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Y por amor a la memoria//llevo sobre mi cara la de mi padre
Yehuda Amijai//H.Abad Faciolince
La Asociación “Vetusta, Pilares, Lancia…”, cuyo espíritu ovetensista ya está bien reflejado en su mismo nombre, me invitó amablemente a inaugurar su ciclo de conferencias 2018, en el Real Instituto de Estudios Asturianos. El tema sugerido era sobre mi padre, Alcalde como luego yo mismo.
Tal hacía mi progenitor, opté por improvisar sin leer papel alguno, aunque elaboré un guión que relleno de nuevo, antes de forma oral y ahora por escrito con cierta amplitud, para conmemorar familiarmente el centenario del natalicio que en la práctica coincidía con la intervención, en la leve diferencia de escasas semanas. A raíz de ese acto algunos buenos amigos, entre ellos José Girón, catedrático de Historia Contemporánea, me han conminado a dar el testimonio a la estampa. Hay quien nota de menos un mayor tratamiento del contexto histórico que no me decido a hacer en los límites de esta invitación.
CONFERENCIA RIDEA//”Vetusta, Pilares, Lancia…” 15/1/2018
Querido José María Navia Osorio, Presidente de Vetusta…, querida Sofía F. Peña de la Torre, directiva, queridos amigos y amigas que me hacéis el honor de asistir en asunto tan íntimo y comprometido, pero ineludible, pues, pese a esa larga trayectoria política y vital que me atribuye el Presidente, es la primera vez que abordo en público la figura de mi padre. A alguno le sorprenderá. Nadie antes de vosotros me animó a hacerlo.
Quiero cumplir con toda honestidad cívica e intelectual no solo por fidelidad a la memoria, la mía, que pronto sufrirá añosa fragilidad, sino con el rigor histórico exigible que he tratado de aplicar en otras publicaciones de fondo historiográfico aunque no pueda ofrecer garantías de cumplir a gusto de todos vosotros, a los que voy a utilizar como depositarios de mis recuerdos y, al final, como receptores también de un mensaje con mi voluntad postrera.
Esto de hablar del progenitor no deja de ser reto complejo. Borges no se hacía a la idea de que su padre, siendo mayor, hubiera fallecido más joven de lo que él mismo era. Auster y Ford, ambos premios Príncipe de Asturias, tienen también pensamientos coincidentes sobre esa limitación de imaginar al padre, aún más cuando resulta más joven que uno mismo. El mío tenía 44 a su muerte el 10 de Febrero de 1963, cuando yo, sin estar, quiero creer, aún en capilla, me acerco a los 72 y puedo ratificar lo que esos tres grandes literatos mencionados mantenían de sus inmediatos antepasados. Un grandísimo amigo y colaborador, Juan Álvarez, gran ordenador urbanista del ejemplar barrio de La Florida, estaba obsesionado con auténtico miedo a no superar la fecha exacta de la vitalidad paterna y yo me reía pero no dejé de estar pendiente a mi vez de la fecha que me correspondía como si se tratara de un peligroso conjuro enloquecido.
OVETENSE HASTA LA MÉDULA
Valentín Masip nació en las llamadas Casas del Cuito, edificio singular del llamado “ensanche”, en el actual número 23 de la calle de Uría. En ese mismo bloque emblemático, de hermosa fachada, vivieron Conchita y Santos Muñoz e Ignacio Quintana, que están esta tarde aquí. Conchita me recuerda cómo mi padre hacía la señal de la cruz al salir del portal y otros vecinos cómo mi abuelo Rogelio también al salir para el Instituto llevaba consigo, siempre, paraguas. Como quiera que le preguntaran por qué lo hacía incluso con sol contestaba que en Aragón adivinaba el tiempo pero nunca en Asturias, sujeto a cambios bruscos que no dominaba.
En la misma caja de escalera vivía el resto de la familia Acevedo, Esther, casada con Juan Barthe, padres de Emma, la que sería mujer de Pepe Tartière de las Alas Pumarino, Conde de Santa Bárbara de Lugones, y Olimpia, casada con Esteban Matanzo. Pilar, hermana de Emma, Esther y Olimpia, se casaría con el abogado José Álvarez-Buylla Godino y pasarían a establecerse en la calle Marqués de Santa Cruz, en otra edificación modernista característica. El bisabuelo, abuelo de mi padre, don Valentín Acevedo, también catedrático como Rogelio, su yerno, en el mismo Instituto, en su viudedad pasó a vivir a casa de mi padre y abuelos.
Don Valentín y sus hijas provenían de León donde se hizo popular el dicho:”Tres cosas hay en León que no hay en el mundo entero/La Catedral, San Isidoro y las hijas de Acevedo”
Vecino del 25 era Sabino Álvarez Gendín, luego rector, catedrático de Derecho Administrativo, del que sería ayudante tío Julio, hermano mayor de mi padre.
El Alcalde Beltrán Rojo, padre del gran poeta Fernando Beltrán, terminó con las carboneras que ocupaban el entresuelo y la acera. Fue una medida drástica con lo que se ensanchó la calle, mejoró la imagen de la fachada y la calle Uría, libre de ese obstáculo, recuperaba la larga recta que con su continuidad en Fruela llega al llamado "Oviedo redondo", anterior al ferrocarril. A primeros del siglo pasado, El Carbayón anunciaba el traspaso de botica en Rosal, 1 "enfrente de la Estación del Norte".
El abuelo Rogelio había nacido en Caspe y su familia provenía de Llardecáns/Lérida, vía Bujaraloz. Era catedrático de Matemáticas por lo que viene a Oviedo tras obtener plaza de funcionario. Tiene varias publicaciones y leyó el discurso inaugural de un curso académico de la Universidad sobre Pedrayes, encargado a Rey Pastor. Lo ha recordado aquí mismo, y en su magnifico libro “Agustín de Pedrayes“, José Manuel Álvarez, Pravia.
Mi padre guardaba un gran recuerdo como pedagogo de su maestro de primaria, el republicano don Pablo Miaja, que hubo de exilarse al término de la guerra y que no ha mucho, creo que por iniciativa de Cándido García Riesgo, concejal de Educación conmigo, y de Manolo Lombardero, el editor, gran amigo del poeta Ángel González, se ha recuperado el nombre del Grupo Escolar que durante un tiempo se llamó Menéndez Pelayo en la calle General Elorza.
CASA MUY POLITIZADA
Mi padre no solo vivió muy intensamente la convulsa situación política del país sino que nace en un hogar y una familia muy politizados.
Don Rogelio, según Oscar Alzaga y José Girón, forma parte del partido socialcristiano, introductor de la Democracia Cristiana en España.
Al final de la Dictadura de Primo de Rivera, el Gobernador General Zuvillaga hace a mi abuelo diputado provincial/visitador del Hospital. Es por nombramiento, no por elección.
El General recibía el apelativo de "Manzanina"; Luis Barthe, primo de mi padre, tuvo un divertido incidente infantil con el gobernador al llamarle públicamente por su mote.
Don Valentín Acevedo está influido por el llamado Grupo de Oviedo, krausistas que seguían a Adolfo Posada, Rafael Altamira, Adolfo Buylla, Clarín…Como entusiasta republicano asiste al Colegio electoral, creo que en la Escuela Normal, unos números antes de la propia calle Uría, el 12 de Abril del 31. Mi padre me contó varias veces, pues le influyó mucho, que esa fue la última vez que su abuelo salió de casa, donde fallecería a primeros de Junio.
Es imaginable la controversia entre mis abuelos, Rogelio y Emma, que sostenían la Monarquía, y don Valentín, la República. A José Buylla los nuevos concejales y partidos le ofrecen la Alcaldía el 14 de abril, en medio del delirio popular como consta en el Acta del Ayuntamiento y en el libro de la historiadora Carmen Benito del Pozo,”El Ayuntamiento republicano de Oviedo” de editorial Pentalfa. Tras la negativa expresa de mi pariente, tampoco acepta el cargo el socialista Teodomiro Menéndez.
En mis primeros años de Alcalde recibí una mañana al escritor Juan Antonio Cabezas que me traía, emotivamente dedicado, su libro “Morir en Oviedo”. En las primeras páginas cuenta el incidente producido con el director del Instituto, situado entonces donde el actual Colegio de los dominicos, porque Antonio Ortega, luego mentor en Cuba de Cabrera Infante, del que, como ha recordado el Presidente, yo tomaría Brubru para mi crónica sabatina de la Bruselas europarlamentaria, y él mismo, Cabezas, pretendían colocar la bandera tricolor. Mi padre me había contado la versión del suyo contrario a colocar prematuramente la enseña republicana. Cabezas omite en su obra el nombre de mi abuelo por deferencia hacia mí, temiendo quizá me incomodara como cuento el pasado sábado, en mi columna sabatina de La Nueva España, con Ángel González y el expediente de depuración de Maruja, su querida hermana, instruido por don Rogelio.
La abuela Emma provenía por línea materna de una vieja familia liberal de origen en el Piamonte italiano. Nuestro antepasado, Juan Bautista Agosti Peleari viene a España como médico en las tropas invasoras de Napoleón y, según la leyenda familiar, se pasa a los resistentes antinapoleónicos por amor a una bella española. Según la versión familiar era también contrario al engaño a los españoles pues creía que pasaban hacia Portugal y no para quedarse.
