OVIEDO EN FIESTAS
Cuando el 20 de Mayo de 1983 accedí a la Alcaldía, bien
sabía que no era el asunto más importante pero sí el más inmediato. Se imponía
delegar en un miembro de la Corporación y no tuve duda de nombrar a Covadonga
Bertrand. Mi culpa, si alguna tuve, es, como decimos los jurista in eligendo.
Bien sabía de su honradez, de su capacidad de trabajo y de su proverbial
imaginación, lo que no cabía entonces suponer era que su éxito fuera tan grande
y que el modelo que implantaría llegaría a bien entrado el siglo siguiente.
Dicen, ahora, que desde la Casa Consistorial se quieren cargar el modelo de
COVI BERTRAND/EL OVIEDO ANTIGUO pero me temo que si se intenta, lo que dudo,
será fracaso. Y es que algunas de las
ideas de Covadonga han trascendido el mero concepto festivo y se asumen como si
toda la vida hubiera sido así, v.g. la importancia y la rehabilitación del
llamado OVIEDO REDONDO Y EL FONTÁN y la peatonalización
(palabra que, puede que con alguna razón, denuestan Sánchez Ferlosio y Félix de
Azúa) de la ciudad que ha pasado de quince días a todo el año y a muchas más
calles. En la animación y contenidos, suprimiendo las barreras de LA HERRADURA,
de la programación del CAMPOAMOR y otras, los cambios de COVI y su equipo serán
para siempre irreversibles.
Es una incógnita lo que nos depararán estas fiestas y los
giros que se buscan, pero, además, de la aportación histórica del 83 que no
debería sino mejorarse, me preocupa que haya un exceso de influencia de la
hostelería, siempre respetable en su negocio, en detrimento del asociacionismo
de los barrios y de la voluntad pública que debe seguir siendo San Mateo.
No en vano, en esos mismos años ochenta a que me refiero, un
presidente del gremio hostelero acuñó el aforismo LO PRIMERO, SAN MATEO.
¡¡Pues eso!!