Estimados Rector, Alcalde, Vicerector, Decano, Querido Arístides Royo, queridos amigos:
Voy a hablarles de un ovetense ilustre, Indalecio Prieto Tuero, nacido unas calles más arriba, en el número 25, hoy 23, de Magdalena donde colocamos una placa en su centenario que, hogaño, querido Wenceslao, Alcalde, debería mejorarse.
Es curioso que de los tres homenajeados en esta mesa, resulta que es el único que no traté personalmente, pues sí tuve el honor de conocer a Renato Ozores, tan bien glosado por el presidente Royo, y a Wenceslao Roces, del que se ha ocupado también magníficamente Benjamin Rivaya.
Permítanme que muestre todo mi afecto al expresidente panameño y a su esposa. Aristides es asturiano consorte y como tal le conocí en La Habana en la Cumbre de Países No Alineados, en cuyo séquito acudían su predecesor Omar Torrijos y una gran personalidad que meses después sería Ministro español de Justicia, el muy querido Fernando Ledesma, que solucionaría uno de los importantes problemas de esta región con el cierre de la llamadas cárceles modelo ahora Archivo Histórico.
La familia Royo ha sido incondicional de nuestras fiestas mateínas y su presencia entre nosotros es siempre gratísima y enriquecedora como acabamos de constatar esta misma tarde.
Don Arístides nos ha hablado de don Renato Ozores y yo no puedo menos que corroborar sus palabras, su afecto y su entusiasmo. Renato fue un asturiano de calidad. Fui testigo cualificado de esa imagen llorando ante la Catedral a su vuelta del exilio. La última vez, el matrimonio Ozores se alojó en el Hotel España desde donde les acompañé en el momento de esa llantina de la Plaza de la Catedral, a la que se ha referido el Doctor Royo. Don Renato, un magnífico escritor, cuya obra sus hijos han donado emotivamente a la Biblioteca de El Fontán, se fue de Asturias el 12 de Octubre de 1937 y no quiso legítimamente volver a la locura de la guerra que duraría aún casi dos años. Esa decisión permitió otra imagen a la que entrañablemente se refirió donAristides, el conocimiento de Rita, pronto su mujer. Me consta que vio por primera vez el Pacífico a la vez que los grandes ojos de Rita de los que quedó prendado con el fondo de la mar océana.
Nos acoge su Facultad de Derecho y en su brillante trayectoria estuvo la Cátedra de Derecho Mercantil, colega pues de Aurelio Menendez, al que también se hizo referencia con el entusiasmo en el que insisto,
Y Wenceslao Roces, al que visité en su casa de México, suegro de un gran ovetense, Ramón Buyllla y abuelo de Arturo, premio Principe de Asturias. Como saben el Premio Nobel suele venir detrás.
Wenceslao, del que en algún libro recogí ya la anécdota que cuenta el profesor Rivaya de su llegada a Oviedo desde Soto de Agües, fue senador en las Cortes Constituyentes, traído desde México a iniciativa de Juan Luis Rodríguez Vigil, que luego sería Presidente de Asturias.
Pero vayamos a la encomienda que se me hace expresamente de hablarles de Prieto.
Se suele afirmar que Manuel Azaña fue el mejor escritor entre los políticos republicanos españoles. Yo no soy imparcial para decir otra cosa, pero acabo de escuchar al que según mis grandes amigos, el poeta Angel Gonzalez y el académico Emilio Alarcos Llorach, era,es, el crítico literario más reconocido, José Luis García Martín, director de Clarín,que el mejor escritor es don Inda, don Indalecio Prieto.
Este fue además un gran americanista.
Su contacto y seguimiento constante con la realidad latinoamericana se produce en París, en su primer exilio de la Dictadura de Primo deRivera. En París, creo que en el Hotel Mont Tabor, en la pequeña calle de su mismo nombre, detrás de la rue de Rivoli y la Place de la Concorde. Allí don Inda se interesa por la democratización de las repúblicas americanas, y de forma especial por México y Chile.