En el Archivo Municipal se guarda un documento manuscrito de este Agosti, de fuerte carácter, al que aluden Palmira Villa, en el primer tomo de su admirable obra sobre el Archivo, que estuvo a su delicado cuidado, y también Melquíades Cabal en su discurso de ingreso en este Instituto. Hijo de ese primer Agosti españolizado es don Fausto que pasando los años sería cuatro meses Alcalde de Oviedo y que, como primer teniente de Alcalde, encabeza la mayoría del consistorio que impone al Alcalde conservador Longoria Carvajal, en minoría, el derribo arboricida de El carbayón que pasaría a ser gentilicio sinónimo de ovetense.
Es una bendición que tengamos en el consistorio un Archivo ejemplar, que fue mantenido heroicamente por Palmira Villa y hoy a cargo de una intelectual relevante, Ana Herrero.
Todos sabéis que me adscribo a los que sostienen que La Regenta es novela de la que quedan aún claves por descubrir. Emilio Campos/Ernesto Conde; que sabe mucho, sostiene que el “exalcalde liberal Foja”es José González Alegre. ¿Y porqué no Fausto Agosti? De momento coincidirían el carácter de “ex alcalde liberal”, la F de Fausto y probablemente la o, au para un afrancesado como Clarín. Un magnifico busto de este segundo Agosti, pariente colateral de mi padre y mío, fallecido en estado de soltero, está en el paseo central del cementerio subiendo a la derecha. En ese panteón se siguen enterrando miembros de la familia. A su lado está, en terreno cedido por el municipio, la tumba de mi padre y enfrente las propias de mi familia materna.
En cualquier caso, la controversia que vivió mi padre entre los suyos el 12/14 de Abril debió de ser notable e influyente en un chaval de trece años (José Buylla, Valentín Acevedo…)
REPÚBLICA
Mi padre asiste durante la República a varios actos políticos de signo diverso de los que me dio cuenta. Su amigo Hipólito, Polo, Argüelles, vecino del Cuito y compañero de Universidad, es pariente de Leopoldo Alas Argüelles, subsecretario de Justicia y luego rector, al que me consta escucharon.
Como a muchos jóvenes estudiantes le afectó negativamente la llamada revolución de octubre del 34. A raíz de la misma y con el indulto de la pena capital a los dirigentes se plantea una huelga escolar, en la que su primo Valentín Buylla Acevedo es esquirol destacado, oponiéndose a aquella pretensión de ejecución y muerte. Un informe de Carlos Vega, secretario general asturiano del Partido Comunista, publicado no ha mucho, da, probablemente de forma errónea, a otro primo de mi padre, Pepín Buylla, que regresaba de Bolonia, donde se había doctorado, como simpatizante de los revolucionarios.
Mi padre queda de aquellos acontecimientos del 34 muy afectado anímicamente. Es dramático el error del Partido Socialista de haber desencadenado esa mini revolución, que era un intento de golpe de Estado violento. La ejecutiva socialista, con la excepción de Fernando de los Ríos, fue culpable. Y nueve años después Indalecio Prieto, ovetense de la calle de la Magdalena, en 1943 en la ciudad de México pediría perdón a la clase trabajadora y al pueblo español por su directa responsabilidad. En la novela que probablemente nunca terminaré pretendo perorar sobre la contradicción de cómo Prieto, un reformista, apoya que se desencadene la violencia revolucionaria.
Pasando los años, Salvador de Madariaga, que me recibió en su casa de Oxford, 3 Saint Andrews Road, analizaba que el 34 había propiciado, o justificado en parte, el posterior golpe de los sublevados de Julio de 1936. Un golpe de Estado, como ha ocurrido recientemente en Cataluña, no tiene jamás justificación democrática pero es indudable que se paliaba la posición argumentativa en alguna medida.
GUERRA CIVIL
Muchos años después mi abuela Emma me dijo que teníamos parentesco lejano con el líder de la CEDA, José María Gil Robles Quiñones, “por los Quiñones de Ponferrada”, pero que “había procedido a olvidarlo por las vacilaciones de don José María en tiempo bélico”. En esa misma línea de olvido selectivo, nunca supe, y lo he dicho ya en algún libro, si teníamos algo con el excelente escritor republicano Paulino Masip, con orígenes como nosotros en Lérida. Una hija de este Paulino, Carmen Masip, como mi hermana pues, tiene a su nombre, por su apoyo a la música, una plaza del encantador pueblo mexicano de San Miguel de Allende.
Tras el asesinato de José Calvo Sotelo en Madrid, con participación de la policía gubernativa, Gendín, vecino como señalé antes, y en contacto con los conspiradores, y en especial con el Comandante Caballero, que había vuelto a la ciudad para preparar el golpe, le pide a mi abuela que le deje abierto uno de sus balcones a Uría para deslizarse por la fachada si la policía viniese a detenerle. Mi abuela cumplió el cometido que le preocupaba por el riesgo físico que Gendín correría. No sería necesario pues pronto llega el domingo 19 de julio, Aranda se levanta entre las cinco y las seis de la tarde y Caballero se une enseguida desde un garaje de la calle Matemático Pedrayes en el que se refugiaba, encubierto por Ricardo Fernández Lucio, que emparentaría muy luego, a través de su hija Mari con la familia Buylla. Mi padre se apunta de inmediato voluntario de los sublevados incorporándose a lo que se llamó Batallón Ladreda, organizado con paisanos civiles por el antiguo artillero y exalcalde Fernández Ladreda, cuyo nieto, munícipe hoy, asiste a este acto.
En el sitio de Oviedo, mi padre tendrá de compañero inseparable a quien lo había sido en el Instituto y Universidad, Sabino Fernández Campo. Por el General Daniel Noval y el publicista Evaristo Casariego, con el que coincidí en este Instituto, siendo él Director y yo Presidente, sé que mi padre toma el famoso contacto con los adelantados de la columna llamada gallega el 17 de Octubre de 1936.
Hasta aquel momento Aranda y Caballero habían evitado los paseos y sacas de presos que se generalizan luego con el seguimiento de Tejeiro y los suyos a las instrucciones genocidas de Mola; todo lo contrario en el tiempo de lo que ocurre en zona republicana donde se producen los asesinatos indiscriminados (Romualdo Alvargonzález, Mariano Merediz, el catedrático melquiadista Beceña…) en las primeras semanas hasta que el Gobierno, con el traslado de Sama a Gijón el 6 de Setiembre y la creación del Colegio de Abogados y, en Octubre, el Tribunal Popular, logra, en significativa manera, hacerse con la situación.
Mi padre se hace Alférez Provisional, pronto con mando de Teniente, y bien le recuerdo diciéndonos que a los 18 años “mandaba 180 hombres”. En esa calidad, herido varias veces, se convierte en “héroe” sobre todo a raíz del desembarco fallido en Cartagena la noche del 5 al 6 de Marzo de 1939, uno de los escasos yerros de la estrategia militar de Franco.
Lo cuento en “Desde mi ventana” y Luis Romero en "Desastre en Cartagena", novela historiada. Mi padre estaba preparado para el desembarco en el “Castillo de Olite”. Tuvieron una mala información de la inteligencia militar.
Eloina, mi mujer, y yo estuvimos hace años en el lugar: Una auténtica ratonera, las baterías republicanas dispararon a placer cuando el Castillo de Olite entraba por la bocana del puerto. Hubo centenares de muertes. Mi padre, al que los suyos también creyeron fallecido, se salvó de milagro, y salvó a algunos otros, tras saltar por los aires y alcanzar la costa a nado de un solo brazo. Los republicanos le hacen prisionero y tienen el gesto humanitario de operar sus heridas en el Hospital de campaña. Subiéndole en camilla a un segundo piso, me contaba que, pese a su comprometida situación, no pudo menos de sonreír con que sus captores, a punto de ser derrotados, tenían colocado en la escalera un gran poster del Gepeto de Pinocho con la leyenda “El Generalísimo”.
Por la que fue Alcaldesa, Eloina Suarez, y, sobre todo por su hermana supe del emocionado encuentro tras el fin de la guerra entre mi abuelo y mi padre, dado, como decía, por muerto. Las hermanas Suárez y otros alumnos hicieron un entrañable homenaje en memoria de don Rogelio al llegar el año 2.000 pues parece que mi abuelo había utilizado ese fin de siglo, al que esperaba algunos de sus alumnos llegasen, como pretexto para la intrincada explicación del tiempo.
ORLA DE "ESTUDIANTES SOLDADOS
En la orla, bajo el Rectorado de Gendín, destituido y asesinado Alas, y con mi tío Julio, como profesor auxiliar, están Torcuato Fernández Miranda, pronto Director General de Enseñanza y luego Rector, conocido Preceptor del Príncipe de Asturias y Presidente de las Cortes, el citado Sabino Fernández Campo, con tanto papel en la desarticulación del golpe de Estado del 23-F, Enrique Llovet, autor y critico teatral, Rafael Fernández Martínez, luego gobernador de Tarragona y fiscal jefe de Asturias, el praviano Manuel Meana e Hipólito Argüelles, ambos íntimos de mi padre, Labadíe Otermín...
EL COXÍU BUYLLA
Mi padre retoma los estudios de Derecho y se hace abogado abriendo bufete con Gonzalo Pumares en la calle Cimadevilla, la calle de El Comercio de La Regenta y de la botica de su antepasado Juan Bautista. Sus padres por razones de salud de don Rogelio se trasladan a Madrid, donde mi abuelo sería profesor del Instituto Beatriz Galindo. Con esa ausencia de Oviedo mi padre decide seguir de abogado y pasa a vivir a casa de sus tíos Pilar y José Alvarez Buylla. Por testimonios de compañeros de mi padre sé que no estaba muy a gusto con las discusiones vespertinas de la sobremesa pues José Álvarez Buylla no ocultaba su carácter de “librepensador” que incomodaba a mi padre y sus prejuicios supuestamente de cristianismo ortodoxo. Mi padre tenía el despacho de Buylla, que luego continuó su hijo mayor, en el mismo piso, pero por la razón que fuere, optó por ejercer fuera.
