KIKIRIKÍ

“No me gusta la palabreja urbanita (…) En su disminuido lenguaje, todo son bichos”. TOP GALLU, POLLEDO, A.

“El gallo arrastraba una viga de lagar”. Archivo de la Tradición Oral de Asturias. SUÁREZ LÓPEZ, J.

Un Tribunal de OLORON protegió el canto del gallo. 

Trasladada a Luxemburgo, la Comisión JURI del EUROPARLAMENTO, en mi primer mandato, fue interrumpida por un gallo de la terraza del conserje. En nuestra región, el dueño de apartamentos rurales protestó por sonido corralero. También recuerdo a Cela, sin ser ya el gran autor del Pascual Duarte, faltón, considerando a los asturianos en  parentela de gallinas. En la granja orweliana hay colindante pleiteador. La perfidia de MADURO utiliza picotazos gallísticos. CHURCHILL, sin embargo, criaba pacíficos cacatúas, patos, un loro bramante contra Hitler... Un papagayo es interlocutor de Robinson Crusoe. En la Verona de balconada amorosa, Romeo advierte alondra. Ruiseñores eternizados de KEATS… Urogallos en Sissí y en el fantástico Muniellos... Pavos reales chillones liquidados en el San Francisco... Otro plano, los susurros de Rocinante, Babieca, Poni Colorado de Steinbeck, Plata, yegua del Llanero Solitario, y los caballos de Robert Redford, Calígula y Tina Blanco. Eduardo Arroyo asoció las Cruzadas a picador en jamelgo, sin pulmones para el relincho.

Un personaje de Kadaré presume de buen policía por oído superfino. Al contrario, según William Manchester, los corresponsales en Dallas de las agencias UPI y AP confunden a testigos el cómputo de disparos del magnicidio.

En la Jerusalén del año 33 gallináceo era aviso convencional como muy luego otros en las noches de Tosca o la Vetusta silente.

El fallo galo del gallo fija bucolismo. No en vano, la DIVISIÓN DE PODERES, del bordelés Montesquieu, bálsamo para conflictivos humanos, establos, marismas, florestas...

En Oloron, y en cualquier parte, debe escucharse sin talante urbanita, A. Polledo dixit.