de epidérmicas referencias clasicistas. Tras escuchar muchas opiniones, entre ellas las de los arquitectos César F.Cuevas, Javier Blanco y Pedro Blanco, e, incluso, la del catalán Ricardo Bofill, opté, de acuerdo con los concejales sucesivos, Pedro Blanco y Juan Álvarez, por mantener el de Bustelo, cuyas obras estudia y estima la profesora M. Cruz Morales Saro, y dar licencia al de J. Benito Díaz Prieto, que sería Premio Nacional de Arquitectura 2003.Mi admirado Rafael Moneo , Premios Príncipe de Asturias y Pritker, que, por torpezas varias, no fue autor, como quise, del Auditorio de Oviedo, aprobó de alguna manera la solución ultimada. (** )Aprobación por Ayuntamiento 22/Julio/92 y 21 Mayo1995; Comisión Provincial de Patrimonio 10/Enero/1996 y Consejería Fomento 4 Junio 1996. -Artículo de Francisco Pol, Revista Arquitectura, número 19, Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM).1993. (***) La Memoria de Pol, aprobada inicialmente 29-12-93, termina:" (...) lugar idóneo para actividades no cotidianas: por ejemplo, fiestas o espectáculos (...)¿por qué no pensar en mercados dominicales de flores, de libros, de artesanía tradicional, de antigüedades, etc. ordenados convenientemente, que se conjugasen con la afluencia a los servicios religiosos de la Catedral?