Hace años estuve, soleado mediodía de sábado, en la Librería
Cervantes, con el escritor argentino Horacio Vázquez Rial que se planteaba
varias incógnitas que traslucía la guerra española. En su nómina a estudiar no
estaba, y Horacio quedó muy intrigado, lo sucedido con el director de la
Fábrica de Trubia, Coronel Franco Mussió, cuya ejecución sumarísima por los
llamados nacionales, acompañado de su
hijo, simpatizante de Falange, al término del Frente Norte sorprendió a quienes
les conocían, como fue el caso del gran clarinista José María Martínez Cachero.
A Franco Mussió le había acusado de traición el Fiscal de la
República que le llevó ante el Tribunal Popular que le absolvió en Gijón.
Estuve en México con el que fue Presidente de ese Tribunal republicano, el
mierense Juan Pablo García Álvarez, que estaba convencido de que la acusación
había sido una mera maniobra comunista y que la ejecución del Coronel por los
fascistas vendría a darle razón.
Han pasado más de ochenta años y, sin embargo, no tengo en
absoluto claro este enigma. Desde entonces un buen trubieco, Juan Carlos García
Miranda, investigó in situ las actitudes de Franco Mussió y del resto de sus
oficiales cercanos, igualmente fusilados, y, aunque no tuvo ocasión de publicar
sus resultados me consta que comparte mi cuestionamiento de raíz. Además,
acaban de aparecer en Cátedra unas interesantísimas memorias del General
Latorre, gobernador militar de Asturias, que sin abordar este espinoso asunto
de forma directa, intensifica mis personales dudas sobre el papel de la Fábrica
de Cañones.
En cualquier caso, hay otros dos asuntos muy importantes,
con Franco Mussió por medio. El primero es la relación que tuvieron el 19 de
Julio de 1936 los dos coroneles ovetenses entre sí. Parece que, una vez
decidido de forma irreversible a sumarse al Alzamiento, Aranda, que mandaba la
Comandancia Militar exenta, desde que la que tendría mando sobre Franco Mussió,
ordena volar la Fábrica y que el Coronel director se incorpore al sublevado
cuartel de Pelayo. Otro asunto capital de la guerra en el Norte es el espejismo
del Frente Popular de tomar Oviedo en el segundo aniversario de la Revolución
de Octubre de 1934, mientras que el Coronel Franco, buen profesional de la
milicia, trata de convencer a los líderes de la izquierda que están cometiendo
un gran error pues deberían aplicarse en detener el avance de la llamada
columna gallega. El militar sostuvo también que al fin y al cabo “plaza
sitiada, plaza tomada” y que en Octubre/36 no se daba la exigencia clásica de
una diferencia de uno a cinco entre los sitiadores y los defensores para
iniciar el asalto.
Y, en cuanto, a todo lo sucedido en Oviedo los días 17, 18,
19 y 20 de 1936, creo que los enigmas siguen por todas partes todavía.
3 comentarios:
EN EFECTO HAY MUCHAS INCÓGNITAS TODAVÍA.Ll.
u ¿has leído Melania Jacoby? Bss S.
MUY interesante, Antonio. Creo que tengo que comprar las memorias del general Latorre
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