UVIEU, LA POLA SIERO Y EL HARTAZGO A ABERRACIONES TOPONÍMICAS
Urbano Arregui, al que Oviedo debe mucho, ha escrito minucioso
estudio contra la supresión “de” en POLA DE SIERO. Si Marco Polo pudo
contemplar ciudades maravillosas fue gracias al AGUA; Oviedo también es
maravilla ¡por el agua!, ove, que
bendice su original topónimo indoeuropeo y, sin duda, a técnicos como el
ingeniero poleso, hijo predilecto de Siero, que han contribuido a que no
faltara agua. Inolvidable también, entre otros, Juan de la Rúa, Director
General de Obras Hidráulicas, Mateín-1988.
En mi primer año de Alcalde me invitaron a cenar unos
universitarios de Orlando, Florida, que hacían curso estival en la Universidad.
Entre los estudiantes originarios de las inmediaciones del Walt Disney Park,
había una ¡de Oviedo!; no de nuestro Oviedo sino otro, en ¡USA!
No sería la única sorpresa. Me acompañaba el gran Manolo
Avello, cronista oficial, cuando, regresando, con apenas circulación, que
Oviedo se moría un poco aquellos veranos,
nos interpelaron los pasajeros de coche matriculado en Barcelona:
-¿Podrían decirnos si esta ciudad es Oviedo?
No respondimos a la manera quevedesca, (“buscas Oviedo en Oviedo, ¡oh, ingenuo!”), sino que Manolo, además
de erudito, simpático y picarón, dijo:
-Están ante el Alcalde
y una ciudadana de Oviedo, de los Estados Unidos. No duden que es Oviedo, el
primer Oviedo del mundo, aunque no único.
-Muchas gracias, pero,
señor Alcalde, ¿cómo no hay letrero señalizador?
Enmudecimos indignados. Resulta que esa noche habían
embadurnado los indicativos, introduciendo un impostado UVIEU que, como ha
afirmado Manuel Asur, no es asturiano en
sentido amplio sino parcial por deformación langreana reciente, aunque más reciente es
la oficialización toponímica, sin apoyatura histórico documental. Orlando Sanz,
compañero de redacción de Avello, hizo un artículo contando la anécdota bajo el
título de EL BETÚN DEL BRETÓN, pues un francés norteño blasonaba del
estropicio. Cronista y Alcalde apreciamos la afrenta y, de la misma, el
resurgir balsámico del bendito Oviedo, sin cuestionamientos gráficos, al otro
lado del Charco.
El gamberrismo mimético era tal que fue noticia el italiano Orvieto,
donde los fundadores etruscos apenas distinguían fonológicamente “u” y “o”, y, gracieta
de un nómada supuestamente asturiano, hubo pintada superponiendo “u” a
ambas “o”.
En la divagación peripatética salió el encuentro, que
conmemoró la placa del Arco de San Vicente con texto encargado al asturianista
Joaquín Manzanares:”REINANDO FRUELA I EN EL AÑO DCCLXI MÁXIMO Y FROMESTANO
ELEVARON EN ESTE LUGAR YA LLAMADO OVETO UN MONASTERIO QUE PROPICIÓ LA
INMEDIATA FUNDACIÓN REGIA DE LA CIUDAD
DE OVIEDO.POR ALLENDE LOS MARES Y A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS, NUEVAS CIUDADES
TOMARON SU NOMBRE…“. Luis Arce, secretario municipal, en oportuno quite,
levantó acta, donde Alarcos fabuló a su hijo Miguel un resbalón de Feijoo.
Asistió Carlos Prieto, eminente asturamericano, animador del encuentro, íntimo
de Salvador de Madariaga. Hubo luego audiencia de S.M. en el Palacio Real, a la
que se sumó, todo entusiasmo, el Alcalde de Bochum, que puso OVIEDO a la
circunvalación viaria de la ciudad alemana.
Crecimos, como cantan Fernando Beltrán y Amancio Prada, con
el nombre de OVIEDO y la nómina de Adolfo Casaprima en “LOS OTROS OVIEDO” pero EL BETÚN DEL BRETÓN parece empatar con su fango, que incluso sigue
la Universidad de forma triste y acientífica, pese al encomiable ranking Shanghái
de excelencia.
Por giros, o caprichos, irracionales, los ingenuos quevedescos
serían, ¡somos!, ahora los
partidarios de OVIEDO/OVIEDO que, v.g., hasta un espontáneo ha corregido- ¿con betún?- en San Claudio el letrerito cooficial del errático UVIEU.
Hay un dilema peliagudo e inquietante, ¿es Uvieu asturiano o
simple deformación malhablada, como sucede en todas las lenguas? El español
conversacional elude muchas veces el sonido “d” del participio o de otros
finales silábicos, meras economías dialectales.
Manzanares utilizaba un vocablo propio y provocador, FORIATO,
que no sé si es aplicable al ensuciador bretón,
por cierto, equivalente a extranjero
en Cervantes según el sabio Francisco Rico.
Uvieu suena a exabrupto risible de monologuista feriante o de
Compañía asturiana de comedias que destrozan la llingua. A lo más recuerda despectivo aforismo
reduccionista, ¡oral!, “Xente d´Uvieu,
tambor y gaita”. ¡Con ese mimbre de
perspectivismo achatado cómo contribuir al imprescindible rearme moral,
investigador y académico contra la corrupción y la mediocridad del reciente
pasado ovetense!
Oviedo es topónimo inigualable para describir y descubrir
origen e historia fascinantes. La Universidad, con escasos siglos, debería
cuidar decisiones y marcas sin demagogia ni seguidismo vergonzante que infligen
heridas lingüísticas masoquistas impropias de su cometido, vocación y autoritas.
Desde mi atalaya veraniega contemplo OVE, aldea lucense, de
la que Tolivar recoge la disparatada creencia que pudo dar origen a OVIEDO. En
cualquier caso, se apunta a que OVETO/OVIEDO/OVETAO/OVETUM es significación
acuífera en el riguroso Xulio Concepción
(“palabra milenaria, indoeuropea”) y en otros muchos. Y, si bien Rodríguez
Adrados sostiene que con lo indoeuropeo todo son dudas, nada inclina a favor de
ese Uvieu, que nunca recordaría nuestras aguas. Pérez de Ayala, imbuido de la
tradición, ciudadana y familiar, por el suministro y sus dificultades de
transporte y distribución, bautizó PILARES a Oviedo para su Gran Literatura.
El topónimo OVIEDO es inigualable para historiarnos, UVIEU
solo para confundir, aunque haya quien tape sus vergüenzas con inconsistencias
universitarias.
No deberíamos despistarnos en incómoda dogmática, más
política cortoplacista que filológica: respeto merecen los recalcitrantes
mantenedores del delirante invento Uvieu, que buscan inapropiado traslado consuetudinario
de la oralidad bufa a la escritura, pero aún mayor la Historia y, ¡faltaría plus!, la fidelidad a nuestros
antepasados que asumieron denominación de ciudad y gentilicio. Y de paso,
inmenso agradecimiento a Arregui, talento y talante aportadores netos a nuestra
doble y salvadora traída de aguas, y máxima consideración a POLA DE SIERO, tan
querida, tan central en el ser y corazón de ASTURIAS.