Cuando se desmanteló no ha mucho la casa de Marqués de Santa Cruz, mis primos segundos me permitieron coger una decena de libros, que luego fueron algunos más, y, en efecto, Pepito Buylla guardaba huellas remotas de su carácter krausista (Taine, Renan, Buffon, Nietzsche, Duque de Rivas, Schopenhauer, Faure, Le Dantec, Van Gennep). Buylla fue alumno de Clarín y asesoró a Marino Gómez Santos en su libro sobre Leopoldo Alas, obra que el autor le dedicó agradecido. En el que fue su despacho tenía accesible El libro de oro del Partido Radical que no encontré ya cuando escogí los autores antes citados.
No encontré tampoco entre los libros de Buylla el muy importante de Rafael Zamora, Marqués de Valero de Urría, al que dedicó una necrología. Es muy posible que en el momento de mi repaso a las viejas estanterías, yo no conociese la importante obra de tan singular autor por lo que a mí se me pudo escapar.
Cuando mi padre se quejaba del librepensamiento de su tío, este públicamente estaba ya domesticado de su antiguo radicalismo que le habría llevado, aunque se mantuvo neutral en la campaña de Febrero, a expresar su contento a la familia con el triunfo del Frente Popular en 1936. Por miedo familiar ante el hecho de haber sido republicano constituyente, su hijo Valentín Buylla Acevedo se había enrolado en una “bandera de Falange”. Según me dijo Arturo, primo muy querido de mi padre, hermano de Pepín y Valentín, éste había dado ese paso “para salvar la vida de su padre”. Lo cierto, y documentado, es que José Álvarez Buylla, con su prestigio de abogado liberal, pese a alguna primera reticencia, avala con su voto la abrupta propuesta de Eusebio González Abascal, que, pistola sobre la mesa, impone, contra el Decano Moutas Merás y Sabino Gendín, ya rector, la conversión del Colegio de Abogados en Sindicato de Falange y Justicia; acuerdo recogido en acta, que suspendería luego el Ministro Conde de Rodezno desde el gobierno de Franco en Burgos.
Bien retengo la imagen de tío Pepito, el coxiu Buylla, subiendo con sus inseparables bastón y sombrero calle Santa Cruz arriba, y reuniéndonos en su casa a celebrar su onomástica por la festividad de San José. En la vecindad estaba el dentista Teodoro López Cuesta, padre del que sería rector, que sufrió larga cárcel y de cuya pronta detención como concejal socialista da cuenta Gendín en su famoso diario de guerra, creo que inédito todavía pese a lo mucho que ha sido citado.
En este Real Instituto que nos acoge ha sido publicada la importante biografía de Benito Álvarez Buylla Lozana, Silvio Itálico, por Plácido Prada, de amplias referencias a su primo José, con el que coincide en sus estudios de doctorado en Bolonia.
GUERRA MUNDIAL
Por lo que cuenta mi madre en sus memorias de La Nueva España, dictadas a Javier Morán, que sus hijos hemos vuelto a publicar, interpreto que mi padre, manteniéndose en el espíritu de lo que se llamaba enfáticamente “Nuevo Estado” tiene un primer distanciamiento por la proliferación de penas de muerte que le afectan hasta el llanto.
Siendo mis padres novios, él es llamado de nuevo a filas. Entiendo que coincide con el miedo del régimen, que relata Ramón Serrano Suñer, el cuñadísimo, a un posible desembarco de los aliados en la costa cantábrica que probablemente jamás se planificó.
Tengo para mí que mi padre vivió unos años de euforia pro alemana, si bien se desconocían entonces las barbaridades nazis. Es, no obstante, el contacto con la familia Hidalgo la que atempera el sentimiento faccioso. Mi abuelo, Antonio Hidalgo, director ya del Banco Herrero, es totalmente partidario de Churchill y de los aliados. Gracias a Josechu García Braga, tío de nuestro Presidente, tengo noticia significativa de la presencia de mi padre en el concierto inaugural del Teatro Filarmónica con la Orquesta de la Radio Alemana. Era indudablemente un gran aficionado a la música y no debería extrañar su entusiasmo pero no deja de ser significativa la fecha de tres semanas antes del desembarco de Normandía, la presencia del industrial Rohmer y otros confidentes del Cónsul del Reich, uniformados, y que aquella ovación trascendía el premio a la labor de los músicos. Es muy curioso pues a la vez mi abuelo Hidalgo es contertulio de la confitería El Buen Gusto de la calle Fruela, donde también el abuelo de Javier Junceda y, supongo, el padre de Conchita y Santitos Muñoz, resultan atacados como todos los tertulianos en el periódico Región. Mi abuelo conservaba doblado en su billetera este recorte que, junto a una multa a mi madre de 25 pesetas por supuesta desafección al régimen, había asistido a un baile en el aniversario de José Antonio Primo de Rivera, me entregó solemnemente en 1973 en cuanto la flebitis de Franco era prueba irreversible del fin del régimen. Hay que ponerse en las claves hemerográficas y lingüísticas del momento.
El íntimamente guardado recorte es de 6/2/1944: Invitamos a los que no se han convencido a contemplar el panorama de Europa con el ejército alemán en completa derrota.Les invitamos a que nos digan cuántos minutos tardaría en implantarse el comunismo en el continente, llevándose por delante a los que hoy se dedican a hacer antipatria, amparados en cualquier tertulia de casino, de café o de confitería que hay para todos los gustos. ¡Arriba España!
(Lo reproduzco en mi "Cuentos y cuervos".)
Me parece claro que mi abuelo materno y mi padre, su futuro yerno, contemplaban el fin de la guerra mundial de forma harto diferente.
Hay quien me ha llamado la atención al hecho de que durante la guerra cuando Franco decreta la vuelta a la bandera monárquica y el fin de la tricolor, el edificio del Banco Herrero tarda más de un día en acatarlo lo que se atribuía a la supuesta, y errática, neutralidad de las familias Herrero e Hidalgo.
Mis padres se casan en Julio de 1945 y mi padre se distancia cada vez más del perfil gubernamental imperante. Cuando nazco yo hay ya la costumbre familiar, consolidada a lo largo de los cincuenta, de escuchar todos los días las emisiones en español de la BBC y de Radio París. Si no esperaban la entrada de los aliados y el fin del régimen poco faltaría. Esa tendencia crítica, aunque críptica, con lo que estaba pasando, aún dentro de la derecha política, es prácticamente común a las dos familias que convergen y cada vez de forma más acusada en mi padre, abogado indudablemente brillante.
FAMILIA MASIP HIDALGO
Mi padre se refugia en sus lecturas y en la escritura de teatro, al alimón con su amigo más joven Manuel Mairlot Salinas, con el que termina varios obras, que mi hijo ha digitalizado, descubiertas a su muerte, ignoradas incluso por mi madre, nada partidaria de esos distraimientos, pero que no nos hemos decidido a publicar pues se trata de piezas fuera de época, de no muy consolidada carpintería teatral, carentes todavía de voz literaria propia y de calidad, aunque apunten maneras. Es, sin embargo, significativo que el actor, de origen asturiano, Valeriano León, se planteó un posible estreno en el Madrid de los primeros cincuenta.
CASONA
A través de Pepe Rodríguez, "Casona", gran abogado, vecino de la Calle Cabo Noval, mi padre recibe las obras inéditas de su hermano Alejandro, exiliado en Argentina, que regresaría a España con gran éxito de público lindando el 60. Incluso mi padre y Alejandro Casona mantienen un contacto personal en Barcelona.
La cercanía a Casona y la lectura dramatizada de aquellas piezas la realizan unos amigos en la Imprenta Grossi, ¿calle Santa Susana?, y bien recuerdo que nuestro vecino del piso de abajo, Juan Eladio Llaneza, gran amigo de la familia, advierte amistosamente a mi padre que no lean "Nuestra Natacha", anterior a la guerra, por "sus connotaciones comunistas".
En fechas posteriores se da en el Campoamor "La dama del Alba" y yo tengo la juvenil osadía de criticar al dramaturgo cangués la última escena. Mi carta se la hace llegar mi padre al propio autor pues él mismo, pese al gran entusiasmo que le profesa, no le considera comparable al Valle Inclán de "Divinas Palabras" cuyo montaje de Tamayo, con Nati Mistral en el papel de Mari Gaila, le parece muy superior.
BBC y RADIO PARIS
Ese distanciamiento político indudable de la Dictadura lo evidencié de muy niño cuando Adelita del Campo y Francisco Diaz Roncero, que me parece estoy escuchando, alternaban sus impresionantes voces radiofónicas parisinas recitando la Elegía a la muerte de Sánchez Mejía, que al día siguiente me aprendí de memoria en la extraordinaria edición de Arturo del Hoyo. Le pregunté a mi padre, que bien me animó a leer aquel tomazo de las completas lorquianas, por qué habían matado a Lorca y, sin rodeos, me contestó,”lo mataron porque era bueno”. Jamás se me olvidaría aquel laconismo hipercrítico. En esos días, 1956, mi padre me animaba a escribir,¡yo tenía diez años!, un periódico familiar que luego pasaban en la máquina de su despacho Atilano,mecanógrafo, ¡ y Alfonso Arias que está aquí ahora mismo! Mis artículos eran totalmente políticos, aunque de ingenuidad infantil; mi padre no solo toleraba sino que los fomentaba leyéndolos a las visitas haciéndome especial felicitación cuando criticaba, por ejemplo,la celebración del veinte aniversario de Calvo Sotelo.
