LA VENUS DE LAS
CABRAS
Adhiriéndome
a la propuesta de Miguel Ángel de Blas, en RIDEA, sobre J.M.González, ”Piedrinas”.
Estuve en el homenaje que el Museo Arqueológico rindió al
gran historiador Javier Fortea en el décimo aniversario de su triste desaparición.
Javier era tipo fabuloso y el acto museístico abierto me remozó a él, a los
amigos que me introdujo (De Blas, Asensio, Carrocera, Tresguerres, Jordá…) y
aún al magdaleniense medio cantábrico, a los Yacimientos de Las Caldas y, en
definitiva, al popularizado como Nalón
Medio...
En nuestro primer viaje de niños a París, Jaime, mi hermano,
y yo visitamos los monumentos emblemáticos pero nos saltamos el Louvre, lo que
mereció eficaz e inolvidable reprimenda paterna. Durante el año que siguió estuve
planeando el desquite en las principales joyas a contemplar. Cuando luego me encontré
de bruces con la Venus de Milo, la falta de brazos, su oblicuo quietismo pétreo,
un no sé qué enigmático…
superó en mí lo imaginable en láminas enciclopédicas. En el homenaje a Javier, Ignacio
Barandiarán, sabio vasco, cuyo apellido me trajo recuerdos universitarios, se
detuvo en el diseño de un par de cabras estilizadas sobre objeto mobiliario, a
las que fugazmente llamó, y luego reiteraría, ¡Venus de las Cabras! La
denominación me impactó tanto como los enigmas objeto de investigación. Y
aunque Venus equivalga a la griega Afrodita, también posterior a las cabras
dibujadas, el nombre es toma de partido, pienso, cuando menos por la Belleza.
Suele ser tópico ensalzar personas que nunca debieran morir.
Gerardo Diego, al que tuve el honor de conocer, sostenía con sentido del humor dentro
de su solemne hieratismo que podía ser el primer superviviente de la Humanidad.
En cualquier caso, los que investigan a predecesores de la protohistoria
deberían tener un plus vital para acercarnos a las intrincadas costumbres
paleolíticas, incluido el trazo de esas convencionales venusianas caprinas, bien antes que Venus, deidad olímpica, tuviera
representativa vocación mitológica ni, aún menos, astronómica o, incluso, escultórica,
erótica y anatómica.
Lalo, Eduardo
Lastra, que, tras cuarenta años de impecable gestión en Taramundi, deja la
Alcaldía, ha hecho una interesantísima aportación de observación empírica
constatando el parto siempre diurno de sus cabras, con una excepción
confirmadora de la regla. Ignoro si las del Nalón-Medio parían también con luz
por pánico ancestral a depredadores, lo que supongo extrapolando la original teoría
de Lalo y familia.
Estuve con Fortea en las montañas y valles de Cangas/Ibias/Degaña
y en las tierras bajas de Las Caldas, Termas
Altas en los relatos de Clarín, que
no conoció los valiosos yacimientos, pero nuestra conversación, aunque amplia,
fue limitada, sin duda por mis carencias científicas.
Fortea sabía mucho y dejó su impronta si bien me hubiera
gustado aprender más de su humanísimo magisterio.
Felicito, por encima de todo, la organización de su décimo
aniversario.
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo, la entrañable persona que fue Piedrina tiene más que merecido un reconocido homenaje.P
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