ALGO ASTUR SOBRE
CHIRAC TRAS SU ENTIERRO DEL PANTEÓN DE FRANCESES ILUSTRES
Se ha dado especial relevancia a la muerte, y sus
correspondientes honores, de Jacques Chirac, que fue Presidente de Francia.
Recuerdo cómo desde el cierre de LNE me llamaron hace años para confirmar si Chirac
había nacido en Ablaña, el terruño de Ramón González
Peña, espacio también inspirador de “Cuando el mundo era Ablaña” de José
Sánchez, librito encantador aunque no alcance la calidad del Paniceiros de Xuan Bello.
El desmentido, incluida fecha del natalicio, llegaría, a
través de Manuel Díaz Ron, amigo común, cuando la primera de La NUEVA España
estaba en la calle. De Manolo fue más luego la iniciativa, apoyada desde la
Fundación PRÍNCIPE DE ASTURIAS, de que S.M. el Rey y Chirac mantuvieran un
discreto contacto con motivo de unos PREMIOS PRÍNCIPE. A tal efecto ofrecí a
Chirac la casa de mi madre en Salinas, que ya había sido objeto de una descubierta (término policial) por la
guardia civil, con motivo de unas vacaciones de Javier Solana y familia. Se
trataba de limar asperezas contra la entrada de España en la Unión Europea que
negaba, por su repercusión agrícola, el líder francés. Fernando Morán, ministro
de Asuntos Exteriores, me escribió considerando inconveniente semejante
contacto que disgustaría al gobierno francés de entonces. El propio Chirac, a
través del embajador en Madrid, me comunicó, en definitiva, la inasistencia.
Más adelante, Chirac me recibiría en su despacho junto a Manolo pero ya apenas
hablamos del fallido viaje.
En la cruzada
europeísta de Díaz tampoco puedo olvidar la llamada que, a mi presencia, le
hizo a Chirac advirtiéndole que abandonaría su equipo si recomendaba el “no”,
como adelantaban los medios, al llamado Tratado de Maastricht, Mastrique españolizaba Lope de Vega.
La neutralidad no se dio pues Couve de Murville, al frente
de la minoría gaullista, o, mejor, chiraquiana,
hizo pinza con el Partido Comunista contra la esplendorosa entrada española, a
cuya votación, en la Asamblea Nacional, asistí por invitación de Manolo y del
inolvidable embajador Joan Reventós. Hubo otra iniciativa frustrada para que
nomináramos PLAZA DE LA VILLA DE PARÍS a un espacio urbano ovetense, que, en
nuestro escrupuloso ánimo de no producir sustituciones en el callejero, sería con
toda probabilidad delante de la ESCUELA de MINAS, a cuyo bautizo debían asistir
Chirac y el ministro Pascua, campeones en la colaboración, errática con Giscard,
contra el terrorismo etarra.
Algo hemos perorado en encuentros del MOVIMIENTO EUROPEO,
CASME, pero me presta recogerlo como acotación de historicismo local menor
cuando Jacques Chirac se entierra, tras un primer descanso junto a su hija
minusválida, en el Panteón de ilustres franceses.
3 comentarios:
gran europeísta DIAZ RON.R
Muy interesante artículo, Antonio, pero convendría destacar que el Panteón lo mencionas en sentido figurado, ya que el entierro material se realizó en la tumba familiar, donde ya estaba su hija, en el cementerio de Montparnase.
M
Saldrá el lunes 22 en lne/oviedo
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