Ese año de 1956 se produjo la muerte de Moscardó, el héroe del Alcázar de Toledo. Los dominicos del Colegio, que exquisitamente no realizaban arengas políticas pro régimen y cuyo ánimo a que leyéramos, por ejemplo, a Juan Ramón Jiménez, exiliado en Puerto Rico, resultaba grato a mi padre, nos reunieron inopinadamente una mañana en el salón de actos y nos dieron a conocer la legendaria conversación de Moscardó que le aproximaba a Guzmán El Bueno. Aquel diálogo en la voz del fraile que lo leía era impresionante, así que en cuanto llegué a casa le dije a mi madre:”Franco debe ser buen gobernante”. Con una intensidad que nunca olvido tampoco, mi madre me replicó:”pues la opinión de esta casa es de que es un mal gobernante”. Quedé helado pero más cuando al año siguiente los que yo entendía emisarios de ese Franco, malgobernante, quieren hacer a mi padre Alcalde, que yo bien intuía era cargo de estricta confianza.
Es comprensible que yo no me aclarara.
MADARIAGA
De aquellas emisiones retengo también muy dentro la voz de don Salvador de Madariaga. Mi padre era un entusiasta suyo, lo que compartía el carismático médico Plácido Buylla, hermano de José y ambos con la herida profunda a flor de piel del asesinato por fusilamiento de su otro hermano, Arturo, delegado del gobierno en Marruecos en el momento del alzamiento africanista de Franco. A este Arturo, padre de Ramón, al que conocí en México, y abuelo de Arturo, investigador de la Rockefeller neyorquina, premio Príncipe de Asturias y quizá pronto, dicen, Nobel, le dedico un capítulo de mi libro “De Oviedo a Salinas por el Eo”.
Mi padre devoraba los tomazos de Madariaga del que discrepaba alguna vez por sus crónicas radiofónicas pero al que admiraba por su escritura y rigor académico. Ya fallecido mi progenitor, en cuanto pisé suelo británico para aprender inglés, tomé contacto telefónico con don Salvador, le visité en Oxford y mantuve correspondencia con él y la que luego fue su segunda mujer, y viuda, doña Emilia, Mimí. En mi tiempo de parlamentario pude apreciar la importante labor europeísta de Madariaga de cuyo trato personal siempre me he sentido orgulloso. Me puso en contacto con un ovetense singular, Carlos Prieto, gran melómano, impulsor de "Acerías de Monterrey", que conocía a los míos, sobre todo a don Rogelio, del que me habló, como varios otros, con entusiasmo.
Con motivo de la reválida de cuarto, o la de sexto y último curso de bachiller, que debíamos pasar en el Instituto escribí ampliamente sobre alguno de los pensamientos de Madariaga. Al volver a casa mi padre temía que me suspendieran por citar con tanto entusiasmo a un exilado pero fue lo contrario pues obtuve excelente nota.
Dedico a Madariaga un capítulo de mi "Oviedo, al fondo".
LA PIRINAICA
Escuchábamos París y Londres como un rito pero no Radio España Independiente, llamada también La Pirinaica, a cuyo director, Ramón Mendezona, conocí ya en democracia, aunque en el tardofranquismo traté a Jordi Solé Tura, luego ministro, uno de sus emblemáticos redactores.
Aunque la Pirenaica pasaba supuestamente desapercibida entre la burguesía ovetense, una mañana el todo Oviedo comentaba que la noche anterior un locutor, o locutora pues no lo oímos en directo y tuve solo referencia de terceros, preguntaba "¿Quién manda en Asturias?" a lo que otro habría respondido "un abogado del Estado, con cara de tonto llamado Álvarez de Toledo".
Se habla mucho de las emisoras de ruido para impedir las buenas escuchas de las radios extranjeras. Tuve luego pruebas evidentes de la emisora instalada en el Naranco, cuyos aparatos seguían allí cuando tras un magno convenio urbanístico con el Ministerio de Defensa el Ayuntamiento adquirió las instalaciones militares de la cumbre. Bien recuerdo que el Coronel Regueira de la Guardia Civil me advirtió que debían proceder a la retirada de artilugios de ruido aunque llevasen años inservibles.
Creo sinceramente que, salvo algunas noches, el obstáculo iba dirigido más a Radio España Independiente que a la BBC y París que entiendo haberlas oído sin interferencias cientos de veces. Alguna vez que las tuvimos oíamos Radio Netherland, que a mí se me hacía difícil relacionar con Holanda.
Nuestro recorrido nocturno por el dial de onda corta se completaba en ocasiones con retransmisiones desde la Scala o el San Carlos, ya Nápoles y/o Lisboa.
De vez en cuando llegaban a casa, vía Marruecos, panfletos de la República Española en el exilio, cuya recepción mi padre no daba importancia alguna pero que yo no dejaba de leer. Años después cuando fui abogado de don José Maldonado, último Presidente de la República, le pregunté por esa vía de correo postal marroquí pero me aseguró desconocerla.
SUEZ, HUNGRÍA
Unas veces apoyado en las radios extranjeras y otras en Paris Match, lectura obligada en casa de los abuelos Hidalgo, mi padre promovía muchos temas de política internacional. Los asuntos de Suez y Hungría llegaron a angustiarme. Sobre el primero me repetía las palabras de Guy Mollet, primer ministro la SFIO, socialista, "sé lo que es una batalla que ha de evitarse. Soy huérfano de guerra". La portada de un reportero de París-Match muerto en Budapest dio pie a una broma que me resultó muy pesada:"Os voy a dejar para ir voluntario a Hungría".
MARCOS PEÑA, ALONSO VEGA, LOS HERRERO
Volviendo al cargo de Alcalde y pasando el tiempo pude saber, más o menos, lo que estaba pasando alrededor con Franco para arriba o para abajo.
Mi padre se mostraba remiso a aceptar el cargo. Mi madre tampoco quería, no solo por razones políticas sino profesionales pues era consciente de los éxitos de su marido como abogado, que se verían afectados.
Franco había designado a Camilo Alonso Vega como Ministro de la Gobernación. Los historiadores lo presentan como una reacción contra el aperturismo que habían supuesto Joaquín Ruiz Jiménez en Educación y el Movimiento estudiantil de 1956. Es un tanto contradictorio que mi padre entrase en política con un paso atrás del régimen. Creo que la situación ha sido compleja y no caben análisis simplistas ni para juzgar las situaciones ni las personas.
A la vez que cae Ruiz Jiménez, al que yo conocería muy luego, también se sustituye a Ramón Fernández Cuesta, secretario general del Movimiento, prototipo de lo que llamaban camisa vieja del falangismo. Alonso Vega destituye, por razones que ignoro, a Labadíe Otermín, santanderino, compañero en la orla universitaria de mi padre. Don Camulo nombra gobernador civil al turolense, Marcos Peña Royo, que habiendo hecho la guerra civil y siendo falangista tiene un perfil menos acusado, o exaltado, que Francisco Labadíe. Resulta que los principales falangistas de la región, Fernando Beltrán, que llevaba solo 22 meses de Alcalde, Ignacio Alonso de Nora, Presidente de la Diputación, y otros más, se plantan, solidarios con Labadíe, y dimiten. Alonso Vega que ya había mostrado su dureza con los suyos mismos haciendo sustituir de inmediato por unos casos de corrupción a la llamada guardia de asalto por la guardia civil en el control de tráfico, no tolera el plante y se queda sin autoridades locales. Peña Royo, aislado, enfrentado a la Falange local, mantiene por delegación ministerial el pulso contra Labadíe, que, sin apoyo en la secretaria general del Movimiento, acepta la Dirección estatal del INP. Alonso Nora inclina pronto el espinazo reclamando la delegación provincial de ese INP que, en principio, iba a corresponder a Antón Rico Eguibar, luego teniente de Alcalde, y Alcalde a la muerte de mi padre.
Como la tensión se mantuviese, no obstante, el nuevo gobernador hizo valer su condición de abogado del Estado y pide ayuda a sus compañeros de la Delegación de Hacienda, en concreto a Pepe Álvarez de Toledo, que actúa de jefe, a López Muñiz y a Monte Nuño. Es Pepe, Pepito, Álvarez de Toledo el que le da la solución: López Muñiz para la Diputación, donde estaría doce años con una gestión muy llamativa, y Valentín Masip para la Alcaldía de Oviedo.
López Muñiz acepta de inmediato pero su nombramiento se retrasa para coincidir con el de mi padre, cuyas evasivas duran. Cansado Marcos Peña a punto de tirar la toalla, de nuevo Álvarez de Toledo indica que la presión ha de ser a través de una indicación del Ministro a Ignacio Herrero Collantes, Presidente del Banco Herrero,del que mi abuelo era persona de confianza y director general. Herrero era además Presidente del Banco Hispanoamericano, miembro de la Academia de la Historia e integrante del Consejo privado del llamado Juan III en Estoril. Había tenido antecedentes políticos activos en su juventud apoyando a Eduardo Dato contra Maura, en el conocido movimiento "¡Maura,no!". Pero Herrero replica al Ministro que no se siente "con fuerzas ni voluntad para presionar al abogado Masip" si bien le indica que se dirija a su hijo, Ignacio Herrero Garralda, que probablemente con más convicción acometería el encargo. En efecto, Camilo Alonso, impaciente, no sin mostrar enfado, le exige la presión a Herrero Garralda sobre mí abuelo y mi padre, que, por fin, se pliega con dos condiciones: que el mandato sería breve y que no llevaría aparejada la tradicional Jefatura local del Movimiento.
