EL SOBREVUELO PRESIDENCIAL DE FAUSTINO GONZÁLEZ ALCALDE

Decir que he sentido mucho la desaparición de Faustino G.Alcalde es decir poco, pues el sentimiento, siempre unido a gotitas de nostálgicos antaños, me invade, corrosivo, pasados  días de la triste noticia. Compañero en el primer gobierno autonómico, que cierta estulticia sigue denominando preautonómico, era tipo de calidad indudable. Le conocí entonces en la difícil labor de fundir la Hacienda de la vieja Diputación con las competencias del Consejo Regional. En 1979, Rafael Fernández había intentado la fusión presidiendo ambos Entes, pero no se entendió bien en el mismo PSOE. Luego habían pasado los meses sin que aquel loable objetivo se vislumbrara siquiera. Surgieron entonces unos administrativistas y constitucionalistas providenciales (Bernardo Fernández, Vigil, Bastida, Sosa Wagner…) que dieron con la fórmula, sobre todo el primero, que sería plagiada en las demás autonomías uniprovinciales (Rioja, Cantabria, Madrid…y, en menor medida, Navarra), con la total desaparición de las diputaciones de Javier de Burgos del XIX. Todo se aderezó con la mano firme en contabilidad financiera de Faustino Alcalde, cuyo puesto como Consejero de Hacienda era cantado en el primer gobierno autónomo. 

Cuando surgió después, fortísima, la alternativa Pedro de Silva que ya tenía previsto otro gran técnico para el puesto, le pedí al nuevo Presidente que recuperase, sin embargo, a Faustino lo que hizo en Administración Territorial y Caja de Ahorros. 

Fueron muchas las vueltas que dio la política asturiana, en la que Faustino llegó a ser Presidente de la Junta General del Principado. Como quiera que se produjo un extraño vacío de poder, le visité en su despacho para pedirle un paso al frente y tratase de ocupar la Presidencia del Principado, a lo que se negó por no coincidir con lo que Vicente Álvarez Areces había, a su vez, planificado.

En sus necrologías leo que fue Presidente de la Filarmónica de Gijón. No lo sabía, pero no me sorprende, bien recuerdo que le tuve a mi lado en el frustrado concierto de Pavarotti en Gijón cuando me dijo acertando:”Está galleando y debería suspenderse la actuación”.

En fin, doy mi testimonio de una presidencia que no fue y es poco, o nada, historiada.