Gijón en el retrovisor
Un "gol por la escuadra" en el Ateneo Jovellanos para iniciar una batalla política
Alfredo Liñero, en cuya casa de La Corolla se celebró la primera reunión de los fundadores de Democracia Socialista Asturiana, presentó candidatura para presidir la institución cultural gijonesa
Manuel De Cimadevilla | Periodista 31.07.2017 | 04:15
Alfredo Liñero, un empresario que siempre voló muy alto, a bordo de su avioneta.
Las aguas políticas empezaban a revolverse antes de lo que se auguraba como una muerte inminente de Franco. En la cama, por supuesto. En Asturias solamente existía "el partido" -vamos, el comunista- y ya desde la revista leída "Nosotros", en el "Ateneo Jovellanos" se había detectado que las principales voces de la oposición gijonesa a la dictadura franquista eran la del anarquista José Luis Rúa y la del comunista José Ramón Herrero Merediz.
El secretario de la Junta Directiva del "Ateneo Jovellanos", Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos, no paraba de realizar prudentes reuniones con profesionales de todos los ámbitos. Yo fui uno de los escogidos por Pedro de Silva para reunirnos en la cafetería "Europa" -el nombre era simbólico en la selección del escenario- donde soñábamos con la recuperación de los derechos fundamentales y de las libertades políticas. Allí se puso en marcha lo que inicialmente se denominó "Izquierda Regionalista Asturiana" (IRA).
Él fue quien decidió realizar el primer ensayo para calibrar los apoyos que podíamos tener en el "Ateneo Jovellanos", cuyo presidente en funciones, Lorenzo Sarmiento, había convocado el 17 de febrero de 1974 elecciones para nuevo presidente. Inicialmente tres fueron los candidatos que se atrevieron el dar el paso adelante: Manuel Meana, Silverio Cañada y Alfredo Liñero. Sin embargo, el Consejo de Fundadores no aceptó ninguna de las candidaturas presentadas, lo que motivó la dimisión de toda la Junta Directiva, que puso sus cargos a disposición de la asamblea general, que la aceptó el día 27 de febrero, aunque además de solicitar, por unanimidad, la disolución del Consejo de Fundadores, acordó convocar elecciones generales en el plazo máximo de un mes. Tras la retirada de las candidaturas de Manuel Meana y Silverio Cañada, el Consejo de Fundadores aceptó las candidaturas de Ignacio Bertrand y de Alfredo Liñero. No obstante, Alfredo Liñero -bien asesorado por Pedro de Silva- presentó un escrito en el que denunciaba que Ignacio Bertrand no reunía la condición exigida en los estatutos de diez años como socio para poder optar a la presidencia de la entidad cultural.
Un gol por la escuadra que motivó que el desconcertado Consejo de Fundadores retrasase ilegalmente durante diez meses la convocatoria de elecciones hasta que decidió que los candidatos fuesen Claudio Fernández Junquera y Alfredo Liñero Rivero. Pero no se realizaron hasta el año siguiente.
Mientras tanto, Pedro de Silva consideró que había llegado el momento de iniciar su carrera política y, en una comida en Oviedo, en la calle de Cervantes, en el entonces domicilio de Antonio Masip y su esposa Eloína Fernández, donde estuvo acompañado por su esposa Marichón Marbán, se llegó al acuerdo de empezar a caminar. Ambos líderes políticos tenían entonces muy claro que había que repartirse el territorio asturiano. Antonio Masip coordinaría Oviedo y Pedro de Silva, obviamente, Gijón.