Pese a esa entrada a regañadientes,que trasciende muy levemente en uno de los comentaristas de prensa, al poco de ser Alcalde mi padre vuelve a mutar y acaba tomando verdadero afecto personal a Peña Royo y a Alonso Vega.
De esas relaciones confianzudas es prueba una conversación en el Club de Tenis en que Alonso Vega cuenta cómo ordenó la quema del Campoamor en 1934 pues temía que desde el Teatro se atacase el Cuartel de Santa Clara del que estaba al mando como Teniente Coronel. Esta anécdota desdice toda la propaganda de la época que atribuye a los mineros las quemas y voladuras de la Universidad, Cámara Santa y ¡el Teatro! Siendo yo Alcalde en los años ochenta mi admirado Emilio Sagi se confunde en una publicación que editó el Ayuntamiento; y Luis Arrones, meritorio autor de tres tomos sobre la Historia de la ópera de Oviedo, se mostraba escéptico hasta que yo mismo le conté mi testimonio personal de la propia afirmación de Alonso Vega. En honor a la verdad he de reconocer que una publicación anarquista catalana de la época coincidía con lo escuchado por mí de la propia boca del entonces Ministro.
Esa relación de confianza se correspondía con el afecto que mi padre progresivamente manifestaba por el Ministro.
LLEGADA DE LA TELEVISIÓN
Ya conté en alguna parte que nuestro vecino, Juan Eladio Llaneza, descubrió señal de televisión en su finca de Santamarina de Piedramuelle. Como buen técnico investigó, con otros intervinientes, que la señal mejoraba, rayana en la perfección, en El Cristo de la Cadenas, pero se perdía más cerca del centro de la ciudad.
López Muñiz y mi padre se desplazaron con las pruebas fotográficas al Ministerio de Información y Turismo, donde eran incrédulos sobre semejante hallazgo. En una ocasión, tal cuento en "Desde mi ventana", el Ministro Arias Salgado disculpándose por el retraso en recibirles les dijo:"ya me podéis perdonar pero hoy no he tenido tiempo ni de rezar". En el viaje de vuelta López Muñiz le diría a mi padre con insólito sentido del humor:"si le llegamos a decir que nosotros tuvimos tiempo ni rezamos, no tendríamos nunca televisión en Oviedo"
EISENHOWER
Aquella buena relación, incluso privilegiada, se manifestaba en mi padre claramente hasta el punto de olvidar su primitiva exigencia de un mandato muy corto.
La tarde que Franco y el Conde de Mayalde, Alcalde de Madrid, reciben a Dwigt Eisenhower, en la Plaza de Castelar, mi padre está allí, e inmediatamente luego, con mi madre, cena en casa del Ministro. Según mi padre fue la única vez que vio intranquilo a Alonso Vega, quizá por miedo a un atentado o acto comunista. Esa significativa llegada del Presidente americano también está en las memorias de Jorge Semprún/Federico Sánchez, que refugiaba Ángel González, pero no parece que, al menos, de parte del PCE hubiese nada planificado para tamaña intranquilidad.
ADOLFO MARSILLACH
Ya como Alcalde no interrumpió las escuchas a BBC y Radio París, sobre todo estas últimas, pues las de Londres no siempre eran compatibles con su horario de almuerzo, que mi hermano y yo pasamos a hacer en casa de los abuelos, Lucía y Antonio, que no escuchaban la radio con la misma avidez y mantenían una compostura más rígida y pedagógica con los usos convencionales a la mesa.
A la noche, en casa, la invariable radio francesa, con la excepción de los sábados que pasamos a ver el programa de televisión “Silencio…se rueda” de Adolfo Marsillach, con el que mi padre manifestaba un seguimiento que nos contagiaba a sus hijos. El pase de la Radio a la tele aunque fuera una vez por semana desagradaba a mi madre, que se quejaba de que la familia no conversaba unida por culpa de la caja tonta. En medio de la hilaridad general, Jaime, mi hermano, tuvo una salida que mucho le prestó a nuestro padre:”Te equivocas, mamá, con Marsillach. La familia se une más que si fuera el “rosario en familia: las miradas de todos convergen juntas en las escasas pulgadas de la pantalla".
Mi padre concibió una carta para que le dirigiéramos al gran actor toda la familia, pero no se cursó ante el reparo de que la leyera en el programa sabatino.
EN EL CONSISTORIO
La llegada al consistorio, tras la toma de posesión, debió tener alguna tensión. Entre los concejales, Eduardo Lacazette, amigo de la infancia, alardeó de esa bonísima relación con el nuevo Alcalde por lo que mi padre decidió de cuajo prescindir de su oferta de colaboración. Se pasó a apoyar en concejales que antes desconocía como Faustino Díaz y el citado Antón Rico, luego también Ismael Rey, Lauro Moro, Montero, Luis Riera y, creo, Luis F.Canteli, personaje este de gran interés al que el juego político ha dejado hoy en el olvido. Sé que intentó de la misma temprana hora acercar a la labor municipal a Pelayo Botas y a uno de los hermanos Orejas Canseco, pero por motivos diferentes no lo conseguiría.
Con Luis Miguel Bueres, secretario del Ayuntamiento, auténtico cacique municipal, las relaciones fueron complejas. Siendo yo Alcalde, bien recuerdo una tarde despachando con Luis Arce Monzón, que fue una bendición para mí, que había sido Oficial Mayor con Bueres antes de sucederle en la Secretaría General, donde con papeles archivados pudimos apreciar que por encima de la generalizada acusación caciquil Bueres era un gran jurista por las huellas dejadas. El origen casín, de Campo de Caso, de Bueres dio para muchas chanzas entre la Corporación, a la que por entonces pertenecía también el Secretario del Ayuntamiento, funcionarios y ciudadanos.
CONTENTO CON LA ALCALDÍA
Mi padre se muestra progresivamente contento con su puesto. Yo diría que es, incluso feliz con el trato de los funcionarios y mucho con el de los ciudadanos entre los que se mueve como pez en el agua.
Alguien ha dicho que fue un buen gestor pero es un calificativo probablemente excesivo pues no hubo gestión económica alguna en la que influir. Los Ayuntamientos carecían de la autonomía que reconoce la Constitución de 1978. El presupuesto y el crédito estaban absolutamente limitados y encorsetados. Hace buena gestión quien quiere el Gobierno Central. Por supuesto que mi padre era persona honrada, tolerante y abierta, que no nos permitía usar a los familiares privilegios y bienes públicos con los que era muy riguroso. Su idea, por ejemplo, del Palacio de los Deportes sin columnas que encarga a Ildefonso Sánchez del Río, gana muchos premios de ingeniería y arquitectura pero tarda años en ejecutarse debido a ese ancestral empobrecimiento municipal enquistado. La autovía "Y" de la que empieza a hablarse; recuerdo una conversación con Angulo, delegado de la Vivienda o ya director general del MOPU, la tal Y Griega no se moverá hasta cercanos los setenta, aunque cierto es que López Muñiz, en la Diputación, con más medios y un carácter más autoritario, conseguirá jugando con autorizaciones expresas de endeudamiento temerario y otros apoyos la carretera de Mieres, el Hotel de la Reconquista, para la que tuvo la iniciativa encomiable de J.R.Fernandez-Cuevas de Cajastur, CADASA, el Hospital Provincial, que pasó a llamarse General, algunas edificaciones de la enseguida SEDES…
La principal preocupación de mi padre es el suministro de agua, pues resultaban lacerantes los cortes de Agosto y Setiembre, la obsolescencia de la red y el crecimiento desordenado de la ciudad. Muchos días tras la cena y el rito parisino radiofónico, le acompañé a visitar los depósitos de agua, a los que llamaba “la bodega”. Esos cortes seguían en el verano de 1982 a punto de hacerme cargo yo de la Alcaldía, aunque es de justicia reconocer que el Alcalde Riera, que fue Teniente de Alcalde con mi padre, hizo en esa materia de aguas encomiable esfuerzo. Tuve el honor, recordando a mi padre por los propios funcionarios y aquellas visitas a la bodega, de ser el primer Alcalde que no cortó el agua por falta de suministro, contando con concejales tan valiosos para la tarea como Enrique Pañeda y Avelino Martínez. Ojalá no vuelvan las restricciones jamás aunque por mi parte he sentido con dolor cómo se ha enajenado el servicio y alguna otra pifia que desearía no lamentáramos más adelante.
VENTANIELLES
Tan lacerante como las restricciones de agua debió de ser la falta de vivienda, que era competencia estatal con un ministerio específico.
El barrio de Ventanielles se había iniciado antes pero tuvo entonces un importante desarrollo. Refiriéndose al Alcalde Beltrán Rojo hay unas páginas emocionantes en las memorias de Aurelio Diaz Valdés, "Yeyo, el emigrante", publicadas en Panamá que tuve el honor de prologar.
Con la denominación de "Viviendas protegidas" hay varios polígonos cuyas carencias urbanísticas eran evidentes. Pasaron muchos años antes que Ventanielles, ya en mi tiempo, tras una fuerte reivindicación vecinal, se dote de servicios asistenciales, Consultorio Médico y Biblioteca que hoy lleva el nombre de José María Laso Prieto, entrañable erudito comunista que yo había conocido en Bilbao.
El hundimiento de una parte del barrio por una licencia que nunca debió darse me afectó grandemente, aunque yo ya no era Alcalde, pues Juan Álvarez, concejal de urbanismo, y yo mismo temíamos que esa fatalidad era muy posible, dadas las condiciones del suelo y el paso subterráneo de un riachuelo. Gota Losada, Presidente del Tribunal Superior de Justicia, me dijo entonces que de su experiencia de Juez sabía que la caída de una casa siempre se debía a las obras contiguas, como así debió ser, aunque los Tribunales esa vez debieron en vía definitiva decir otra cosa. Me cupo, sin embargo, poco antes, la enorme satisfacción de convertir en propietarios, cuidadores de su barrio, a decenas de vecinos que mi padre había hecho arrendatarios de pequeñas rentas.
