Asistí hace
días en LA NUEVA ESPAÑA a una ilustrada conferencia de la profesora iraní
Nazanin Armaian, exiliada en Madrid, sobre Oriente Medio, donde se dilucidan
los orígenes de todos los conflictos que laceran nuestro mundo. Un acierto del Vicerrectorado,
de la Concejalía de Cultura y de la Facultad de Ciencias Económicas, proponer
información y debate sobre asuntos que deberían preocupar más nuestra demasiado
alejada cotidianeidad. Es imprescindible una ciudadanía informada y crítica con
el ancho mundo.
La conferenciante aportó
muchos datos de grandísimo interés, aunque personalmente le reprocharía una
cierta visión maniquea, heredada aún de la llamada guerra fría, y hasta un no menos preocupante ultra laicismo, que es uno de
los argumentos, v.g., del sirio Bashar Háfez al-Asad para su política y su
belicismo antidemocráticos. Desde mi humilde observatorio personal pienso que
algo fatal han hecho los antiguos gobiernos comunistas del llamado Pacto de
Varsovia para que ahora emerja un neofascismo tan potencialmente agresivo y
también en algo han fallado, Nasser, Boumedian y Arafat aparte, los regímenes
laicistas del Mediterráneo Sur para que tengan hogaño tantísimo arraigo los
fundamentalistas más irracionales.
Mucho me prestó oír referencia, aunque fuese incidental, a la invasión
yanqui de la isla de Granada y al asesinato del líder isleño Maurice Bishop en
1983. Apenas, que yo sepa, se han mencionado en Oviedo públicamente semejantes
desafueros que no puedo olvidar. Y es que conocí personalmente a Bishop en una
conferencia de prensa en La Habana a últimos de los setenta. Me pareció,
entonces, algo ingenuo pero su trágica desaparición es una herida contra los
derechos humanos que sigo considerando inolvidable. A su muerte hubo en Oviedo
una pequeña manifestación en El Escorialín a la que me sumé como Alcalde por
más que hube de sufrir manifiestas incomprensiones.
Adelante a los equipos del Rectorado, del Ayuntamiento
y la Facultad… en asuntos de este calibre, imprescindible si queremos saber
dónde exactamente vivimos