DE LA MUERTE DE JAIME
MARTÍNEZ A LA DE Don ALFREDO MARTÍNEZ
La muerte de Jaime Martínez sigue ondulando como pocas recientes.
Muchos se han referido a su gesto de Ópera y Medicina, con mayúsculas, también
del Rugby. Para mí, sin embargo, trae causa muy anterior. Un arquitecto, melómano
amigo común, ha evocado cuando, solidario con compañeros de travesura, no quiso
abandonar el cuartón de la policía municipal por el mero hecho de ser hijo de
su padre. Aunque la hermosa anécdota me supera el recuerdo ya nos conoceríamos
de aquella.
Muy poco luego, el encopetado Club de Tenis, espacio parcial
de la gran novela LOS AGUJEROS DE GUSANO, de María Luisa Navia Osorio, que daba
bola negra a nuevos ricos y prohibía, por influencia de doña
Isabel Macua, la piscina, o la mera toma epidérmica de sol, de hombres y
mujeres juntos, abrió furaco para que niños, sin pisar los salones, nos
aficionáramos al que antes del golf era el deporte gentleman. Jaime fue el mayor de los pioneros jugadores y el primer
campeón junior de Asturias; los
federados del GRUPO COVADONGA tuvieron otros obstáculos para competir…
Antón, su padre, señor accesible y campechano, me contó
que Jaime debía pasar un curso de iniciación a la ingeniería, “aprendí con don
Rogelio, tu abuelo, la importancia de las matemáticas, también serán buenas para
Jaime si quiere ser médico”.
Del trato con J.M. Moutas, Antón (González) Rubín, Arturo, mi
pariente, y Manuel Buylla, César Bárzana… me animé a rellenar la incógnita
sobre don Alfredo, padre de Antón, exministro
republicano moderado, sostenedor de la llamada “accidentalidad de las formas
de Estado y Gobierno”, del
que apenas se hablaba. Supe pronto que fue de los ovetenses más cabales del XX,
tiempo que, sin él y tantos, sería nuestro medio siglo, médico de cabecera y
confidente del último Clarín, que era su tío, mencionado por J.A. Cabezas en la
biografía del Provinciano Universal.
Alfredo Martínez fue asesinado en Marzo de 1936, en el
comienzo del Naranco, La Cuesta. El crimen nunca se aclaró,
diluido entre decenas de muertes inocentes que seguirían semanas después. Supe,
desde que puse en orden mis hallazgos orales, que fue ejecutado por miembros de
las Juventudes Comunistas (UJCE), muy minoritarias, justo antes de
su fusión con las Juventudes Socialistas para constituir las JSU. Esa disolución
organizativa explica que la inicial presunción del autor quedase sin repercutir
hasta atribuirse el atentado a calumniosas circunstancias familiares. Los
asesinos, aunque el pusilánime Frente Popular los desamparase, no quedaron
aislados, el entierro hubo de madrugar en evitación de provocaciones y sus
asistentes recibieron una lluvia de cascotes y ladrillos apilados para una obra
en las cercanías del Sanatorio ASTURIAS, próximo a su vez a la calle Fuertes
Acevedo/Gran Vía, que salía de la actual Plaza General Ordóñez.
No quiero remover olvidos pero tampoco me callaré pues es obligación
moral transmitir, sin estorbo, adquiridos conocimientos históricos y ciudadanos.
En esa línea indeclinable participo activamente en el esclarecimiento, lamento o
consecuencias, de los alevosos crímenes del concejal Bonifacio Martín, del
catedrático Beceña, del rector Alas, primo de Alfredo Martínez, del periodista
Muñoz Planas y otros abandonados en cunetas, fusilados en Carbayín, Tineo, Funeres,
la tapia del cementerio ovetense o el Bombé…, de Luis Sirval y Casto G.Roza en
dependencias policiales, de Aida Lafuente, del Comandante Ros…, víctimas, entre
montón, del enloquecido odio fratricida, cuyos nombres no deben desaparecer de
la doliente memoria colectiva. ¡Pensar que hay quién abriría a España y los
españoles en canal; ninguna connivencia, pues, con la conceptual tipología del encubridor
cínico grito callejero barcelonés, som
gent de pau! Martínez pidió desde
su lecho hospitalario a hijos y colegas el perdón para sus asesinos
neutralizando venganzas.
Por cierto, aplaudo la ponencia del profesor Jaime Alberti (Agosto
2014) en Las Jornadas de Historia de Navia, sobre la biografía de Martínez
G.Argüelles. La Historia hay que conocerla bien y cicatrizarla, para no repetir
y, parodiando al clásico, ni tan siquiera doblarla
como farsa.
Don Alfredo debió ser persona de mucha calidad; de sus
descendientes, Antón y Jaime, doy fe
que eran.
Aprovecho, pues, la triste muerte de Jaime para lo que sé de
la de su abuelo, aleccionadora de lo que jamás debe suceder ni por asomo en necrosadas
banderías ni sectarismo alguno.
5 comentarios:
querido Antonio. Es muy emocionante. Parece mentira que en estos tiempos, desde el independentismo y la locura secesionista se quiera activar y extender ese « ellos y nosotros « , sectario y divisivo que tantos males ha causado en nuestra historia .
A
Querido Antonio:
Tu articulo me gusta por partida triple: la (...)mencion el recuerdo a Jaime (que duro se me hizo ir el jueves a la opera y no verle, por cierto te vi de lejos) y la tragica coincidencia del asesinato del hijo y sobrino de Clarin en la misma ciudad y pir dos bandos distintos.
Anton, el padre de Jaime, se porto heroicamente en la guerra. Jaime me decia que el asesinato de su padre le habia empujado a actuar asi; por lo visto le cobdecoraron y gracias a eso Jaime pudo elegir hacer la mili en Aviacion. N
Enhorabuena por el recuerdo de Jaime.Los dos fuimos al Alfonso,persona ejemplar y buen amigo
Un Abrazo
J
ME EMOCIONÉ.M
Únete a la calle para Jaime para que no sea protagonizado por la derechona.
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