Mi padre tenía magnífico trato con el dinámico don Hermógenes, párroco de Ventanielles, que también atendía la capellanía del Hospital. Creo que fue esa buena relación el origen de la Comisión para Nuevos Templos en la que mi padre sería muy activo.
BENJAMIN ORTIZ
Mi padre gastó mucha amistad con Benjamín Ortiz, carismático magistral del Cabildo, que lamentaba públicamente la muerte de Leopoldo Alas, rector e hijo de Clarín, al que asistió en confesión previa a su asesinato en ejecución de sentencia sumaria. Pedro de Silva en reciente obra de teatro describe cómo Ortiz testifica emotivamente a favor de Alas.
Era un personaje muy simpático que, para eludir la prohibición de asistir al fútbol de los clérigos ensotanados, se hizo popular en la torre del marcador de Buenavista ayudando a colocar el resultado. Don Benjamin hizo "alabardero" a mi padre en la cofradía de su pueblo castellano de origen.
RENUNCIAR A REGIÓN DEVASTADA
No recuerdo críticas de mi padre, ya alcalde, a ninguno de sus predecesores, que si las hubo no las escuché, pero sí antes de serlo apoyó una pega económica de mi abuelo Hidalgo a Manuel García Conde por haber renunciado patrióticamente a la partida que le correspondía como ciudad de regiones devastadas.
LOS CLARISOS
Las obras de supuesta rehabilitación del Convento de Santa Clara, que suponía una importante parcial demolición histórica se planificaron antes de la llegada de mi padre. El manifiesto de los clarisos publicado el 13/9/62 es uno de los documentos más positivos y clarividentes de la Historia de la ciudad. A mi padre le quedó el baldón de no haberlo comprendido como yo peno el derribo de la Estación del Vasco, tolerante que fui con el acuerdo de los cuatro partidos políticos municipales en la Comisión del Seguimiento Urbanístico. En cuanto a Santa Clara se encargó la nueva Delegación de Hacienda a un arquitecto de vanguardia, Ignacio Álvarez Castelao, con importantes obras en la ciudad pero no logró paliar en absoluto el yerro primitivo de la demolición.
No tuvo la oportunidad de arrepentirse como yo con el Vasco pero bien recuerdo que mi abuelo, con el que pasé a vivir varios años, siempre muy respetuoso a la memoria de su yerno, al que mucho quería, consideraba un error cierto lo de Santa Clara.
Entre Santa Clara y El Vasco, al margen de sus tan diferentes valores estéticos e históricos, me cupo, como simple ciudadano, iniciar el intento, tal acaba de recordarnos el Presidente, de defensa del Palacete de Concha Heres, espacio ocupado hogaño por una inapropiada Delegación del Banco de España.
VISITA DE DON JUAN CARLOS
En 1961 don Juan Carlos visita Asturias alojándose en el Palacete de Herrero en la Plaza San Miguel/Santa Susana/Quintana. El coqueto edificio se derribó en 1977 por la triste piqueta incivil que llamaba Pérez de Ayala. No eran por supuesto los tiempos de la monarquía constitucional y el futuro monarca se hace invitar por la nobleza astur, Herrero/Marqués de Aledo, Tartiére/Conde de Santa Bárbara de Lugones, Goicorrotea Sarri/Marqués de San Feliz…
Don Juan Carlos vino acompañado del militar de Aviación ovetense, García Conde, cuya amplia familia serviría de claque a su llegada, y de Carlos Martínez Campos, Duque de Latorre, que eran sus preceptores.
Los medios dieron muy escuetas referencias, salvo un poco, muy poco, La Voz de Asturias, propiedad de Pepe Tartiere.
A la cena de bienvenida chez Aledo asistieron mi abuelo y mi padre, que llegó a casa entusiasmado con el joven Príncipe y contándome la conversación de la que deducía habría pronto el juego de cuatro partidos políticos, entre ellos el socialista si como parecía, a su juicio, éste partido republicano reconocía a su vez al Rey. El PCE y Carrillo se consideraban muy lejos entonces.
El Príncipe había tenido un fallo intelectual notable, sin embargo, cuando les confesó que no había leído “Un millón de muertos” de Gironella. La frase coloquial que hizo general regocijo pero no a mi padre,”¡demasiadas páginas para m!í”
A esa cena asistieron los gobernadores civil y militar, este Ximénez de Sandoval, en opinión de mi abuelo, tuvo el yerro protocolario de despedirse por su cuenta cuando sirvieron el café antes de que se levantara el Príncipe, la personalidad de mayor rango. Al acompañar a don Juan Carlos hasta sus habitaciones, mi padre le dijo que al día siguiente tenían sus anfitriones una visita al prerrománico pero que él se había comprometido con mi hermano y conmigo en llevarnos a los toros a ver a Gregorio Sánchez, el Rey se volvió a Aledo para decirle:”pues yo quisiera ir con el Alcalde a los toros”.Así fue, ocupando las entradas de barrera que nos había sacado a Jaime y a mí, que nos desplazaron a un tendido alto. Los tres toreros le brindaron sus primeras faenas con una fuerte ovación en el graderío, aunque a mi lado una persona me espetó:”Estoy seguro de que, chaval, no sabes por qué aplaudes”.
Al término de la corrida hubo un besamanos en el Palacio de El Fontán en el que entré por primera vez. El Príncipe salió al balcón donde medio centenar de ovetenses le volvimos a aplaudir. Al corresponderme el saludo, mi padre le dijo quien era yo y don Juan Carlos me puso a su lado para el resto de los que aún guardaban cola. Recuerdo el aparatoso saludo del farmacéutico Ramón Abascal y un abrazo, que al grito de “¡Viva el Rey!”, le dio un confitero que se había desplazado desde Sotrondio. A mi lado también, la suegra de López Muñiz, María Alvear, conocida “carlista”, se molestaba:”¿por qué le llama Rey si es Príncipe?”
Cuando Franco llevó a las Cortes el nombramiento oficial de Príncipe de España, mi padre ya no vivía y curiosamente Labadíe y Beltrán Rojo, que he citado, fueron de los escasos procuradores que emitieron voto discrepante aún a presencia conminatoria del proponente Francisco Franco.
CUBA, BATISTA
Los comentarios citados sobre Suez y Hungría no respondían a la misma coherencia cuando se refería a la Cuba que dejaba Batista y empezaba Castro, cuyas primeras penas de muerte lamentaba expresamente. Ya he contado, en "Desde mi ventana"la llamada que hizo a casa el derrocado Fulgencio Batista que mi padre, pese al apoyo explícito que prestó a los primeros asturianos refugiados anticastristas, me hizo decirle que "no estaba en casa ni tampoco al día siguiente". Carlos Rodríguez y Manolo Cosmen dan en su Historia del Hotel Principado una foto de la estancia de Batista cuando mi padre no quiso recibirle.
ÓPERA
Mi padre era un gran aficionado a la ópera. Fue fundador de “Los puritanos”, tertulia de la que se ha vuelto ahora a hablar, cuyo manifiesto escribió en el Hotel Principado, y se desarrolló en Peñalba y luego en Rialto donde yo mismo me incorporé a su fallecimiento.
Era en su origen una plataforma crítica contra los responsables municipales y el empresario Fabio Ronchi. Al acceder mi padre a la Alcaldía la familia Buylla propone cesar en la crítica sistemática pero mi padre les pide sigan adelante sin su presencia. De aquella tertulia, don Vicente Galindo, que había sido barítono en Italia, donde conservaba relación con un empresario llamado Liduino, se convierte en enlace entre los nuevos puritanos y la Alcaldía. Recuerdo la visita que hicimos mi hermano y yo con mi padre a Zarauz, para dejarnos en Hendaya luego, donde encargó a Francisco Aguirresarobe la salvación continuadora de la temporada en total crisis.Se rehízo la temporada con la colaboración entre Aguirresarobe y el italiano Arturo Barossi que siguió organizándola a los fallecimientos de Aguirresarobe y de mi padre, con alianza de la bilbaína ABAO (Vizconde de Vistaflorida, Paco Aldamizgogeascoa, Celaya, Lipperheide,Otto... ), habituales en casa, y alguna pequeña ayuda del Gobierno italiano, cuyo cónsul era un antiguo partisano antiyugoslavo.
El positivo giro actual de la temporada, tan bien comandada por la Asociación de verdaderos aficionados, con variedad de títulos en varias funciones, ensayos, cambio de horario, montajes de calidad, producciones propias, coproducciones, entrada de todos los espectadores por la misma puerta sin discriminaciones, le habría resultado sorprendente y muy positivo. La imagen de marca de Oviedo con la Ópera se ha logrado mantener y, entiendo, superar.
APOYO A DOLORES MEDIO, CABEZAS y SEVERO OCHOA
Es conocida la novela de Dolores Medio que el Presidente reafirma siempre cuando menciona a sus predecesoras de La Regenta/Vetusta, Tigre Juan/Pilares y El Maestrante/Lancia. En los cincuenta, Dolores debió de tener una gran aportación corrosiva, siendo ahora de gran mérito la reciente reedición de Angeles Caso, recuperando el texto que manipuló como censor Valentín García Yebra, dato este del insigne traductor muy sorprendente que acabo de conocer y que le tuvo avergonzado. A mí padre le honra haber recibido en las consistoriales a Dolores Medio, a la que luego hice hija predilecta. Carmen Tilve ha publicado una foto en el salón de plenos.
