MONTSERRAT CABALLÉ EN
SU PRIMER OVIEDO
Tengo un recuerdo muy vivo de Montserrat Caballé en Oviedo.
Lo dio bien La Nueva España y erraron otros.
Mis padres habían asistido al inicio de la temporada del
Liceo 62/63, en el que los Fontana, nuestra querida familia catalana, tenía
palco. Con motivo del fallecimiento de Montserrat, varios medios han resaltado su agradecimiento a los Bertrand y
los Rocha que apoyaron sus iniciales pasos. Pues bien, un Bertrand actual, Manuel,
que emparentaría con los Fontana, presidía Amigos del Liceu, durante mi tiempo en
una clínica badalonesa, donde me enseñaban a andar de nuevo, invitándome a su
despacho del coliseo en el descanso de un audaz Don Carlo del que
él mismo discrepaba; por otra parte, Rocha era médico de mi padre, una
eminencia, que le recomendó una cantante, joven e insólita, que encantaría si cantase en Oviedo. Era Montserrat a la que pronto
escuchamos en concierto matinal que dio TVE, aún unicanal blanco y negro. Manolo
Buylla, Presidente de la Filarmónica, luego Alcalde, recibió la llamada de mi
padre estableciendo el debut de la prometedora artista para el 11 de Febrero
1963. Coincidió con el funeral de mi progenitor que retrasó el concierto al 12.
En iniciativa que me sigue emocionando, la cantante se nos ofreció
a la familia a la despedida de San Isidoro. Luis Arrones en sus libros y Jaime
Buylla, mi madre y yo mismo, en este periódico, contamos la decepción que nos
supuso la prohibición del Arzobispo García Sierra a que interviniera como
solista reforzando coro varonil: “¡no
caben voces mixtas!”. Aquel lacónico
sucedido de la autoridad eclesiástica es inimaginable hoy, pero el novelista Pepe
Montero, autor del relato de una soprano y el Campoamor, que organizó ha mucho
también un recital de la cantante en Ripoll, me anima a reiterarlo.
De aquella histórica actuación en el Teatro Filarmónica quedan la crítica de FLORESTAN en la
hemeroteca de este diario y el recuerdo aún latente en los entonces
jovencísimos aficionados que siguen viviendo, Purita de la Riva, ella misma
artista de primera, Eugenio, Luis y Covadonga Bertrand Baschwitz, Buylla,
Mari Chelo Muñiz Toca, Paquirri
G.Villamil A.Buylla, Brígida R. Uría, Paco Álvarez Riesgo...
Cuando preparaba,
desde la Consejería de Cultura, la estrategia para mi ida al Ayuntamiento,
valoré que la imagen que proyectábamos los socialistas en fútbol y ópera, dos
iconos autóctonos, no era la mejor. Entonces, por iniciativa de Pepe Galán y Covi Bertrand, presidenta del Coro
universitario, aún impresionada por el concierto de 1963, trajimos a Montserrat
a dos actuaciones, en el Campoamor y en la Laboral,
que resultaron rebién; la segunda incluso mejor si cabe. La soprano estuvo
además carismáticamente cercana a los estudiantes del Conservatorio que dirigía
Miguel Gomis y del que Javier Gómez Tuñón era presidente de la Asociación de
Padres y Alumnos.
No puedo olvidar tampoco una conmovedora representación que
los Cosmen y Juan y Francisco Rodríguez montaron en el Monasterio de Corias.
Acierto de la Filarmónica rememorar a Montserrat con la
reaparición de su hija y sentidas palabras del Presidente de la Sociedad que la
trajo por primera vez a nuestro Oviedo.