Una comida clandestina con Rojas Marcos. En aquellos tiempos se vivía una auténtica proliferación de pequeños grupos políticos por toda España con miles de siglas. Al pensar en una posible colaboración futura, invitamos a venir a Asturias a Alejandro Rojas Marcos, líder de la Alianza Socialista de Andalucía. Me encargaron a mí que organizase un almuerzo en un lugar de seguro y entendí que el menos sospechoso era un lugar oficial. Así que hablé con el director del Parador Nacional de Turismo "Molino Viejo", José Ramón León Espejo -con quien mantenía una excelente relación profesional y lo consideraba un hombre de talante liberal, por lo que le dije la verdad- quien nos dio todo tipo de facilidades para reunirnos a comer en la sidrería, reservada exclusivamente para nosotros. Para una reunión clandestina nada mejor que un parador turístico a fin de no levantar sospechas en la Brigada Político Social. En el transcurso de la comida, Alejandro Rojas Marcos preguntó si creíamos que llegaríamos a tocar "pelo de Gobierno". Y Pedro de Silva, sin pestañear, respondió:
-Estoy seguro de que tendremos que asumir la responsabilidad de gobernar Asturias,
Pero aquella relación con el líder andalucista duró poco tiempo, ya que su Alianza Socialista de Andalucía se integró en la Junta Democrática -que estaba controlada totalmente por el Partido Comunista- a la que eran totalmente contrarios Pedro de Silva y Antonio Masip.
La primera reunión para crear la DSA. Unos meses antes, a finales del año 1974, Pedro de Silva, de acuerdo con Antonio Masip, decidió que la primera reunión para iniciar la constitución del grupo político Democracia Socialista Asturiana (DSA) fuese en la casa que el empresario Alfredo Liñero Rivero tenía en el alto de La Corolla, en Somió. Desde Oviedo y, al tratarse de una reunión clandestina, los asistentes tuvieron que seguir desde su automóvil las luces de otro coche que los llevó hasta el chalé de Alfredo Liñero, que en aquel entonces carecía de vegetación que lo hiciese más discreto a los ojos de los demás. Quienes acompañaron desde Oviedo a Antonio Masip solamente fueron el ilustrado Ramón Cavanilles Navia-Osorio y el arquitecto Ramón Fernández-Rañada. Por parte de la delegación de Gijón -por llamarlo de alguna manera- asistimos, además del organizador Pedro de Silva y del anfitrión Alfredo Liñero, el dueño de "Discoteca", Sergio Morán de la Huerta, el arquitecto Gerardo Fernández Bustillo y yo.
Allí se habló de todo, aunque desde un principio quedó meridianamente claro que tanto Ramón Cavanilles como Ramón Fernández-Rañada no iban a formar parte de aquel grupo regionalista, dado que sus miras políticas estaban en un contexto político con horizontes más universales: la Junta Democrática de Asturias.
Mis recuerdos personales de aquella reunión fueron tan excelentes como el vino con el que nuestro anfitrión Alfredo Liñero tuvo la gentileza de obsequiarnos: botellas de la cosecha de 1970 de "Vega Sicilia", quizás la mejor de toda su historia. En aquel encuentro con personas de ideas progresistas se habló de todo -hasta de ovnis, que tanto Alfredo Liñero como Ramón Cavanilles confesaron que habían visto- y, como colofón, nuestro anfitrión nos sorprendió con un impresionante descapotable "Hispano Suiza" del año 1917, que guardaba en su garaje.
Como entonces no dominaban Gijón, Ramón Cavanilles y Ramón Fernández-Rañada, a quienes les gustaba gozar de la excelencia de la buena gastronomía, le preguntaron a Pedro de Silva dónde podían ir a cenar algo y éste les recomendó el drugstore que, en primera línea de playa, tenía el inolvidable camarero leonés que había revolucionado la hostelería gijonesa, Eustaquio Caballo Sánchez, "Caballito". Los solomillos que degustaron, a juicio de ese paladar exquisito que posee mi amigo Ramón Fernández-Rañada, eran incomibles.
Desde luego, nunca nadie podrá afirmar que Pedro de Silva sea un gran experto en los placeres de la buena mesa, al menos que yo sepa por mi experiencia personal compartiendo muchas comidas con él. Sin embargo, ello no es óbice para que sea una de las cabezas mejor amuebladas -si entonces lo era, ahora, mucho más- de la política asturiana. De eso, no cabe duda.
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Antonio Masip