Esa recepción municipal no supuso problema alguno como sucedería, sin embargo, con Cabezas y Ochoa.
Mi padre tuvo la iniciativa de invitar a Cabezas a pronunciar el pregón de Semana Santa. Había sido redactor jefe del socialista Avance y penó varios años de prisión salvando la vida con una pantomima de conversión religiosa y un fervoroso libro,"Cristo vivo". Desde las filas del Movimiento le advirtieron a mi padre que le iban a armar una sonora pitada en el Teatro Campoamor como preámbulo a otras medidas.Mi padre pidió a Cabezas que no asistiera, que él haría la presentación y que la lectura en ausencia correría a cargo de Rutilio M.Otero, hermano mayor de la Cofradía Jesús Cautivo, como así fue; serenándose los ánimos...
En el malestar de Falange tampoco sería ajeno el que a la puerta de nuestra casa intentaron pasar al cobro los recibos del Movimiento por si colaban que mi madre rechazó a cajas destempladas.
Mi padre tuvo claro que se unía al homenaje del Nobel de Medicina Severo Ochoa, antiguo republicano, ayudante de Juan Negrín. Camilo Alonso mostró su disgusto pero mi padre respondió colocando en su despacho una foto saludando al eminente científico, que se ha reproducido en varias publicaciones. De forma muy elegante, pues don Severo, y su hermano Luis, Exalcalde de Luarca, en cuya casa de México estuvimos Eloina y yo, fueron personalidades de exquisita calidad, me reprochó que no hubiera sido yo capaz de terminar con los estridentes ruidos de los carburadores de motos y otros vehículos con usuarios mal, muy mal, educados.
VIAJES A LISBOA y SAN DIEGO
Si mi padre apuesta por Camilo Alonso Vega por más que a primera vista parece incoherente, a la recíproca se produce una apuesta por él del Ministro. Su elección para intervenir en nombre de los Alcaldes españoles en la Plaza Mayor de Madrid con motivo de una festividad histórica es significativa. Años después, en uno de mis primeros cursos en Deusto, conocí, por mi amistad íntima con su hijo José Antonio, a Plácido Careaga, Presidente de la Diputación de Vizcaya. Este había conocido a mi padre en aquel acto madrileño y estaba seguro de que la encomienda oratoria había sido propuesta por el propio Ministro del Interior, del que había dado por seguro que le tenía reservado otro puesto en la Administración.
En esa línea confianzuda gubernamental mi padre representa en Lisboa a los ayuntamientos españoles en una Asamblea Internacional de Municipios. De ahí pasa a hacerlo en San Diego, California, en el Congreso de Municipios Americanos en los que son observadores España y Portugal.
La delegación española la forman Fariñas, Presidente del Banco de Crédito Local, que en la falta de autonomía financiera, es cabeza de la representación, el Alcalde de Granada y mi padre. Ya en Madrid para tomar el primer avión a Nueva York, mi madre, a su costa, se incorpora con un complejo periplo para recibir su visado en Bilbao y de ahí, la misma noche, a Barajas.
En San Diego tienen un incidente pues no hay mástil para la bandera española, que mi padre resuelve diplomáticamente, no olvidemos el todavía aislacionismo del régimen, previa la propuesta de varias repúblicas sudamericanas que se ofrecen a compartir el mástil con "la madre patria".
Mis padres continuaron por su cuenta el viaje en varios Estados de USA lo que fue determinante en la influencia favorable a la democracia representativa. Su relato lo hemos publicado sus hijos en el librito que recogíamos las memorias de nuestra madre a Javier Morán de La Nueva España.
PRONOSTICA TRIUNFO DE KENNEDY
Resulta que ese viaje americano y la separación de mis padres de la delegación oficial coincide con el final de la campaña Kennedy/Nixon.
Tuvieron oportunidad de ver en directo el famoso debate televisivo entre los dos candidatos que marcó la historia de todas las demás campañas y que entonces se ignoraba semejante trascendencia; pero ya era para ellos trascendente la campaña como tal. Mi padre, con más entendederas en inglés y en política, sacó la conclusión de que ganaría Kennedy mientras que mi madre se inclinaba por el triunfo de Nixon.
Sabido es el ajustado resultado que daría la presidencia a JFK.
HIJOS REBELDES
Mientras mi padre es Alcalde resulta curioso constatar que el resto de las llamadas autoridades locales tienen hijos rebeldes con el régimen:
-Marcos Peña Pinto, segundo hijo de Peña Royo, fue, no sé en qué grado, cercano al Partido Comunista y hoy Presidente del Consejo Económico y Social y árbitro de los conflictos de controladores, estibadores y otros.
-Enrique Ximénez de Sandoval, hijo del General gobernador militar, perteneció como yo mismo, y antes se dijo, al FLP, Felipe, padeciendo la represión del siniestro TOP, Tribunal de Orden Público
-Carlos Álvarez, que como Carlos Álvarez Novoa, apellido que no le conocimos aquí, fue premio Goya de Cine, destacado progresista, hijo de don Carlos Álvarez Martínez, Presidente de la Audiencia.
López Muñiz no tuvo hijos en su tiempo asturiano. Y mi hermana Mari Carmen, y su marido Santiago, sufrieron cárcel y exilio ya fallecido nuestro padre.
1962: HUELGAS MINERAS y CONTUBERNIO DE MÚNICH
El año 62 pasa a la Historia por dos grandes hitos del antifranquismo: las huelgas asturianas y la reunión entre intelectuales y partidos de los dos bandos bélicos en el Hotel Regina de Múnich, propiciado por el Movimiento Europeo y, en especial, por Madariaga. Ambos acontecimientos tienen una fuerte repercusión en mi casa, sobre todo en otoño con las visitas que mi padre, convaleciente de lo que sería cáncer terminal.
Recuerdo bien cómo escuchamos a primera hora de una tarde la intervención radiofónica directa del ministro José Solís Ruiz, que solo tuvo alcance en Asturias. Retengo la referencia a la supuestamente influyente "radio checoslovaca", con el mismo famoso yerro de Trillo del "¡Viva,Honduras!". Bien supimos que se debía referir a Radio Bucarest, sede de la llamada Pirenaica. Solís parece dispuesto a aceptar las reivindicaciones económicas mineras, que mi padre interpreta se compensarían con importaciones de choque para evitar la inflacionaria subida de precios. A parte este matiz que todavía yo no entendía bien, mi padre criticaba a Solís por aquella intervención:"si está en crisis,debe defender su puesto desde el Ministerio, no venir a tocar las narices a una Asturias que no conoce bien".
Semanas después, el Gobernador Marcos Peña nos transmite dos pensamientos cuyo análisis todavía merecen atención historicista. El primero es que ve Asturias, y las cuencas, como "un terreno propicio para un cisma con la Iglesia, dado el compromiso con la huelga de muchos sacerdotes" y, aún más significativo, "si el régimen quiere sobrevivir ha de desprenderse del Sindicato Vertical,"¡un auténtico lastre!". Semejante heterodoxa opinión tenía un largo razonamiento:" no podemos seguir con sindicatos que no representan a nadie, que llegada la hora no puedes sentarte a dialogar un conflicto, que no solo hay que elegir enlaces y jurados, pues después acaban saliendo de forma insultante y despectiva Sofía Loren, Gary Cooper y nombres parecidos". Eso se lo escuché personalmente.
Esa tertulia candente se compaginaba con los favorables a Múnich, Rodrigo Uría Menéndez, que todavía no había fundado su famoso despacho Uría/Menéndez pero ya era un prestigioso catedrático mercantilista, y Pedro Rodríguez Arango, padre del que fuera ministro de UCD, Matías Rodríguez Inciarte, hoy vicepresidente del Banco de Santander y al frente de la Fundación Princesa de Asturias.
Si buscáis en YouTube el entierro en el cementerio de Dionisio Ridruejo podéis todavía ver a Uría y Arango, reconocibles entre los escasos asistentes. El nieto mayor de Uría recibe significativamente el nombre de Dionisio. En esas elecciones de la República a que me referí, y en concreto, al Colegio electoral de la Escuela Normal en la calle Uría, estuvo Rodrigo Uría Menéndez como representante, o apoderado, de un partido minoritario, Falange Española. Cuando le conozco en casa es declarado enemigo del régimen franquista y su acompañante, Pedro R.Arango, habitual entre los míos, alguno de cuyos hijos hizo apadrinar por mis padres, trae constantes noticias de lo de Múnich, de los que estaban deportados a consecuencia de esa reunión, de sus manifiestos y la frase de Gil Robles,"con estas chaquetas que me dicen pasadas de moda, estoy dispuesto a movilizar las derechas españolas en favor de la democracia". Recuerdo el relato de una conversación con Ridruejo en la que éste se mostraba muy afectado por los sufrimientos de un tal Helios, con el que habría compartido prisión.
Esas contradicciones en favor, y en contra, de Múnich, debió de alterarle. El régimen llevó a Cortes una fuerte condena del llamado despectivamente contubernio, término que fue luego asumido como si fuera positivo.
Creo que mi padre, procurador que seguía siendo, una palabra para evitar diputado en los Principios del Movimiento Nacional, eludió votar la condena muniquesa.
En el citado Hotel Regina de Múnich estuvo Ignacio Fernández de Castro, líder del FLP, al que yo luego pertenecería. Ya fuera de esa pequeña organización clandestina, compartí con Ignacio varios almuerzos rutinarios en el Madrid de 1972/73. Ignacio y mi padre habían coincidido en la ovetense Facultad de Derecho. También con el que sería ministro opusdeísta García Moncó, algo mayor, que resultaría providencial para que Ignacio no entrara en prisión cuando le conocí en esos primeros setenta.