Sobre don Inda y sus viajes a Oviedo tengo una publicación en el catálogo de la exposición que ha patrocinado la Fundación Indalecio Prieto, que preside el asturiano Alonso Puerta, y con la que tanto colabora Etelvino González,al que felicito por su libro sobre otro ovetense, Teodomiro Menendez, tan íntimo de Prieto del que sería Subsecretario y confidente.
Pues Teodomiro Menendez acompaña a Prieto, tras cenar en su casa en la Cuesta de la Vega, a la playa del Aguilar al llamado desembarco de las armas del Turquesa.
Creo que es obligado decir aquí, precisamente en la Universidad, víctima de los sucesos lamentables de 1934, el arrepentimiento expreso de Prieto en un acto celebrado en el Centro Español de México, que pide perdón ante los trabajadores españoles, ante el pueblo español por una revolución, mejor unos sucesos revolucionarios, en la que participó tan destacadamente. Tengo el compromiso conmigo mismo, que espero cumplir antes de, en definitiva, irme, de explicarme cómo un reformista, que es lo que define a Prieto,se encuentra inmerso, y casi al frente del momento de desencadenarse,de una revolución.
Cuando Prieto, en plena guerra, deja el Ministerio de Defensa por conocidas disensiones, el Presidente del gobierno Juan Negrín, pretende, basado en las magníficas relaciones latinoamericanas que el ovetense seguía cultivando, se traslade, cruce el charco, de embajador plenipotenciario. El 14 de Septiembre de 1938 Prieto asiste y habla en el Consulado/Embajada de México en Barcelona con motivo de la tradicional fiesta de El Grito del cura Hidalgo.Es el Presidente Azaña el que evita esa embajada de Prieto, pues le quiere cerca,probablemente porque tanto Azaña como Prieto veían imposible ganar la guerra y pudiera ser preciso un gobierno Prieto que nunca se produciría luego. Ya se había cometido el error histórico, en el que insistirá Juan Simeón Vidarte, de que, pese a la voluntad del Presidente de la Republica, Indalecio Prieto no fue Presidente de Gobierno en Mayo de 1936 con la misión de evitar el golpe militar, que no consiguió Casares Quiroga, que lo fue por descarte ante la negativa del PSOE, es decir de Largo Caballero, vetando que Prieto formase gobierno.
Prieto, en plena sintonía con el General Cárdenas se instala en México.
Se ha polemizado mucho sobre cuestiones financieras y las ayudas a los refugiados pero, sin entrar en ello, este tiempo mexicano es muy fértil en el pensamiento político de Prieto, no obstante su mala salud y su distancia de la patria.
Está insuficientemente estudiada la acción política de Prieto, pero adelanto provisionalmente mi opinión de que mientras sus anfitriones mexicanos se adentran en explícitar sus convicciones antiimperialistas, contra los yanquis, como ocurrió en muchos otros países americanos, Prieto busca el auxilio americano para un futuro gobierno democrático en España, con acercamientos en el Sur de Francia, en el repliegue de las guerrillas y en otras iniciativas, incluso a Gil Robles, Ansaldo y otros monárquicos juanistas. Prieto es un gran europeista, el más destacado de los españoles en las reuniones posbélicas de esa Europa que emerge en Francia, Inglaterra y, sobre todo, Holanda.
La acción de Prieto, del lado socialista, es la que, coincidiendo con su muerte en México, fructifica en el llamado contubernio del Hotel Regina de Munich, sobre lo que mucho me hablaron ya entonces Salvador de Madariaga, José María Moutas, Rodrigo Uría y Pedro Rodríguez Arango...y luego Ignacio Fernández de Castro, también antiguo alumno de esta Facultad, a cuyo pequeño partido, FLP,pertenecería yo pasando el tiempo
En fin, Alcalde, acuérdate de la dignificación de la placa.