Como retirado, que no jubilado, paso con frecuencia por el
estúpidamente remozado Fontán familiarizándome con las verduras saludables.
Crudas o en agua caliente.
Por temporada o producción, las zanahorias del Fontán no
están al alza. Coincide que Carlos Suárez, gran científico, menta TRUMP como la
bestia de pelo zanahoria. En tiempo europarlamentario me correspondió observar
elecciones en Colombia donde un par de colegas lituanos me pidieron visitara a
candidato oriundo de su país. El encuentro fue grato y hasta divertido pues la
simbología (amuletos, llaveros, cartelería…) desarrollaba esotéricamente la
Zanahoria, incluso sus dirigentes eran pelirrojos.
A mi ingenua pregunta arguyeron virtudes de la peculiar
legumbre puntiaguda.
TRUMP no sabe perder, quebrantando así las dos primeras
reglas que comparten el Tenis y la Democracia consolidada: primera, saber
perder; segunda, saber ganar… Trump, tal dicho popular castellano, no quiere
irse ni con agua caliente; tampoco su zanahoria, inflada al secador peluquero.
El cocimiento más intragable que puro.
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