De ese tiempo del 62 debe abandonar, perseguido, la ciudad un gran periodista y escritor, que aún vive, Eduardo G.Rico, cuyo relato en el compendio "España, hoy" bajo la firma Luis del Nalón, montada por Ignacio Fernández de Castro, editaría Ignacio Quintana, Ramón Bulnes, codirector de la parisina "Ruedo Ibérico".
Como anfitrión tenía el encargo paterno de que la tertulia de Peña Royo y Mari, su grata mujer, no coincidiera con los Uría/Arango pero a medida que mi padre se agravaba y las visitas de estos amigos eran más frecuentes esa labor de separación entre tertulianos era más difícil, hasta la inevitabilidad de que se terminaran conociendo en el pasillo. Peña y Mari siguieron, leales a su amistad, visitando constantemente a mi madre tras la muerte de mi padre; Pedro Arango y Emi, su mujer, por su cuenta, también lo hacían y yo relajé por completo la consigna de procurar se evitasen autoridades y antifranquistas.
A todos ellos dedico más de un capítulo de "Desde mi ventana".A Rodrigo Uría le puse una calle en Oviedo para lo que conté con el apoyo, incluso muy activo, de Rodrigo Grossi, concejal del PP, que había sido Subjefe del Movimiento.
Años antes, pienso que a iniciativa del concejal Luis Fernández Canteli entraron en el callejero ovetense Salvador de Madariaga(1978) y Dionisio Ridruejo(también 1978).
SIN ÁLVAREZ DE TOLEDO
Si es indudable la influencia de Álvarez de Toledo en el nombramiento de mi padre, no le recuerdo entre las visitas habituales ya enfermo. Sé, por otra parte, que discreparon sobre la tibia reforma que el franquismo, supongo que a iniciativa de Mercedes Formica, introducía sobre los derechos de la mujer que Pepe no compartía en absoluto.
INTELECTUAL, NO PUBLICISTA
Mi querido padre improvisó muchos discursos y tiene una amplia obra teatral pero todo inédito. Solo es suya la publicación póstuma que hicimos sus hijos de las notas del viaje americano. Sus discursos se conservan en cinta magnetofónica con múltiples referencias en prensa pero ningún libro de su autoría. J.R.Tolivar Faes, cuya "Nombres y cosas de las calles de Oviedo" es un auténtico devocionario ovetense, con datos de admirable rigor, incurre en excepcional yerro atribuyendo a mi padre la escritura "también (d)el Discurso inaugural del Symposio sobre Cultura Asturiana en la Alta Edad Media, que no sería impreso hasta 1967".En honor a ese rigor hay que advertir que mi padre no escribió ni una línea de esa publicación, que es una mera transcripción de su intervención oral en un asunto luego muy controvertido pues es difícil sostener que la ciudad se fundase con semejante exactitud en el año 761.
HOMENAJE A LOS PATRIOTAS DE 1808
Bien recuerdo la mañana que me encontré inopinadamente a mi padre al frente de una pequeña comitiva, maceros incluidos, que se dirigían a la placa dedicada a los patriotas ovetenses de 1808, en la esquina de Cimadevilla con Altamirano, donde pronunció unas palabras. Entiendo debió de ser Mayo de 1958 en el 150 aniversario.
BIBLIOTECA
Muchos autores dan vueltas al expurgo de la biblioteca de El Quijote. La copiosa de mi padre es demostrativa de sus inquietudes intelectuales. No contó con un barbero pero sí con un clérigo, su confesor, don José Inclán, penitenciario, que, siguiendo la opinión de don Agustín Hevia Ballina, actual archivero catedralicio, tenía especial inquina por Unamuno, dos de cuyas obras desaparecieron en las completas de mi padre que heredó mi hermano Jaime.
Mi padre me familiarizó enseguida con las obras jurídicas, editadas en Buenos Aires, de Jiménez de Asúa y Ángel Osorio Gallardo.
Estaba en las estanterías, todo Unamuno menos "La agonía del cristianismo" y "El sentimiento trágico de la vida", condenadas en El Índice de libros prohibidos.
Completas también de Lorca, que he citado, las de Ortega y Gasset y las de Valle Inclán. Todas las semanas entraban en casa libros de las Editoriales Losada, Sudamericana, Emecé...Pocas casas vetustenses, salvo, sin duda los allegados a Emilio Alarcos, por ejemplo, tendrían obra de William Faulkner, o Arthur Miller, como tuve la suerte de leer desde muy pronto. En cualquier caso hay otras cosas muy significativas. En presencia paterna me dispuse a leer los primeros tomos de "En Busca del Tiempo Perdido" antes de hacerlo con el Quijote, que solo manejé, salvo una edición para niños, mucho más tarde. Mi padre tenía la edición de los Clásicos Castellanos de Aguilar, el Teatro de Camus, pero no sus más supuestamente controvertidas El Extranjero, La Peste y La Caída,el de Jean Paul Sartre, pero no La náusea,sí el existencialismo cristiano de Gabriel Marcel, Pirandello, Priestley, Annouil, Giradoux, Greene, Betti...Algunos de esos huecos, por ejemplo las novelas de Camus y Sartre me los cubría un compañero de colegio, luego muy controvertido, que tuvo en esta casa notable polémica, Ignacio Gracia Noriega, con admirable biblioteca en su habitación de interno en Los Dominicos.
Rebelión en Asturias de Camus no la tuve ni con mi padre ni con Nacho Gracia hasta las ediciones de Ayalga y la definitiva de Gallimard/La Pléyade.
Mi padre tenía "Madre Coraje" de B.Brecht en español mucho antes de la versión de Tamayo y Amelia de la Torre.
Curiosamente no hay nada de Borges, de Bioy, de Reyes, de Kafka... Él se movía con mayor seguridad en el teatro y, en todo caso, en la cultura francesa.
El que sí está es Bertrand Russell cuyo tomo me interesó enseguida con gran contento de los profesores de inglés, Alfonso Pastor Diego y Enrique Pascual Jarero, que sucesivamente tuvimos, y compartimos, Jaime, nuestro padre y yo. Por el contrario, y ya lo escribí alguna vez, el abuelo Antonio estaba, pese a su pasión por todo lo británico, en contra de ese Russell, intelectual peligroso siempre. Esos mis iniciadores pedagógicos en la lengua de Shakespeare fueron propuestos por el gran Paco Mori, personaje fabuloso, vecino en la calle Fruela de mis abuelos.
Y, por último, no debo dejar que mi padre está más enfrascado en la lectura y la vinculación ovetensista de Pérez de Ayala que en la de Clarín. Se puede atribuir a la posición supuestamente anticlerical de Alas, si bien Ayala tiene alguna novela, creo que paralizada, que es más determinante.
De Pérez de Ayala tenía un par de libros dedicados, lo había visitado en Madrid más de una vez y nos hacía leer sus colaboraciones de prensa. De Clarín guardaba su busto en un armario pero no sería repuesto en el San Francisco hasta alcaldía posterior. Sea por lo que fuere, aunque leí La Regenta en una edición americana de mi padre cuando yo ya tenía 22 años y hacía el servicio militar, la mili,no era un ejemplar tan topadizo como Tigre Juan o Troteras y danzaderas, por ejemplo.
CALLE, BUSTO,ENCUESTA
A su fallecimiento el Ayuntamiento le hizo hijo predilecto, lo mismo que de Asturias la Diputación. Se puso nombre a una magnífica calle sin quitar ninguno anterior. También se encargó un busto a Santiago de Santiago, cuyo resultado, que anda por alguna dependencia, no se compadece.
Durante mi segundo mandato municipal se cumplieron los veinticinco años del fallecimiento y en un entrañable, e íntimo, acto en la Biblioteca del Ayuntamiento, en el que complotaron mis grandes amigos el Vicealcalde, Avelino Martínez y el gran Secretario Arce Monzón, previo acuerdo unánime, en mi ausencia, de la Corporación, se cedió a mi madre un relieve, de mejor parecido, también hecho por De Santiago en aquellas calendas de sus últimos días.
En una encuesta de mi primer mandato realizada por la empresa Metraseis un significativo porcentaje del siete por ciento de los ovetenses creía que el Alcalde se llamaba "Valentín Masip".
TUMBA MUNICIPAL
El entierro de mi padre fue probablemente el último que se produjo en Oviedo masivamente. Una foto de su paso por la calle Fruela está en diversos libros, entre ellos los de Juan de Lillo y José Vélez. Eran tiempos en que el acompañamiento, al contrario de lo que se hacía en los enclaves rurales, solo estaba formado por varones, nunca mujeres, que se incorporaban al funeral en la Iglesia. Subieron su féretro al salón de plenos durante unos minutos y rezos, que fue una concesión arrancada a mi madre, que pretendía la desvinculación oficial.
Montserrat Caballé que iniciaba su carrera y tenía previsto un concierto esa tarde en la Sociedad Filarmónica, precisamente propuesto por mi padre a Manolo Buylla, su presidente, luego Alcalde, se ofreció a cantar el funeral pero fue vetada por el arzobispo don Segundo García Sierra deseoso de evitar "voces mixtas" en el coro de San Isidoro.
Quedó enterrado donde dije en el pasillo central del cementerio. Como no tengo voluntad de testar quiero haceros a todos vosotros, queridos amigos, que, con independencia del Ayuntamiento que rija en Oviedo a mi muerte, se solicite su autorización para dejar allí, a su lado, mis restos.